Para mí, la aviación además de ser una industria a la que por azares del destino sigo perteneciendo, también ha sido una gran escuela de vida. Con 21 años de edad entré a este maravilloso mundo sin saber de qué iba, a diferencia de otras niñas que sueñan con ser sobrecargos, para mí no representaba una meta en la vida.

Yo quería ser historiadora, pero se atravesó la huelga de la UNAM (1999) y ser jefa de familia, con una boca qué alimentar, me impulsó a seguir trabajando, dejando a un lado mis estudios. No por eso me dejó de interesar la historia, al contrario, durante mi vida laboral como sobrecargo de aviación, me la he pasado recopilando, ordenando e interpretando los diferentes datos históricos sobre la aviación.

Por ello sé que México es pionero en materia aeronáutica, y que como integrantes de este país nos merecemos conocer esta historia y estar orgullosos de ella. Sin duda Salvador Novo, es parte fundamental. El ensayista, dramaturgo, poeta e historiador, además de ser parte del grupo de intelectuales conocidos como “Los Contemporáneos” y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, hizo una gran aportación; su libro “La Historia de la aviación en México”, publicado en 1974 por encargo de Mexicana de Aviación, ha sido un gran aporte a nuestro acervo cultural.

Cuando entré a este mágico mundo, me sorprendió la cantidad de cosas que tenía que aprender; jamás me imaginé el cúmulo tan abrumante de información que maneja, y es que la aviación es tan dinámica y cambiante, que hay que estar al día con nuevos protocolos, leyes, reglamentos. Todo cambia tan rápido como lo haga la ciencia y la tecnología, por ejemplo.

Como en toda profesión, si eres un verdadero apasionado no querrás quedarte con lo básico; investigas más a fondo para conocer, por ejemplo, a qué se dedican y cuáles son las funciones de todas y cada una de las dependencias nacionales e internacionales, qué tipo de información manejan, la naturaleza de las recomendaciones que emiten y su importancia dentro del medio.

No solamente sucede con la parte teórica, también con la práctica, y aunque tengo años, ya muchos de no ejercer como sobrecargo de aviación, muchas partes de mi día a día suceden como si estuviese a bordo de un avión, por ejemplo, cuestiones de seguridad y protección civil.

En casa la seguridad es lo primero. No hay pretexto alguno para no verificar que el entorno sea lo más seguro. Y esto mismo se traslada al salir de casa, ya sea caminando o en vehículo -público o privado-. Condiciones tan básicas como respetar las reglas de tránsito: no se cruza si no es por las cebras del piso y sí (y sólo sí) el semáforo está en verde; nunca con la luz roja, aunque no pase un automóvil.

Cuando me subo a un transporte público, lo primero que volteo a ver, y es casi de manera inconsciente, es buscar la “ventanilla” de emergencia, y ver si traen extintor, en caso de camión o Metrobús.

Y no solo se limita al trasporte, pasa lo mismo cuando voy a cualquier lugar. He aprendido a hacerlo de manera simulada e imperceptible, pero lo primero que hago es ubicar las salidas de emergencia, trazar en mi cabeza una ruta de escape, y si voy acompañada, pienso qué se va a hacer en caso de ser necesario. Ustedes coloquen aquí el evento de su preferencia: sismo, incendio, inundación o ataque de dragones voladores.

Se llama conciencia situacional y en la aviación nos enseñan a trabajar con ella. Yo la hice parte de mi vida y tengo que decirlo, a veces la pierdo -porque no soy una máquina ni quiero serlo-, y cuando eso sucede suelo “darme en la madre” yo solita: golpes, quemaduras, cortadas, esguinces, o como ahorita, que mientras escribo esto tengo una bolsa de hielo en el pie, porque me metí un trancazo con la llanta de la aspiradora… todo por no querer prender la luz.

Otra gran enseñanza que me ha dejado la aviación es la resolución de problemas de manera rápida. En el avión no tienes tiempo para ponerte a pensar mucho, y debes actuar de forma rápida y precisa. Muchas de mis decisiones no son largamente meditadas, todo lo contrario.

Y no todo tiene que ser estresante o trepidante, a veces cuando estamos en una reunión de amigos, degustando un buen vinito y echando la chorcha bien a gusto, si me piden que describa el vino compartido, no suelo usar más de dos palabras para describirlo; lo hago rápido y sin darle muchas vueltas.

Uno se acostumbra a ese ritmo, podría llamarse “deformación profesional”, pero es una especie de necesidad por hacer las cosas antes de que se prenda la señal de que vamos a entrar en el descenso; por eso debe ser rápido. Claro que no es exclusivo de mi persona, la gran mayoría de los tripulantes son así, vamos a otra velocidad y nos gustaría que la gente entendiera nuestra urgencia de que todo fuera rápido.

A mis colegas y amigas que ya tampoco vuelan, en algunas cosas les cuesta mucho compaginar con sus pares, por ejemplo las mamás de la escuela; se desesperan con ellas porque nosotras solemos ver la solución en tres segundos, pero el resto piensa primero en formar un focus group en un chat de WhatsApp para encontrar la mejor solución de manera holística.

Otra cosa que yo sigo utilizando es el briefing (sesión informativa), pero ahora con la familia; antes de salir se dice con claridad y certeza qué se va a hacer, por ejemplo la salida al super u otro tipo de compras. Si hay que ir al centro, se va mentalizado en lo que se va a comprar, se buscan los artículos requeridos, se adquieren y se regresa uno sin andar haciendo “window shopping”, porque hasta para hacer eso se planea antes.

Y así como se hace el briefing, se hace debriefing; cuando se regresa a casa se comenta qué estuvo bien y qué estuvo mal en la salida, con la finalidad de corregir y planear la siguiente salida, para que sea más cómoda, segura y placentera.

No todos, por supuesto, pero la gran mayoría de sobrecargos valora a la gente que está en servicio al cliente, porque uno sabe perfectamente lo que se siente “estar en sus zapatos”. Los sobrecargos son el personal dentro de la aviación que más contacto mantiene con los pasajeros, así que solemos no “dar mucha lata” cuando vamos a un restaurante, o a una tienda departamental.

Toda esa experiencia no se inserta como un chip electrónico. Evidentemente la capacitación y adiestramiento juega un papel medular en la formación de un sobrecargo. Aprovecho la reciente conmemoración del Día del maestro para agradecer a una persona muy importante, porque hasta el día de hoy su voz sigue resonando en mi cabeza. Ella es Rosalba Casillas, que fue la instructora en mi adiestramiento inicial, toda una institución como instructora en Mexicana de Aviación.

En el ámbito sindical, debo agradecer a Marcela Del Collado que impulsó mi carrera dentro del sindicato, dándome la oportunidad de ser su adjunta en la Secretaría de Actas durante tres años, lugar donde aprendí que una correcta defensa del trabajador implica y exige un puntual conocimiento de nuestros derechos.

Ahí aprendí a usar (pasar del mundo deontológico al ontológico) los preceptos del “Título Sexto - Trabajos Especiales” de la Ley Federal del Trabajo; concretamente el Capítulo IV, referente al “Trabajo de las Tripulaciones Aeronáuticas”. Aunque parezca increíble, hasta ese momento me percaté que no es un trabajo cualquiera, es tan especial que hasta su propio capítulo tiene y que volar un año “en el aire” equivale a trabajar siete años en tierra. De ese tamaño es el nivel de desgaste que se tiene, por la afectación que se tiene de los ciclos circadianos, más la presurización, el oxígeno artificial y los rayos ultravioleta, entre otras cosas.

Quiero darle las gracias a la aviación, porque ha sido una gran escuela y lo seguirá siendo. Al ser una industria tan dinámica y cambiante, tengo que actualizar mis conocimientos constantemente, con la finalidad de compartir con ustedes, estimados lectores, todos los cambios que se avecinan.

Aprovecho el espacio para mencionar que el Movimiento Nacional por la Transformación Sindical hizo un pronunciamiento este 15 de mayo, en el marco del día del maestro, donde busca la democratización del Sindicato de Maestros mejor conocido como el SNTE, a través de un comunicado que muy amablemente me compartieron y que va dirigido al presidente de la nación.

Como saben estoy en contra de los sindicatos charros que no velan por los derechos laborales de sus agremiados, cualquier movimiento que vaya encaminado a democratizarse en pro de sus trabajadores, siempre será apoyado por la de la voz.

Gracias a todos los maestros que han contribuido a ser quien soy. Gracias a la aviación, gracias a la vida. Gracias a Ustedes por seguir leyendo.