Los delfines son considerados uno de los animales más inteligentes del planeta. Viven en grupos

y se encuentran normalmente en lugares en los que abunda el alimento. Pueden establecer fuertes lazos sociales, se cuidan entre sí y protegen a alguno que se encuentre herido o enfermo, lo ayudan a respirar y lo auxilian para llegar a la superficie en caso necesario.

Los delfines utilizan los sonidos para comunicarse y orientarse y alcanzan a sus presas por medio de la ecolocalización. En la especie Tursiops truncatus, se ha demostrado que los integrantes de  ésta poseen su propio silbido que equivale a un nombre y que sirve para llamarse.

Son seres capaces de interactuar con el hombre; se han conocido historias increíbles sobre ellos. La mayoría pensamos que los delfines son animales amigables y simpáticos, pero estas alegres criaturas tienen una vida secreta, una vida oscura y no son lo que aparentan ser, en realidad son seres malvados...

Los seres humanos no somos los únicos que consumimos drogas, también lo hacen los delfines. Siempre andan en grupos que superan los mil integrantes. Siendo estos animales tan inteligentes, utilizan su ingenio para narcotizarse consumiendo con cautela e ingenio la toxina del pez globo, según los resultados de los estudios realizados por Rob Pilley. Los delfines saben lo que están haciendo y consumen lo necesario de esta poderosa sustancia, más potente que el cianuro, para su diversión. Los cetáceos, agrupados en gran número, capturan al pez globo y tras masticarlo cuidadosamente, se lo pasan entre sí, como si de una pelota se tratara, liberando durante el juego una pequeña cantidad de toxina que al ingerirla los hace entrar en un estado de trance. Como resultado dan vueltas y vueltas cerca de la superficie, entretenidos y embelesados por su propio reflejo, actuando de manera diferente, alucinados, extasiados.

Los delfines, como los humanos, tienen relaciones sexuales por placer. Están ávidos de sexo, hacen cualquier cosa por conseguirlo, buscan a las hembras y en grupo las violan, un abuso que puede prolongarse por días. Atemorizan a la hembra, la acorralan y, en caso de que ésta quiera escapar, la golpean con violencia y le provocan diversas heridas.

Son transmisores de enfermedades sexuales que lastiman a todo el grupo porque tienen sexo constantemente y son sumamente promiscuos.

Los delfines cuello de botella asesinan sin piedad, atacando a otros de menor tamaño y lo hacen de manera brutal. También se ha comprobado que los machos asesinan a sus crías: saben que al matarlas, la hembra querrá volver a embarazarse.

Son crueles además, porque matan a crías de otros animales marinos o a especies más pequeñas y lo hacen por placer, no por hambre.

Los delfines machos participan en actos de agresión por la competencia de las hembras.

Estos animales pueden pasar días en vela para estar observando todo lo que pasa a su alrededor y así aprovecharse de otras especies o de los suyos, dispuestos a atacar en cualquier momento.

Estos seres amistosos y alegres, de sonrisa permanente, en realidad actúan como unos psicópatas, disfrazados de inocencia. Así que cuando te encuentres con algún delfín, no te dejes engañar por su carisma.