Desde luego que no somos ajenos a los fenómenos sociales que siguen aconteciendo en el país. En muchas parte de México, lamentablemente, hay circunstancias que se han ido arraigando y que, como tal, han impedido que la mujer dé un paso y se incorpore a la sociedad sin limitantes ni sometimientos. Hay, en efecto, mecanismos que siguen evaluando el grado de percepción en un equilibrio entre hombres y mujeres, lo mismo, datos duros de segregación y vulnerabilidad. Por eso, de un tiempo para acá, hubo distintas formas de organización de colectivos, marchas y movimientos, que, de manera legítima, exigen condiciones justas, lo mismo que instrumentos legislativos para garantizar la paridad de género. Gracias a ello, en definitiva, las mujeres se han ido incorporando a puestos de elección y posiciones de primer nivel. Lo hacen, primero, porque tienen la capacidad y el talante para llevar a cabo cualquier tarea o desafío.
El potencial de la mujer, que se siente segura de sí misma, ha ido rompiendo paradigmas. En lo personal, es un gusto poder ver a tantas mujeres en actividades médicas, institucionales, científicas, académicas y laborales. De hecho, han demostrado actuar con responsabilidad y en estricto apego al quehacer que tienen como encomienda. Los puestos de elección popular, por ejemplo, son un avance sustancial. Ellas mismas, preparadas, han sabido penetrar en el ánimo social. Son elocuentes, líderes y seres humanos con gran empatía por su semejantes. Todo eso, ahora que se ha reducido la brecha de la desigualdad, nos ha permitido conocer más a fondo su influencia. Sus habilidades y competencias, a propósito de ello, tiene un valor significativo que como sociedad, en tiempos de cambios globales, debemos de sacar a relucir, sobre todo cuando son responsabilidades como la de conducir los destinos del país.
El mejor ejemplo, sin lugar a dudas, es el de nuestra presidenta constitucional, Claudia Sheinbaum. Ella, una mujer echada para adelante, forjó un camino de éxito. Se preparó, estudió e incursionó en los ambientes sociales a temprana edad. Eso le permitió forjar un carácter político e incrementar su conexión con la población civil. La mayoría, inclusive, conocemos el camino de la actual jefa de Estado. No ha sido sencillo. Durante mucho tiempo le tocó ser oposición y defender las causas de los más desprotegidos. Ese temple y la sobriedad para encarar los desafíos, sin duda, le permitieron ganar simpatía y reconocimiento, sobre todo el de Andrés Manuel López Obrador. Además de ganarse la confianza de él, por su trabajo, arrasó con la simpatía del grueso de los mexicanos desde que fungió como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Vaya la forma de ganar y hacer historia. Es, ni más ni menos, la mujer más votada de la historia en México. Superó, inclusive, los datos que promedió el mismo Andrés Manuel López Obrador, que es y seguirá siendo un fenómeno social aunque esté inactivo. Por eso observamos tanta seguridad en ella. Ha logrado captar no solo la atención y el cariño de la población en su inmensa mayoría, sino los reflectores del mundo. Su liderazgo internacional, desde que tomó protesta, ha trascendido. Eso es lo que les disgusta a los de la oposición que, a toda costa, buscan desestabilizar al gobierno. Pero Sheinbaum, pese a las hostilidades, ha demostrado ser fuerte. De hecho, aumentó su percepción positiva en medio de un clima sofocante que provocó la derecha. Apenas lograron convocar menos de 100 personas, en la última marcha.
Claudia, pese a los esfuerzos de esa minoría, seguirá adelante con un proyecto de nación auténtico, especialmente con un grado de sensibilidad y empatía por las causas que aquejan a los sectores más desprotegidos. Es su tiempo, de las mujeres. Lo vemos en la estructura de gobierno, los espacios legislativos y en las propias entidades.
En ese orden, por ejemplo, vemos a Rosa Icela Rodríguez, segunda al mando. Ella, que también ha demostrado sapiencia y olfato para tomar en sus manos las políticas de Estado, está a la altura de las circunstancias. Muy respetable su labor al frente de Gobernación. Le apuesta al diálogo y a la reconciliación. Y qué decir de ambas Cámaras, donde las posiciones para tomar decisiones importantes han pasado a manos de la mujer. La presidenta de la mesa directiva del Senado es una de ellas.
Y de las gobernadoras, que han ganado presencia en el país, podemos citar a muchas que, ante los desafíos, han mostrado que saben poner muy en alto el nombre de su entidad, especialmente las del proyecto de la cuarta transformación que, sin duda, siempre cierran filas con Claudia Sheinbaum, sobre todo ahora que la oposición tiene en marcha una estrategia perniciosa.
Frente a esos desafíos, que se encaran en unidad, han salido a mostrar su solidaridad Delfina Gómez, Evelyn Salgado, Mara Lezama, Clara Brugada, Marina del Pilar, Indira Vizcaíno, Margarita González Saravia, Lorena Cuéllar y Rocío Nahle. Todas, de convicciones firmes, son mujeres de lucha social que siguen haciendo las cosas bien a favor del proceso de transformación. En manos de ellas, además de que atraviesan decisiones sustanciales que hay que tomar, también recaen responsabilidad. La inmensa mayoría, a su vez, son madres que se adaptan a la perfección a los cambios vertiginosos. Para puntualizar, son mujeres trabajadoras de tiempo completo.
Estamos orgullosos del trabajo de la mujer, especialmente la mexicana. Ellas, que han roto todos los paradigmas y los prejuicios que se arraigaron durante décadas, sacan a flote su liderazgo. El ejemplo más claro de ello, hace unos días, fue el de Fátima Bosch. Ella, ganadora de Miss Universo, una competencia a escala mundial de prestigio, se robó los reflectores no solamente por su belleza, sino por su inteligencia, su capacidad y su temple para encarar este tipo de competencias. Se sabe que la oposición se niega a reconocer esa labor; ni falta que hace. La inmensa mayoría de mexicanos, conscientes de lo que sucede en la actualidad, sabemos la labor irrestricta de la mujer y su capacidad para poner en lo más alto a México. Es su tiempo, el de las mujeres.
Notas finales
Hace poco, ya que hablamos de la labor ardua de la presidenta Claudia, hicimos hincapié en la red ferroviaria que se está retomando para potencializar no solo la actividad turística, sino económica. Pusimos el ejemplo de Puebla, y los buenos oficios del gobernador. Con ese compromiso, y para extender esa red de vías de comunicación, Sheinbaum cumple su promesa de campaña de construir la estación Tonalá, que conecta regiones de Chiapas y Oaxaca. La propia jefa de Estado, que reunió a Salomón Jara y Eduardo Ramírez Aguilar, explicó los beneficios que tendrá y, lo mejor de ello, las circunstancias a las que nos adaptaremos con estos cambios innovadores. Eso, de hecho, es la mejor manifestación de que el sur del país, desde la llegada de la 4T, ha caminado y aumentado su capacidad de progreso social, sobre todo porque Chiapas, por gestiones de la administración local, es pionera de la Universidad Rosario Castellanos.



