¡Bienvenidos amantes de la gastronomía! Nos llena de emoción que una vez más se lleve a cabo la “Feria Nacional del Mole 2025”, plato tan típico de nuestra gastronomía mexicana, que por cierto es uno de los que más desconcierta a los extranjeros.
Déjenme compartirles una anécdota, unos amigos suecos que vinieron a México para conocer más a fondo este bellísimo país, y se toparon con el mole; cuando lo probaron, como ellos mismos expresaron, “tuvieron sentimientos encontrados”.
Si existe un platillo más auténtico dentro de nuestra gastronomía, ¡ese es el mole!, una inusual especie de salsa de varios chiles, hierbas, semillas de calabaza y jitomate que nuestros antepasados podían comer solo, o lo servían sobre alguna carne, ya fuera de guajolote o patos endémicos, entre otros animales.
La palabra mole proviene del náhuatl mulli, que literalmente significa salsa. Imaginemos, se preparaba para ocasiones especiales, después de la conquista siguió sucediendo, como con muchos de los platos prehispánicos, que sobrevivieron tras la llegada de los españoles debido a los cambios y adaptaciones de sus ingredientes.
El plato original, una salsa básicamente picosa, no fue muy bien aceptada por los españoles; no dudamos que hayan padecido “la venganza de Moctezuma” después de probar un mole. Es por eso que en los conventos, centros gastronómicos por excelencia, le fueron integrando especias del viejo mundo y otros elementos originarios.
Gracias a sus manos, el mole se fue transformando paulatinamente al irle integrando especias como la canela o la pimienta, también frutos secos como almendras y, por supuesto, el ingrediente secreto para bajarle el picor y que el plato fuera más aceptado en la sociedad novohispana: el chocolate.
Yo sinceramente agradezco que hoy exista una gran diversidad de moles: almendrado, negro, coloradito, rosa, blanco, de manzana, etcétera. Todos con su propia personalidad y, desde luego, todos me parecen deliciosos.
Estoy segura de que ustedes también tienen a sus favoritos y consentidos. Por eso no pueden perderse la siguiente edición de la feria gastronómica más importante de la Ciudad de México, con sede en el pueblo originario de San Pedro Actopan, en la Alcaldía de Milpa Alta.
La Secretaría de Turismo de la Ciudad de México, a través de un comunicado informa que en dicha comunidad cada año se producen poco más de 50 mil toneladas de mole de primerísima calidad.
La feria se llevará a cabo a partir del 3 de octubre y culminará el día 26 del mismo mes, en el kilómetro 17.5 de la carretera federal Xochimilco-Oaxtepec, en Milpa Alta; el costo de entrada es de tan solo $20 pesos, en caso de que vayan de viernes a domingo, pero si acuden de lunes a jueves, el acceso es gratuito.
Y ya saben, como en todos los eventos que recomiendo, no solamente pueden ir a degustar un buen mole rojo, negro o un pipián, también hay diversas actividades culturales y venta de mole, para que lo preparen en casa; es el pretexto ideal para reunir a la familia y amigos.
Se los ruego, no se pierdan la Feria, porque es una gran oportunidad de probar un platillo de orígenes prehispánicos, que mutó integrando especias de todo el mundo. Cierro la anécdota de mis amigos suecos: cuando lo probaron dudaron mucho en expresar su experiencia; no querían ser descorteses con los anfitriones, y tuvieron pena de reconocer que no entendían el platillo porque picaba, y era dulce y salado al mismo tiempo.
Cuando se les explicó que el sabor indómito es justamente una de las características del mexicanísimo mole, entendieron que este platillo es una forma muy interesante de “conocer” a nuestro país, a su gente y su cultura, pues no se nos puede encasillar en una sola sensación, y ahí está lo “delicioso”. ¡Bon appétit!
Cat Soumeillera en X: @CSoumeillera