“Está claro que la justicia es atender a la gente humilde, a la gente pobre. Esa es la función del gobierno… Hasta los animalitos —que tienen sentimientos, ya está demostrado—, ni modo que se le diga a una mascota: ‘a ver, vete a buscar tu alimento’; se les tiene que dar su alimento”.
Andrés Manuel López Obrador, mañanera del 29 de marzo de 2019.
En México ya le dijeron “adiós a la formalidad laboral”. Porque como están las cosas, mantener un empleo formal es casi tan atractivo como abrazar un cactus.
Con una tasa de informalidad superior al 54%, la más alta jamás registrada. Más de la mitad del país trabaja en la modalidad “hoy sí, mañana quién sabe”. Pero, mientras eso pasa, el debate se concentra en la obsesión de presumir aumentos salariales, bajar jornadas, pedir sillas, incorporar psicólogos y exigir chequeos médicos preventivos.
Todo suena bien, muy nórdico… Salvo por un pequeño detalle: en la informalidad no hay sillitas, no hay psicólogos y el chequeo médico consiste en preguntarle al compadre si ese dolor pasará.
Romanticismo cuatrotero
En siete años el gobierno de la “economía humanista” ha generado apenas la mitad de los empleos que Peña Nieto. Con datos del INEGI, con Peña se generaron 4 millones 162 mil empleos formales, con AMLO y Sheinbaum apenas se han generado 2 millones 400 mil; la cifra es dramática: el 55% del empleo es informal, lo cual implica que esos trabajadores no tienen seguridad social, nunca tendrán una pensión y la mayoría, ni siquiera perciben un salario mínimo.
Otra cifra: más de 11.6 millones de trabajadores han tenido que retirar dinero de su AFORE por desempleo.
Pero bueno, sigamos con la lista que enfrenta un empleador:
PTU: bono sorpresa que nadie pidió (excepto la ley). Por si algo faltaba en las regulaciones, la cereza del pastel: el PTU, ese 10% de las utilidades que el empresario entrega después de haber pagado ISR, IVA, IMSS, INFONAVIT, SAR y cada invento tributario conocido por la humanidad.
Ah, pero ahí no acaba. No, no.
Porque después de pagar PTU, y después de cumplir con todos los ejercicios fiscales, cuando el accionista finalmente decide sacar utilidades… ¿Qué creen? ¡Otro 10% adicional! Un pequeño cover por atreverse a querer recuperar lo que él mismo generó. Doble tributación disfrazada de justicia. Es como pagar por entrar a tu propia casa.
El impuesto sobre nómina: trago amargo
Y si lo mencionado no es suficiente para desincentivar el empleo formal, no se preocupen: los estados también hicieron su parte: cobran el impuesto sobre nómina, del 2% al 4% dependiendo de qué tan creativa ande la administración estatal.
Porque claro, ¿quién no quiere pagar un impuesto especial simplemente por tener empleados? Es como un castigo fiscal por atreverse a generar trabajo.
Es la lógica actual: si empleas formalmente… Pagas. Si te informalizas… Ahorras.
¡Qué maravilla de política pública! Un sistema diseñado para que la formalidad huya.
Sumemos todo:
•Salarios mínimos crecientes
•Jornadas reducidas
•Obligaciones ergonómicas y psicosociales
•Costos patronales al alza
•PTU antes de impuestos
•Impuestos después de la PTU
•Impuestos por repartir lo que ya pagaste
•Impuesto sobre nómina por contratar
•IMSS-Bienestar quitando incentivos para cotizar formalmente
•Infonavit con casas en modo “colonia fantasma”
Y luego, todavía quien pregunta: ¿por qué sube la informalidad y la formalidad colapsa? ¡Qué misterio!
El empleo formal será un mito y la informalidad seguirá robusta, libre, sin cargas y sin auditorías.
Pero qué importa. Lo relevante no el resultado. Lo importante es mantener la narrativa del bienestar.
Aunque ello signifique convertir la formalidad en un lujo que pocos pueden pagar, lo que no abona a una sociedad más justa, sino a una donde el trabajador tiene menos derechos, menos seguridad y más explotación.
Una genialidad
Los tres programas de apoyo al empleo que impulsa el gobierno federal funcionan perfecto… Para impulsar la informalidad:
Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF): el apoyo dura 12 meses en los que reciben una beca mensual e IMSS. Se capacitan en un centro de trabajo con un tutor, para desarrollar habilidades para su inserción laboral futura. La gran mayoría terminan contratados por instituciones públicas y organizaciones sociales auspiciadas por Morena.
Programa de Apoyo al Empleo (PAE) - STPS: después de Construyendo el Futuro, los jóvenes pueden pasar al programa Fomento al Autoempleo, obteniendo apoyo en especie (maquinaria, equipo) para iniciar negocios y hasta $25 mil por persona, si cumplen con al menos 6 meses de experiencia o toman capacitación (Bécate). Es decir, los dejan listos para salir a la calle a la informalidad.
Vinculación laboral: cursos y bolsas de empleo a través del Servicio Nacional de Empleo (SNE). A los que si bien les va, pasan a la burocracia
Al final, una reforma laboral perfecta, que podría lograr algo inaudito: destruir la informalidad… Por saturación.
Porque cuando absolutamente todos seamos informales, ya no habrá informalidad que medir.
¡Un triunfo estadístico digno de aplauso!
Con estas políticas, el trabajador informal y sus dependientes quedan a expensas de las dádivas y migajas que ofrecen los programas sociales del gobierno y ahí se cierra el ciclo: aplaudiendo y vitoreando a quien les otorga los programas sociales que los deja en la calle.
X: @diaz_manuel





