“Estamos consolidando un nuevo modelo económico, que garantiza la estabilidad económica pero impulsa la prosperidad compartida”.

Claudia Sheinbaum, Primer Informe de Gobierno.

La presidenta Sheinbaum destacó en su Primer Informe de Gobierno los datos relacionados con el abatimiento de la pobreza y la reducción de la desigualdad económica, contexto que se dio a partir del ascenso del proyecto de la 4T que ahora encabeza ella. La mejoría fue notable: de 2018 a 2024, la pobreza disminuyó de 41.9 a 29.6% en relación con la población total, esto es, hubo una reducción de 12.3 puntos porcentuales; en tanto que el índice de Gini después de transferencias se redujo en 3.5 puntos porcentuales, ubicándose por primera vez por debajo de 40%.

Ambos fenómenos no se hubieran presentado si no se hubiese dado una efectiva redistribución del ingreso; es decir, si no se hubiera favorecido más a los deciles de los hogares con menores ingresos. En lo particular –como lo he expresado en ocasiones anteriores– lo que más sorprende es que en todos los deciles de ingreso hubo incrementos, registrándose un ejemplar efecto de descenso en escalera, tal como se puede observar en la siguiente gráfica:

Variación del ingreso corriente promedio trimestral, según deciles de hogares 2018-2024

Este comportamiento se explica básicamente por el incremento de los salarios mínimos y de los salarios promedio, acotando que las transferencias jugaron un papel trascendente en aquellas familias que se ubicaban en pobreza extrema, es decir, por debajo de la línea de bienestar. El impacto se refleja cuando se observa la contribución de la masa salarial en el Producto Interno Bruto (PIB), que pasó de 26.7% en 2018 a 31.8% en 2024. La tendencia es positiva, aun cuando se esté por debajo del ratio que se observa en algunos países de la OCDE que se acercan o sobrepasan el 50%.

México es el país que registró el mayor incremento del salario mínimo dentro de los países de la OCDE, al pasar el ingreso base por día de 88.36 a 278.80 pesos entre 2018 y 2025. Estamos hablando de un incremento acumulado de 247% en siete años. Aun así –reitero- deben redoblarse esfuerzos para alcanzar el Estado de bienestar que tanto anhelamos y que se presenta, sobre todo, en los países europeos.

La presidenta Sheinbaum aseguró en su informe que había quedado en el pasado la “oscura noche neoliberal”, cuyo esfuerzo se centró en crear un entorno favorable sólo para los inversionistas. La política económica que inició el presidente López Obrador, cierto, se forjó a partir de una perspectiva distinta: desde abajo y para todos. Ninguno de los deciles de los hogares dejó de crecer en sus ingresos, siendo este el mayor de sus logros: los frutos de la riqueza nacional se distribuyeron más racionalmente, dejando de ser México uno de los países más desiguales del mundo.

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También dijo que México había adoptado un nuevo modelo de desarrollo, sustentado sobre las bases de una economía de bienestar. La mejora social es inobjetable, lo que no se puede afirmar todavía es que se tenga un modelo consolidado, porque se requiere de su mayor sostenibilidad. Eso fue justo lo que precisó la presidenta Sheinbaum “se está consolidando un nuevo modelo económico”.

El factor que más hace dudar son las bajas tasas de crecimiento económico. Algo que no se puede obviar por dos diferentes razones: 1) la generación de riqueza es un factor clave para ampliar las bases que permitirán en lo sucesivo una distribución progresiva del ingreso; y 2) en términos fiscales es indispensable ampliar estructuralmente la base social sujeta a impuestos.

En el primer trimestre de 2025, las remuneraciones salariales representaron 29.7% del PIB, lo que significó 2.1 puntos porcentuales menos con respecto al dato publicado en el INEGI para el último trimestre de 2024. Lejos se está de un mercado laboral consolidado; es decir, se requiere, sí, de elevar salarios y al mismo tiempo de actuar a favor de la formalidad y avanzar en la calidad del empleo.

Se necesita de un alto crecimiento para ampliar el empleo formal, los datos históricos que ofrece el IMSS indican que por cada punto que aumenta el PIB se generan entre 50 mil y 70 mil empleos formales (Juan C. Reyes Valdez); en tanto que Prospecta estima una elasticidad de 1.2%, esto es, la creación de empleos formales aumentaría a 120 mil por cada punto más del PIB.

Equiparar la tasa de formalidad a la de informalidad (50% cada una) significaría de inicio aspirar a una tasa de crecimiento del PIB entre 4 y 9%, según sea la elasticidad producto empleo formal que se tome en cuenta. Cabe señalar que en los últimos 24 años, sólo en cuatro se ha rebasado la tasa de 4%, existiendo en dos de ellos (en 2010 y 2021) un efecto rebote por las fuertes contracciones registradas en los años precedentes:

Tasa de crecimiento de la economía mexicana 2000 a 2024

El modelo económico, en conclusión, se consolidaría si se conjugara un más alto crecimiento económico con mayores remuneraciones salariales. Ese sería el mayor de los éxitos del segundo piso de la 4T, ello incluso sin la necesidad de instrumentar una reforma fiscal progresiva, como impugnamos un gran número de economistas.

Los esfuerzos de la presidenta van en ese sentido con el Plan México, en el que se concibe que la participación del sector empresarial es trascendente para ampliar el PIB. Si bien el mercado no lo es todo, tampoco lo es todo un Estado que fragmenta a las clases sociales y que inhibe el concurso empresarial en el desarrollo económico. Sólo hay que recordar que la inversión privada representa alrededor de 90% de la inversión total y que justo lo que se quiere es alentar su crecimiento.

En el corto plazo es posible que exista contrariedad por la decisión de hacer efectivo el pago de impuestos al Grupo Salinas, generándose la idea de que la 4T tiene un cariz antiempresarial. Se inculpará al nuevo poder judicial y se propagará una narrativa falsa para enfrentar al gobierno federal con la iniciativa privada. Tratarán de sembrar cizaña y de debilitar la confianza que se concibe como necesaria para avanzar en los planes de crecimiento económico del país.

Para afrontar esa narrativa en medios y en redes sociales será indispensable plantear una estrategia de comunicación social, aclarando, entre otras cosas: que los adeudos fiscales provienen desde hace 16 años, sumando ahora la cantidad de 74 mil millones de pesos; que los fallos a favor del Servicio de Administración Tributaria (SAT) y del Gobierno Federal, que hasta ahora se tienen, los dio el anterior poder judicial; y que no existe carga confiscatoria alguna cuando la evasión y el impago procede de adeudos que se han acumulado durante tantos años. Menos se vale que un evasor contumaz como el señor Salinas Pliego se queje de los deficientes servicios públicos o de que las calles no estén bien pavimentadas. Eso es cinismo, para exigir hay que cumplir primero con las obligaciones fiscales.

Es importante hacer a un lado el falso dilema entre Estado y mercado, más cuando existen intereses creados por grupos conservadores o ultraconservadores para generar duda o confrontación, concibiendo que más Estado significa menos libertades y menos democracia; como si la pobreza o la desigualdad no hicieran una mayor mella en nuestro sistema democrático y en nuestras libertades. Ante el dilema incierto, lo que verdaderamente importa es darle un cauce objetivo al modelo de progreso compartido propuesto por la presidenta Sheinbaum. Este modelo solidario merece un largo aliento.