Hoy lunes, apreciado lector, esta opinión estará disponible desde muy temprano, antes de que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, rinda su Primer Informe de Gobierno. El propósito es hacer el ejercicio entre lo que un ciudadano quiere oír de su presidenta y lo que ésta quiere informarle. A media tarde se podrán ver las posibles coincidencias.

El Primer Informe de Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum representa, más que un recuento de logros y retos, una oportunidad para renovar la visión en el proyecto de país. Frente a las complicaciones de la pandemia, la inseguridad, la desigualdad y la creciente desconfianza en las instituciones, este Informe debe contener no sólo cifras, sino soluciones contundentes que hablen al corazón de las necesidades de los mexicanos.

En primer lugar, es indispensable que el Informe incluya soluciones firmes y viables para garantizar la seguridad, la educación y la salud pública al máximo nivel para todos. Como en Dinamarca, se ha dicho. ¿Por qué elevar estos temas al núcleo del Informe? Porque sin seguridad no hay éxito posible; sin educación pública de calidad no hay movilidad social; y sin salud pública eficaz no hay bienestar sostenible. Estas tres vertientes son pilares del contrato social que el Estado tiene con sus ciudadanos y se debe garantizar de manera equiparable en todo el territorio. No es una elección, es una obligación moral y política.

En segundo lugar, la presidenta debe imponer una política económica decidida de desarrollo del mercado interno, con equidad y justicia social en la distribución del ingreso. México no puede permitirse más crecimiento que solo beneficie a unos cuantos. El apoyo y la inclusión económica de las pequeñas y medianas empresas, la inversión en comunidades marginadas y el impulso al consumo responsable, deben estar en el centro del modelo de desarrollo. Solo así logrará cerrar las brechas de la desigualdad y pobreza que nos aqueja y construir un país donde el progreso se refleje en un mejor nivel de vida para la mayoría ciudadana. La equidad, no la igualdad que hoy es un concepto utópico, no es caridad, es justicia que pone a prueba la capacidad de crecer a largo plazo como sociedad.

No menos importante es la imposición de un castigo severo a quien haga mal uso de los recursos públicos. La corrupción ha sido la piedra angular de la desconfianza ciudadana. Si se quiere reencontrar la confianza en el Estado, es necesario demostrar que éste no tolerará dinero manchado ni impunidad. En el Informe, la presidenta tiene la oportunidad de comprometerse con mecanismos transparentes, fiscales y judiciales dinámicos y sanciones ejemplares. Solo así se recuperará el tejido institucional, fracturado por años de impunidad.

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Así también, este Primer Informe al pueblo de México debe volver a decirse desde la tribuna de la Cámara de Diputados, con la presencia de todos los expresidentes. Esta fórmula tiene un valor simbólico profundo. La tribuna es el corazón del Poder Legislativo; informar desde ahí, refuerza el mensaje de que el Informe no es un monólogo presidencial, sino un acto republicano, de rendición de cuentas ante representantes elegidos por la ciudadanía. Que asistan todos los expresidentes refuerza esa idea de unidad institucional, de alternancia y convivencia en el ejercicio del poder y envía un mensaje claro: más allá de las diferencias políticas e ideológicas, el compromiso con la nación es indivisible. Los símbolos son tan poderosos como los contenidos.

Este Primer Informe, por ende, no debe limitarse a cifras. Debe ser un llamado urgente a la seguridad, para vivir sin miedo; a la educación, para que nuestros hijos tengan herramientas de progreso; a la salud, para que sobrevivan y prosperen en plenitud; al desarrollo equitativo, para que el crecimiento sea compartido; a la justicia, para que el Estado no se convierta en botín y, finalmente, a la política como recinto de diálogo, memoria y rendición de cuentas, reafirmado desde la tribuna y en compañía de quienes han sido parte de esta historia republicana.

La responsabilidad de este gobierno es histórica. El reto, monumental. Pero también lo es la oportunidad de demostrar que con voluntad política, convicción social y responsabilidad institucional, sí es posible construir un México más seguro, equitativo y digno para todas y todos. Así, la Presidenta Sheinbaum tiene ahora la posibilidad de cambiar el rumbo: que su Primer Informe de Gobierno, no solo sea de esperanza, sino también de promesa cumplida.

Ponte Xux

1. Alito y Noroña deben ser destituidos. Es una gran oportunidad de establecer límites, no a libertad, si no a las formas de expresión.

2. ¡En política la forma es fondo! Jesús Reyes Heroles.

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