Se están formando distintas mesas de negociación en la antesala de la revisión del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), con el nuevo gobierno del Trump 2.0.
Es una situación inédita que un tratado comercial establezca reglas laborales tan directas y claras como lo es el anexo 23-A de este tratado que impuso Donald Trump en su primer mandato, como parte de la estrategia de los sindicatos norteamericanos para evitar las prácticas de desigualdad laboral y salarial que vivimos en México durante los 40 años de periodo neoliberal, en donde se tenía la idea de crear un país maquilador con salarios de miseria y condiciones precarias, como anzuelo a la inversión extranjera, es decir, un Taiwán tropicalizado.
Uno de los temas de la mesa laboral serán los Mecanismos Laborales de Respuesta Rápida (MLRR), mediante los cuales los sindicatos y trabajadores pelean la violación de la libertad sindical, mismos que han atendido una decena de asuntos en el ramo de la industria automotriz, pero se ha ampliado el criterio a servicios, aplicando la condición de que si la empresa tiene capital norteamericano y pertenece a un corporativo de ese país, sin importar el ramo, se puede revisar su actuación en México respecto de estos derechos colectivos.
Los empresarios en México han puesto el grito en el cielo porque ya no los dejan manipular los contratos colectivos junto con los sindicatos charros, por lo que piden mayor flexibilidad y que ya se elimine esta herramienta jurídica de la relación bilateral. Por su parte, la Secretaria del Trabajo sigue su papel de patiño del sector patronal, pues es la responsable directa de estas violaciones, junto con el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, ellos han avalado esas actuaciones y emitido resoluciones favorables que luego tienen que modificar por que viene la resolución del MLRR. La última puntada fue quejarse porque los regañaron por su actuación ilegal en el caso de la empresa Atento Servicios.
Lo cierto es que será imposible que estos mecanismos cambien, recordemos que el departamento de Estado acaba de emitir un análisis de la situación de los derechos humanos en México, y en un capítulo especial sobre la situación laboral señala de manera puntual todas las violaciones que se están cometiendo a los trabajadores de México de manera sistemática, ante la pasividad y complacencia de las autoridades laborales federales y estatales: contratos de protección, subcontratación, no pago de derechos y prestaciones, juicios lentos y eternos, etc.
El equipo que operó la aplicación de la reforma laboral en el sexenio pasado para cumplir el anexo 23-A le vio la cara al presidente Andrés Manuel, le dijeron que con la reforma legislativa salían del problema, tomaron el control de todo el aparato laboral, negociaron y se confabularon con patrones y centrales obreras para simular la aplicación de las reformas y el resultado está a la vista, ya los reprobaron porque no se hizo nada de fondo.
La delegación de México irá en unos meses con las manos atadas, no tiene argumentos para rebatir los señalamientos a los derechos humanos laborales que hace Estados Unidos, que además son ciertos y puntuales, se quedan cortos ante la realidad que viven los obreros mexicanos. Como siempre llevarán a un grupo de líderes sindicales rancios y longevos que no sirven ni de adorno, se pasearán por Washington y regresarán junto con los representantes patronales y autoridades con la cola entre la patas, aceptando todas las imposiciones que se establezcan en el nuevo tratado en materia laboral.



Parece mentira que sea un gobierno extranjero, el de Estados Unidos, quien dé la cara y vele por los derechos laborales en México, sobre todo cuando toda la gran industria es de capital norteamericano.
X: @riclandero