Cuando uno es niño, generalmente suele poner atención en su propio mundo. Con la llegada de la adolescencia, dejamos de vernos a nosotros para ver a los demás.
Me tocó la fortuna de vivir un año de mi adolescencia fuera de México, en el país vasco o euskadi, como también se le conoce, y me llamó la atención la manera en la que mi tía realizaba sus compras.
Me enseñó a comprar basándome en ver bien el etiquetado y buscar aquellos productos que tuvieran “Eusko Label”, lo que significaba que eran locales y de altísima calidad. Imaginen el choque cultural cuando en México hacemos exactamente lo contrario.
Hace muchos años, y todavía en la actualidad, algunas personas creen que lo que se produce fuera del país “es mejor” y que los productos nacionales “son chafas”. Por eso, imaginen a una adolescente que se fue en el marco del Libre Comercio en México, cuando los supermercados se llenaron sobre todo de productos “gringos”. Y a quienes tenemos familia en Estados Unidos les pedíamos que nos trajeran de esos productos, así fuese un cereal mega azucarado; el chiste es que era “de allá”.
Llegar al país vasco y darte cuenta del orgullo que sienten por su tierra, lo celosos que son con solamente consumir productos locales, por lo menos en Vitoria-Gasteiz, donde viví, la gente siempre escogía cualquier producto siempre y cuando portase su eusko label correspondiente. Como estará el asunto que los vascos hacen chistes sobre esta cuestión. Dicen que a cualquier cosa que le pongas una banderita de una ikurriña, se venderá como pan caliente.
Regresando ahora a nuestro país, hace muchos años se hizo una campaña para incentivar que lo que se hace en el país es de calidad. Se llamó Hecho en México.
Actualmente, el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum buscó revivir este programa, con miras a impulsar la economía local y, sobre todo, a los actores del cambio económico, que con sus productos, bienes y servicios, destaquen de entre el resto en el mercado.
En esta ocasión, acudimos al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) para ser testigos de la entrega del reconocimiento a esta terminal aeroportuaria, cien por ciento hecha con manos mexicanas, y que debe ser esta obra de infraestructura un gran orgullo para nuestro país.

Yo, de plano, ya perdí la cuenta de cuántas veces les he dicho que las obras públicas que se hacen, son en beneficio de toda la población, sin importar un comino por quién votaste en las elecciones, cuáles son tus preferencias políticas e incluso tu comida favorita.
Porque resulta absurdo seguir con la misma cantaleta, aburren. Me encanta el giro que le está dando esta administración, al hacernos sentir orgullosos de lo que hacemos como mexicanos. Porque al final, es lo que queremos proyectar al mundo: somos un país que construye su futuro, pero con identidad nacional y lo más importante, soberanía.
Y no solamente se galardonó al AIFA, también a la nueva aerolínea del Estado, Mexicana de Aviación, que retoma una historia riquísima y rescata su legado, como ser la primera línea aérea del país y la cuarta más antigua del mundo. Por eso no es en lo absoluto gratuito que los trabajadores de Compañía Mexicana de Aviación veamos con orgullo como retoman el lema de “la primera, siempre será la primera”.
Quien se encargó de darles este reconocimiento de la marca Hecho en México fue María Bárbara Botello Santibáñez, a nombre del secretario de Economía, Marcelo Ebrard Casaubon, y quien dio un discurso sumamente emotivo. Quiero destacar algunas cosas que dijo frente al director general del AIFA, Isidoro Pastor, y el director de Mexicana, Leobardo Ávila.
Sobre el AIFA dijo que no es solo un aeropuerto que conecte con destinos, sino que va más allá: Se conecta con la historia y a la vez con el futuro e identidad, porque la marca Hecho en México además de ser un tema publicitario, también es una política para impulsar que lo que se hace en el país es de gran calidad. Con respecto a Mexicana señaló que le daba muchísimo gusto el retorno de la línea aérea.

Ambos proyectos, tanto el AIFA como Mexicana, tienen el fundamento primordial de crear prosperidad compartida, generando polos de desarrollo. Y por cierto, quiero aprovechar estas líneas para platicarles que es un mito ese de que es “muy difícil llegar al AIFA”.
He ido en auto por distintos caminos: Por el Circuito exterior mexiquense, por el Canal del Desagüe, cruzando todo Ecatepec sin pagar ni una sola caseta, y ahora experimenté con los autobuses que salen de la Central Camionera del Sur... Oigan, una verdadera chulada. Hay muchísimas opciones y rutas y el precio fue lo mejor, me gasté en ir y regresar menos de 250 pesos.
No me queda más que volver a felicitar tanto a los directivos como a los trabajadores del AIFA y de Mexicana, porque es gracias al trabajo y esfuerzo de todos, que hoy tienen la marca Hecho en México, porque lo que se hace en el país está bien hecho.