Nos guste o no, la realidad es que México es un país con instituciones totalmente cooptadas por el poder ejecutivo.
El INE ya no es capaz de garantizar elecciones independientes y el poder judicial ha dejado de ser imparcial. Lo vimos ayer, tras una elección plagada de vicios, trampas y operación de Estado, rindieron protesta ministros sin trayectoria ni capacidad comprobada, borrando de un plumazo la carrera judicial a la que tantos se sometieron por años.
Fue un proceso
Muchos le llaman la “muerte de la democracia”, pero no fue abrupto, el proceso venía avanzando y enviaba señales, como la desaparición de contrapesos, la CRE, CNH, COFECE y el INAI, esta última institución encargada de la transparencia y la rendición de cuentas, a la par de la erosión de organismos que fueron diseñados justamente para impedir que se impusiera la voluntad de una sola persona por encima de la ley.
Hoy, tenemos a un régimen que toma decisiones de manera discrecional, bajo los criterios del autoritarismo.
En paralelo y a cambio de inyectar dinero a la economía, -bajo el auspicio de factores externos como los ingresos por remesas, dinero que se presume como un logro de la política económica de la 4T, o el dinero del crimen organizado, todo destinado a cubrir en parte los multimillonarios recursos que se destinan a los programas sociales- buena parte de la población, de forma lamentable, ha aceptado perder beneficios mínimos en seguridad pública, salud, seguridad social, educación e infraestructura básica: la resignación y las transferencias han pesado más que la defensa de los derechos.
¿Nuestra República está perdida o aún podemos adaptarnos?
México no puede darse el lujo hundirse en una dictadura. Tiene que recuperar la ciudadanía y reconocer la pluralidad de una sociedad que se expresa de muchas maneras, a través del ejercicio ciudadano de denunciar las deficiencias que ya existen y las que vendrán, que serán muchas, y rescatar fórmulas que en el pasado empezaban a funcionar, adaptándolas a esta nueva realidad, por dura que sea.
El barco no puede hundirse como ha pasado con tantas dictaduras bananeras en nuestra región.
México tiene herramientas para salir adelante:
• El T-MEC, que ata a nuestra economía a reglas internacionales y genera tecnificación, desarrollo y educación.
• Los acuerdos de seguridad con Estados Unidos que garantizan y coadyuvan a mejorar la seguridad general de la población.
Aprender del pasado reciente
La sociedad mexicana no puede darse el lujo de volver a encumbrar un liderazgo mesiánico que, con un buen manejo mediático, propaganda y un discurso elaborado y manipulador, destruya a las instituciones.
La República no es de un solo hombre. Se constituye y se fortalece con instituciones democráticas. No podemos permitir que se pierdan los fundamentos del Estado mexicano dejando el control en manos de una sola persona.
El reto es mayúsculo porque los golpes propinados han sido certeros. Por eso la responsabilidad es aún mayor: no permitir que México se derrumbe y encontrar un camino de supervivencia y reconstrucción desde la sociedad misma.
La realidad de México es desoladora, las instituciones literalmente se mandaron al diablo, mientras florecen la corrupción, el nepotismo, la represión y el compadrazgo y, para colmo, una élite gobernante presuntamente ligada al crimen organizado. ¿Qué más podemos esperar? La base de partida para que la realidad de México cambie está en la resistencia, en la exigencia de la sociedad y en la acción, antes de sucumbir frente al autoritarismo.
X: @diaz_manuel