“El poder no cambia a las personas. Las revela.”

Anónimo político mexicano

“¿Creen que nos van a debilitar, que van a debilitar a la presidenta por lo que gritan? ¡No! ¡Más fuerte soy, más fuerte!”

Presidenta Claudia Sheinbaum

Si yo fuera su estratega, su amiga o —qué fuerte— su madre, hoy mismo le pondría esta columna en la mesa a Claudia Sheinbaum.

Porque ella está en un punto de quiebre: o se vuelve la presidenta más poderosa del México contemporáneo… o la sombra de López Obrador termina por tragársela. No es hipérbole: es diagnóstico.

Ya lo han dicho varios columnistas (Raymundo Riva Palacio, Carlos Loret, Enrique Quintana, otros…), pero lo resumo: partimos, en estos momentos, de que Sheinbaum gobierna atrapada entre dos pulsos que la asfixian. Por un lado, el legado de AMLO, que todo lo abarca; por el otro, la urgencia de construir un poder propio que apenas y se asoma. De ahí su errático zigzagueo: cambiar la estrategia de seguridad sin anunciarlo, pelear con los escombros del sistema de salud mientras repite que todo “va muy bien”, endurecer su discurso sin terminar de romper con nadie.

Elaboro, entonces, desde ahí:

La entiendo. Está sobreviviendo a dos realidades simultáneas. Pero llegó la hora de elegir.

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Y si fuera su madre, su consejera íntima, su estratega secreta, le daría estos 10 mandamientos para que logre lo que hoy parece imposible: ser ella, sin ser destruida por él.

I. Desmarcarse sin romper. Cambiar sin anunciarlo. Construir sin confrontar

Y es que, verán ustedes, la independencia no se declara; se ejecuta.

Ella necesita separarse de AMLO sin destruir su relación con él.

Desligarse de su sombra sin perder al sol.

Hacer que su autonomía parezca evolución, no traición.

II. Hacerse dueña del tema de seguridad

No por gusto: por supervivencia. Si demuestra eficacia en seguridad, nadie la baja. Si fracasa, cualquiera la tira: AMLO, el Ejército, la opinión pública.

Es su talón y su oportunidad.

Tiene que cambiar la estrategia “sin decirlo”, hacerlo evidente en resultados, no en discursos. Dejar que los hechos hablen. Que el país note el giro… sin que ella lo anuncie. Difícil resistirse a cacarearlo, ¿verdad?

III. Crear una causa que sea solo suya: Uruapan

Sí: Uruapan.

El asesinato de Carlos Manzo abrió un hueco en la narrativa del “pueblo bueno”. Un hueco que AMLO no puede cerrar, porque implicaría admitir su fracaso.

Ese hueco —y abrazar la figura de la ciudadanía indignada— es la única puerta para que Claudia entre con fuerza, con legitimidad, con urgencia.

AMLO: “abrazos, no balazos”.

Ella: “honor, justicia, orden y Estado”.

No es contradecirlo.

Es actualizar el eslogan para una nación que ya no traga placebos.

Uruapan puede convertirse en su Ayotzinapa al revés: no para encubrir, sino para ordenar. No para llorar, sino para gobernar.

IV. Depurar lentamente a la gente de medio pelo

El grupo de Andy. La gente de Adán. No ellos, sino sus superdelegados reciclados. Los operadores del viejo régimen obradorista de nivel medio. A los distintos clanes del obradorismo les resultará muy tardado y costoso volver a formar cuadros.

Depurarlos sin humillar a AMLO.

Hacerlo por desgaste, no por decreto.

Moverlos de a poco, hasta que reconstruir sus equipos les cueste años.

La narrativa debe ser quirúrgica: “No es contra el expresidente; es contra los malos funcionarios”.

Así se gana poder sin abrir frentes.

V. Controlar a Morena desde adentro

Es ahora o nunca.

Morena es su talón de Aquiles. Ahí están todos los hijos políticos de AMLO.

Sheinbaum necesita construir su propio bloque: gobernadores, alcaldes, operadores electorales, cuadros jóvenes que no le deban nada a AMLO. Ella debe decidir candidaturas masivas. No una (García Harfuch). Cientos.

Es muy distinto que AMLO vete una cara conocida… a que intente vetar 300 personas propuestas por ella al unísono.

Debe montar una oficina —pequeña pero poderosa— que le genere listas, perfiles, territorios. Y empezar a colocar su gente, incluso gente crítica. Es el único modo de neutralizar el dedazo eterno del macuspano.

VI. Ganar simbolismo

AMLO gana por símbolos, nunca por argumentos. Ella necesita uno exclusivo. Repito: Uruapan.

Su imagen aún está vacía de mito fundacional. Y todo proyecto político poderoso nace de un mito.

VII. Recuperar al Ejército

Aquí hay que escribirlo como es: el Ejército AMA a quien le da orden, claridad y recursos. Pero no como AMLO —que los convirtió en su tótem ideológico— sino de manera institucional.

Escuchar a los mandos. Ver qué los irrita, qué los fractura, qué les urge.

Y entonces actuar: protocolos, profesionalización, mando único, disciplina pública, resultados medibles.

Si se gana al Ejército, nadie —ni siquiera AMLO— podrá tumbarla.

VIII. Jugar su carta con Washington, DC

Aquí se dice lo indecible: sí, traicionar a AMLO. Entregar discretamente a EU lo que sabe —y lo que tiene— sobre los corruptos del obradorismo. Washington no la quiere débil. Tampoco sometida. La quiere funcional.

Si se vuelve su interlocutora confiable, su fuente, su aliada institucional… el Big Brother estará detrás de ella.

Y entonces AMLO ya no será su amenaza: será su pasado.

IX. Desactivar una crisis (una sola): Salud

La crisis de seguridad es su herida abierta. La de salud, su oportunidad.

Si logra poner orden en medicamentos, clínicas, atención primaria, financiamiento: gana clase media, gana clase trabajadora, gana gobernadores, gana credibilidad internacional.

Ese éxito, ese sí, sería solo suyo. No del “sistema esencia, sistema extraordinario” del obradorismo.

X. Construir su propio mito fundacional

Fox tuvo la alternancia. Calderón tuvo (mal que bien) la guerra al narco. Peña… no tuvo nada. AMLO tiene la “transformación”.

Sheinbaum no tiene narrativa.

Pero Uruapan —y la Generación Z— pueden ser la narrativa. La historia de la presidenta que rompió con el fatalismo. De la presidenta que ordenó donde antes se sembraba miedo. De la presidenta que escuchó a los jóvenes y defendió a las víctimas. De la presidenta que decidió gobernar, no administrar ruinas.

Ese mito aún está vacío. Claudia puede llenarlo. O dejar que alguien más lo escriba por ella.

Giro de la Perinola

A Claudia le toca elegir: todos ponen… o ella toma todo. Porque el poder, cuando se pospone, se pudre. Y cuando se ejerce con inteligencia, se multiplica.

Este es su momento. Y quizá, su única oportunidad.

Mañana puede seguir siendo presidenta. O puede empezar a ser poder. Depende de si decide temerle a la oscuridad… o convertirse en luz.