La docencia es mi pasión, pero hay días en que me siento dando clases en un manicomio digital. Lo digo sin exagerar: la cantidad de gente dispuesta a creer cualquier basura que circule en redes sociales es francamente alarmante. Y no hablo solo de los fanáticos que viven en su burbuja de odio, sino de personas que yo consideraba inteligentes, informadas, con criterio.

Estos días circula un video —seguramente ya lo vio, amigo lector— donde supuestamente “una mujer es detenida por publicar memes contra el gobierno”. El video es tan falso como un billete de tres pesos. Fue creado con inteligencia artificial, usando Sora, el modelo de generación de video de OpenAI (sí, los mismos de ChatGPT). Y, aun así, hay quienes lo comparten con solemnidad, escribiendo textos heroicos sobre la “dictadura morenista” y el “peligro autoritario”.

Lo verdaderamente triste no es que existan imbéciles que fabriquen esas fake news. Lo trágico es que existan tantos dispuestos a tragárselas sin masticar. Peor aún: los creadores de estas mentiras ya ni se esfuerzan en disimular. Les basta con suponer que el público es lo suficientemente tonto como para no notar los rostros generados por IA, las voces sintéticas o los errores visuales evidentes. Y, lamentablemente, tienen razón: una buena parte del público es así de crédulo.

Vivimos en la era del “me lo mandaron por WhatsApp, así que debe ser verdad”. La verificación se volvió un lujo, la duda un estorbo, y el pensamiento crítico, una especie en peligro de extinción. La desinformación es el nuevo opio del pueblo, pero esta vez, disfrazada de “libertad de expresión” y compartida con emojis de enojo.

Las redes sociales han democratizado la palabra, pero también la estupidez. Ahora cualquiera puede ser periodista, analista, investigador… O mentiroso profesional. Y mientras más absurda la historia, más viral se vuelve. ¿Una mujer arrestada por un meme? ¡Perfecto! Es justo el tipo de farsa que confirma los prejuicios de quienes odian al gobierno. No necesitan pruebas, solo pretextos.

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Lo peor es que detrás de todo esto hay una maquinaria bien aceitada. No son simples “errores inocentes”: son operaciones de manipulación política diseñadas para instalar la idea de que México vive bajo una dictadura, que la 4T censura y persigue, y que cualquier crítica te puede llevar a la cárcel. Todo falso, por supuesto, pero útil para quienes viven de vender miedo.

El problema es que, mientras la inteligencia artificial avanza a pasos agigantados, la inteligencia humana parece retroceder. Nos enseñaron a desconfiar de los medios “oficiales”, pero no a distinguir entre una fuente seria y un video fabricado con un algoritmo.

Así que, si me permiten un consejo de maestro: antes de compartir el próximo video “escandaloso”, investiguen tantito. No vayan a hacer el ridículo repitiendo una mentira creada por alguien que los considera lo suficientemente tontos como para creerla.

Porque, al final, la desinformación no se propaga por culpa de los que la inventan… Sino gracias a los que la comparten.

X: @Renegado_L