El saldo de las elecciones intermedias en 2021 fue muy duro para Ricardo Monreal. No solamente enfrentó la indiferencia de Palacio Nacional, sino la metralla de algunos gobernadores que, sabemos, intentaron dañar su imagen con manipulaciones burdas. Ese fue el efecto que provocó el proceso interno para designar al coordinador de la defensa del voto. Además de ello, en un sinfín de ocasiones —desde el pleno del Senado— trataron de conspirar contra él. De forma paralela, esquivaba la guerra sucia a través de las redes sociales. Todo se tornó complejo, sin embargo, Monreal jamás se doblegó cuando se le fueron encima.

Pese a ello, formalizó con la encomienda de sacar todas las iniciativas que mandó el presidente López Obrador. La mayoría de ellas, por cierto, modificaciones al marco constitucional, lo que constituyó un reto que no solamente cumplió Ricardo, sino que cuidó cada aspecto trascendental. De manera paralela, mostraba resistencia cuando muchos, sin escrúpulos, lo empujaban a salir por la puerta de atrás del partido guinda. Y Monreal, como protagonista clave, aguantó la oleada de hostilidad, provocando una reacción inmediata del mandatario federal que, con gran inteligencia, reconcilió cualquier diferencia con el zacatecano.

Hubiese sido un error, el presidente siempre lo supo, defenestrar a Ricardo Monreal de un movimiento que él, desde su génesis, ayudó a construir. Corrigió y lo metió al juego de la silla presidencial, por lo que representa el poder político de un perfil como Monreal. Una decisión, además de política, muy inteligente para coadyuvar en la profundización de las políticas públicas de la Cuarta Transformación. Desde ese momento, queda claro, el retorno de Ricardo se sintió con mucha fuerza. Rápidamente, de hecho, se convirtió en una pieza clave del engranaje de Claudia Sheinbaum, a quien, por cierto, le levantó la mano en un acto de congruencia y altura de miras. Como es una costumbre en él, devolvió el gesto democrático y, de paso, se ha comprometido a acompañar el proceso presidencial para ganar por segunda vez consecutiva la presidencia de la república.

Y Claudia Sheinbaum, a sabiendas de lo que puede sumar Ricardo Monreal, apostó por él para coordinar tareas de organización y logística, lo mismo que aspectos territoriales. Una decisión muy atinada por la madurez y experiencia, pero sobre todo por la capacidad estratégica con la que cuenta el zacatecano. Así que, con ello, gran parte del territorio nacional, se sabe, estará bajo la tutela de Monreal. De manera paralela, será el guía para encauzar los trabajos legislativos que, a la postre, coronarán el sexenio del presidente López Obrador a través del paquete de iniciativas que mandó AMLO.

Y, por si eso fuese poco, la estructura territorial de Monreal se ha colado a posiciones claves, teniendo en cuenta que, en cada uno de ellas, los perfiles han ganado la encuesta imponiéndose con gran superioridad. Todos, de hecho, se sometieron al mecanismo interno del partido y, con gran margen de diferencia, se afianzaron para encabezar una candidatura. En Zacatecas, por ejemplo, tiene el apoyo del gobernador David Monreal. De la misma forma, es un hecho, lo tendrá con la llegada de Saúl Monreal al Senado de la República que, a su vez, está en el mejor momento de su carrera. De entrada, ha encontrado el respaldo ciudadano que, desde luego, se traducirá en apoyo en las urnas.

Otro de los puntos que tiene que ver con el florecimiento del monrealismo, es la designación de Catalina Monreal, hija del coordinador de los senadores de Morena y pieza fundamental en el armado. Ella, de hecho, se ha mantenido en un nivel político óptimo para imponerse en la elección venidera. Como sabemos, Caty, desde hace muchos meses, está muy ligada a los temas coyunturales y, de paso, ha logrado posicionarse como una gran activista y luchadora social en rubros de la mujer. Eso, entre muchas cosas más, la ha colocado en el mosaico electoral. Justamente ahora, a propósito, se afianza como la favorita para recuperar uno de los bastiones más importantes del lopezobradorismo en la Ciudad de México. Hablamos de la alcaldía Cuauhtémoc. Estamos hablando, en términos más prácticos, del punto más medular del corazón de la patria por razones obvias de infraestructura y padrón electoral. Algo así como la joya de la corona en CDMX.

Gran parte de la estructura del monrealismo, queda claro, ha quedado en responsabilidades claves para el proceso electoral de Claudia Sheinbaum. Me refiero al trabajo crucial que lleva a cabo Néstor Núñez, coordinador de la segunda circunscripción y gente muy ligada al liderazgo de Ricardo Monreal. De hecho, Morena ha ido avanzando significativamente en puntos estratégicos que constituyen esa demarcación. En Guanajuato, por ejemplo, el lopezobradorismo ha ido creciendo en simpatía y popularidad, lo mismo en Querétaro y Coahuila. Esto no es producto de la casualidad, sino del trabajo que le ha imprimido el exalcalde de Cuauhtémoc.

Ricardo Monreal, de igual forma, tendrá muchos legisladores afines en San Lázaro, pues de la lista de los casi 300 perfiles, muchos de ellos simpatizan para la causa del monrealismo. Por esa sencilla razón, Monreal está de regreso o, mejor dicho, ha florecido la estructura territorial del zacatecano. O sea, atraviesa uno de sus mejores momentos, sobre todo en lucidez. Lo llamamos así porque, hace unos meses, varios comunicadores —de manera equivocada— auguraban el ocaso de Ricardo. Jamás, lo hemos dicho en este espacio de opinión, hay que subestimar la capacidad política del zacatecano que, en este momento, está en plenitud y apogeo.

Y como Claudia Sheinbaum ganará la elección presidencial, el futuro de Ricardo Monreal, sin temor a equivocarme, estará nuevamente en la coordinación de los senadores de Morena. Hay algo de lógica en esa concepción, pues el zacatecano, en capacidad y sagacidad, es el mejor operador que hay en México. Siendo muy honestos, nadie tiene esa pericia para operar las iniciativas de Claudia en la siguiente legislatura más que Monreal. Con un guía como él, de hecho, Sheinbaum aprovechará al máximo su potencial y habilidad para que, desde el recinto, se tomen las mejores decisiones con el fin de continuar profundizando las políticas públicas de la 4T.

El monrealismo floreció y, aunque es muy prematuro, en la carrera presidencial del 2030, si así lo decide Ricardo, será un aspirante fuerte en la baraja sucesoria.

A propósito, Ricardo Monreal, en conferencia de prensa, ha dicho que trabajarán en conjunto con los diputados de San Lázaro. El fin, lo sabemos, es discutir, analizar y, con ello, aprobar el esquema de propuestas de modificación al marco constitucional que propuso el presidente. Eso, aquí y en todas partes del mundo, se llama colaboración y trabajo en equipo.