En la víspera de llegar al 2026, la estructura político-partidista en la capital del país ya alista sus procesos internos para seleccionar a sus aspirantes a puestos de elección popular, entre ellos, las 16 alcaldías y 66 curules en el Congreso de la Ciudad de México.
Pero, ¿cómo llegaron las organizaciones partidistas a la elección de 2024 en la capital del país? De inicio, se registró un aumento en la participación ciudadana, de 52.18% en 2021 a 69.83% en 2024, hecho que no benefició por igual a todas las fuerzas políticas. Más votantes acudieron a las urnas, pero la distribución de esos votos consolidó a unos y hundió a otros.
Los resultados confirmaron el ascenso de la coalición Sigamos Haciendo Historia (Morena–PT–PVEM), que obtuvo 2,882,138 votos, equivalentes a 51.92 por ciento. En contraste, la alianza opositora Fuerza y Corazón por México (PAN–PRI–PRD) sumó 2,155,967 sufragios, el 39.84 por ciento. Esta diferencia refleja una pérdida en la influencia de un viejo régimen y el agotamiento de un modelo opositor.
En este sentido, Morena creció de 1.57 a 2.34 millones de votos; su narrativa de continuidad y cambio logró conectar con una parte del electorado capitalino que percibe estabilidad en el poder. El PAN también avanzó, con un incremento de 1.03 a 1.56 millones de votos, lo que lo coloca como la fuerza opositora con mayor margen de maniobra.
El PRI, en cambio, confirmó su crisis estructural; su votación cayó de 564,297 sufragios (13.93 %) a 423,017 (7.62 %). El partido político que alguna vez representó al Estado mexicano entero, apenas sobrevive como apéndice de coaliciones que lo mantienen apenas visible.
La dirigencia priista insiste en que la alianza opositora le permitió resistir, pero los datos demuestran lo contrario: sin el respaldo de Acción Nacional, sus resultados habrían sido aún más adversos. La caída del tricolor es, más que un tropiezo electoral, la evidencia de una extinción política que se prolonga.
El reciente anuncio del albiazul de competir sin coaliciones en el próximo proceso electoral, sin duda modificará el equilibrio de las fuerzas capitalinas. De consolidarse, el tricolor enfrentará su verdadero tamaño, un partido sin territorio, sin cuadros y sin narrativa; quizá, concluya su proceso de extinción, por lo menos en la capital del país.
Basta tomar como ejemplo la Magdalena Contreras, la participación ciudadana pasó de 55.73 % en 2021 a 71.12 % en 2024. Esta movilización se explica por el interés que generaron la elección presidencial y la renovación de cargos a nivel local y federal.
En aquel 2021, la alianza PAN–PRI–PRD triunfó con 56,667 votos, frente a los 44,889 que obtuvo Morena–PT–PVEM. En aquel proceso, la oposición dominó 91 de las 149 secciones electorales. Tres años después, la historia cambió.
En 2024, Sigamos Haciendo Historia sumó 69,080 votos (46.77%), superando a la alianza opositora, que obtuvo 64,989 (43.99%). El mapa electoral se revirtió. Las colonias que antes votaban por la oposición migraron hacia Morena o hacia la abstención estratégica.
El PAN mostró un crecimiento leve: de 18.44% a 20.06 por ciento. Su avance no fue suficiente para compensar la caída del PRI, que pasó de 28.93% a 20.68 por ciento. En diversas casillas, el voto tricolor se desplazó hacia sus antiguos aliados o hacia el oficialismo. El PRI perdió incluso su voto duro, ese que durante décadas garantizaba presencia mínima.
El declive priista tiene raíces profundas. Sin estructura territorial, sin operadores de base y sin discurso convincente, el partido parece un cascarón que solo sirve para completar siglas en una boleta.
El PAN, aunque mantiene una base electoral estable, carece de liderazgos locales con la fuerza necesaria para construir identidad entre los contrerenses. En contraste, Morena capitalizó la identidad barrial, el discurso social y la cercanía con el gobierno federal. Su estrategia de territorialización y sus comités locales le permitieron recuperar terreno y convertir una derrota en victoria.
Si el PAN decide caminar solo, y el PRI continúa en su descomposición interna, la oposición podría fragmentarse aún más. El PRD, reducido a su mínima expresión, apenas subsiste en la capital política que alguna vez gobernó con hegemonía.
El futuro político en la Ciudad de México en las próximas elecciones intermedias de 2027, dependerá de si las fuerzas opositoras logran reinventarse o, si Morena logra mantener su hegemonía sin caer en la soberbia del poder absoluto. Pero una cosa es muy clara, las coaliciones sin identidad, destruyen alternativas y prolongan las agonías.





