Cuando en diciembre del año pasado estalló el escándalo de la tesis de la ministra Yasmín Esquivel algunas personas nos quejamos de la falta de memoria de la sociedad mexicana. En lo personal me pareció de mal gusto que el tema del supuesto plagio académico hubiera llevado a la comentocracia a olvidar algo tan grave como el atentado contra Ciro Gómez Leyva.

Afortunadamente hubo dos personas que trataron de mantener en la agenda el atentado: el presidente Andrés Manuel López Obrador y la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, que en una conferencia de prensa mañanera ignorando el griterío contra la ministra Esquivel —ahora sabemos que perfectamente justificado— se comprometieron a llevar las investigaciones a fondo para encontrar y castigar a quienes habían disparado contra el conductor de los principales noticieros de Radio Fórmula e Imagen TV.

Claudia cumplió. Ella, su secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, y la fiscal capitalina Ernestina Godoy, encontraron y arrestaron a los sicarios que quisieron quitarle la vida a un periodista honesto como el señor Gómez Leyva. Falta llegar a los autores intelectuales, pero teniendo presos a los gatilleros se trata de una misión si no sencilla, ya no imposible. Los gobiernos local y federal cuentan con recursos jurídicos para hacer que los pistoleros hablen, quizá a cambio de algún tipo de beneficio. Porque, en este caso, el peligroso es el que pagó para ir contra la vida de Ciro, no tanto los ejecutores de su criminal capricho.

La jefa de gobierno Sheinbaum no ha dejado de trabajar. Y la gente se da cuenta. Es uno de los factores que la han llevado a resistir tantos ataques políticos desatados a propósito de una serie de accidentes en el metro de la Ciudad de México que, la verdad sea dicha, no pueden ser accidentes: son tantos en tan poco tiempo que parecen sabotaje, y todo apunta a que lo son.

Como el sabotaje es un delito contra la seguridad del Estado —lo que es particularmente cierto si se comete en el sistema de transporte colectivo que más gente utiliza en México—, el gobierno federal decidió que la Guardia Nacional vigilara el metro. La comentocracia no estuvo de acuerdo, pero queda claro en la encuesta de MetricsMx publicada en SDPNoticias que la gente piensa otra cosa. La mayoría aprueba que la GN trabaje para garantizar la seguridad de los usuarios de los trenes que transportan a millones de personas en la capital de nuestro país. ¿Por qué tiene tanto prestigio la Guardia Nacional? Porque la controla el ejército, una institución con excelente reputación. La suma de quienes la aprueban total o parcialmente rebasa el 70%.

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Por lo demás, Andrés Manuel ante los ataques políticos a Claudia derivados de actos de sabotaje hizo lo que hace un líder de verdad: apoyar a la mujer que lo acompañado en su lucha de muchos años. Si alguien es leal a AMLO esa es Sheinbaum. Lo es ahora y lo ha sido desde por lo menos el año 2000 no por ambiciones políticas, sino por convicciones ideológicas. Consciente de ello, el presidente López Obrador ha dicho públicamente que, en la crisis más difícil que ha enfrentado la jefa de gobierno, cuenta incondicionalmente con el dirigente de la 4T. Y ya lo sabemos, si hay una persona apreciada en la capital mexicana es Andrés.

Esas son las razones de que la aprobación de Claudia Sheinbaum se mantenga en el contexto de tantos ataques en su contra. El apoyo de AMLO, la reputación de la Guardia Nacional y el trabajo sin descanso de la jefa de gobierno, que ha dado resultados como lo demuestra el caso Gómez Leyva.