“Everybody got a nine

Everybody is a bad boy now

Everybody wanna shine

Everybody drink your champagne now

Everybody is the shit

Everybody is the big thing now

Everybody is the boss

Everybody rocking gold chains now

Ain't nobody wanna work?

Ain't nobody wanna open up?

Ain't nobody wanna give?

Ain't nobody wanna wrap shit up?

Ain't nobody wanna fail?

Ain't nobody doing real these days?

Ain't nobody being true?

Ain’t nobody ever go my way?”

ELLIPHANT

La Constitución, la justicia, la ley, la pluralidad, la unidad y… el “mis cambios”. En una misma celebración se nos dejó ver, en tres discursos, tres distintas visiones de México.

Los tres poderes de la Unión, representados por sus presidentes. En teoría autónomos, independientes y respetuosos de la ley y de las decisiones de los otros.

E iguales, si bien organizadores —¿lo habrá determinado el Ejecutivo federal?— mostraron falta de pericia al poner los identificadores de Creel y Piña en la esquina del presidium. Lo mismo por cuanto a la llegada al recinto donde se conmemoró un aniversario más de la Constitución. ¿Quién determinó y por qué que la presidenta de la SCJN y el presidente de la Cámara de Diputados tuvieran que estar a la entrada esperando el arribo de AMLO? Y luego, al llegar, este ingresa al recinto antes que los otros representantes del Estado...

Hablando de faltas al protocolo, estas sí son una (tome nota, señor Jesús Ramírez). Lo que es más: es el mensaje reiterativo de quien —Ya Sabemos Quién— se cree superior al resto, no comprende la separación e igualdad de poderes y prefiere marcar distancia con sus pares.

Eso sí, fieles a su costumbre, a la voz de ya del titular del Ejecutivo federal, en la 4T se pintaron de víctimas y señalaron erróneamente que Piña no se había levantado a aplaudirle a Andrés Manuel. ¡Vil mentira! Tanto al final del discurso de López Obrador, como al término de la ceremonia, ella se puso de pie de acuerdo a protocolo.

No sorprende, entonces, que los discursos de los tres poderes subrayaran las diferencias de diagnóstico y de propuestas para el futuro.

Creel: la democracia incluye a las minorías

Creel recordó que México no sólo es uno, hay muchos y que quien es verdaderamente demócrata incluye en sus decisiones y gestiones diarias a quienes piensan distinto, así sean las minorías más pequeñas (valga la redundancia). El excluirlas deja fuera una parte “del pueblo” y se mancilla soberanía.

Actuó de manera congruente al solicitar a López Obrador “rectificar sobre el ‘plan B’ y superar diferencias y confrontaciones para coincidir y reconciliar; después [dijo] vendrán los tiempos para competir en la arena política y electoral”.

Han sido cuatro/cinco años de un discurso confrontativo “estás conmigo o contra mí”; de adjetivar a los contrarios y olvidar que entre todos nosotros, con nuestras diferencias, somos México. Por ello, el discurso de Creel se convirtió en una bocanada de aire fresco. Tuvo como ejes la unidad del país, el coincidir y a la vez saber superar diferencias; todo bajo el cobijo de la ley.

Piña: la ley nos hace libres

Ella se refirió de forma más clara —sin largos soliloquios ni exceso de tiempo—, a la necesidad de actuar bajo lo que dicta la Constitución y la autonomía de los poderes; evitar los encuentros y desencuentros estériles.

Llamó por igual a los tres pilares del Estado: “tenemos que esforzarnos más de cómo lograr un cumplimiento cabal de la Constitución”. Ello, dejó en claro, en ningún momento significa perder de vista “la independencia judicial, la cual no es un privilegio de los jueces, es el principio que garantiza una adecuada impartición de justicia para hacer efectivas las libertades y la igualdad de las y los mexicanos. La independencia judicial es la principal garantía de imparcialidad del poder judicial, siempre en beneficio de la sociedad”.

Y vaya que resultó un bálsamo su estructura de pensamiento, lo diplomático que fue avisar que no es sentándose en una mesa como se arreglan los problemas (¿estás escuchando Adán Augusto?) y sí, en cambio, con una adecuada impartición de justicia (la cual pasa por respetar la independencia judicial).

Subrayó de manera sutil pero necesaria: “nuestra principal responsabilidad es garantizar el acceso a la justicia, viendo por la dignidad humana, a través de la protección y garantía de los derechos humanos contenidos en nuestra Constitución”.

Dentro de las diferencias con Creel es que ella se enfocó en explicar dónde se encuentra parado en este momento el Poder Judicial y la labor que está realizando. Mas coincidió con el legislador en la necesidad de defender todo lo que arropa la Constitución.

López Obrador: el verdugo de la concordia

Tenía que desentonar. Y sí, después de escuchar de legalidad y unión, el primer mandatario dijo que el insistirá en abolir las “reformas neoliberales” impuestas en la Constitución de 1917.

Acto seguido, en la celebración de la Constitución, se dedicó a enumerar las reformas a esta celebradas en lo que va de su administración.

Hizo alarde de no haber escuchado a Norma Piña ni a Santiago Creel.

Su visión de país —si acaso— es regresar a la Constitución del 17… Habría que recordar que esta, entre otras chuladas que no deben de ser aceptables hoy en día, no permitía que las mujeres sufragáramos…

Pugnar por el pasado. Lástima: el pasado solo sirve para estudiarlo con objeto de superarlo, de mejorarlo y, en muchos casos, evitar regresar a él.