En un brillante artículo titulado “AMLO obligó a México a confesar sus pecados. Claudia, a destruir el confesionario” publicado ayer en este medio, Federico Arreola describe de manera excepcional el dilema que enfrenta la presidenta Sheinbaum para consolidar su presidencia y la transformación de un México agonizante.
Citando el libro Hijos de nuestro barrio, del egipcio Naguib Mahfuz, explica en dónde se encuentra la presidenta: entre rufianes-caciques violentos o redentores que exigen sumisión. Los primeros los describe como prianistas, el segundo no hay duda, es AMLO.
Los redimidos
Arreola señala que Andrés Manuel pensaba que cualquier bandido del viejo régimen prianista se purificaba por renunciar a su pasado para apoyar a la izquierda. Una posición racionalmente indefendible.
Personajes como el líder sindical Pedro Haces, el diputado y cacique zacatecano Ricardo Monreal, Alfonso Durazo, Layda Sansores, hija de uno de los más nefastos caciques en Campeche; Manuel Bartlett, Alejandro Gertz Manero, Américo Villarreal, Julio Menchaca, Javier Corral, Los Yunes, los Salgado; el PVEM con Manuel Velasco, el Niño Verde, Ricardo Gallardo, Mara Lezama; el dueño del PT, Alberto Anaya; Movimiento Ciudadano de Dante Delgado, alfil de Manlio Fabio Beltrones y de su hermano político Ricardo Monreal y muchos más, son verdaderos rufianes, caciques y violentos, que tratan de poner contra la pared a la presidenta Sheinbaum, más ahora, a punto de definirse las candidaturas para la elección del año 2027.
El redentor
Por otro lado, Sheinbaum se enfrenta al poder de AMLO, el redentor que exige sumisión, complicidad y que no se mueva ni una coma, porque siente que pierde el halo divino y con ello, el poder.
Arreola, a través del libro de Mahfuz, explica que el estilo mesiánico de AMLO exige “humillarse si el poder se presenta con rostro tan angelical que debe ser aceptado acríticamente o sufrir las consecuencias”.
La presidenta se encuentra entre dos fuegos brutalmente destructivos, que generan alta preocupación: “Pero, claro está, la presidenta deberá tener cuidado al renunciar a ser cacique. Evitar, por ejemplo, ciertas conductas, modélicas en el caso del chileno Salvador Allende, pero que analizadas adecuadamente resultaron ingenuidades”.
Y en lo que parece un mensaje claro a personajes como Pedro Haces que presume haber llenado el Zócalo en los festejos del arribo de la 4T al poder, o de aquellos que apoyaron campañas de Morena con recursos de procedencia ilícita, acarreos, compra de votos y movilizaciones de grupos clientelares, expone: “el reto, en México, es combatir la corrupción alejando a los operadores corruptos que tanto apoyaron, en las victorias, a Morena. Por riesgoso que sea intentar marginarlos, ya no se les debe tolerar”.
La cita que ofrece Arreola del investigador social Karl Popper, es precisamente la salida que tendrá la presidenta Sheinbaum: modificar el poder moral o caciquil, para convertirlo en institucional.
En su texto lleno de mensajes cifrados y no tanto, el periodista deja ver que ya no es necesario que se disputen el poder los caciques violentos y quien mesiánicamente se autoproclama con superioridad moral. Lanza un mensaje como de tregua, advirtiendo que si se siguen destruyendo acabarán sin nada, y la presidenta correrá la suerte que en su momento sufrió Salvador Allende.
Por ello, insiste en algo que el país requiere y urge instaurar: sacudirse a estos dos polos y convertirlo en instituciones que perduren.
La historia
Cabe señalar que, en el siglo XX, se presentaron al menos dos escenarios similares y en ambos, la salida fue por la vía institucional.
La primera fue con el general Lázaro Cárdenas quien enfrentó los polos que se disputaban el poder, el del líder máximo de la Revolución, Plutarco Elías Calles, a quien AMLO ha tratado de emular como líder carismático y controlador.
Calles, que vivía en la colonia Anzures, mando a poner algunas pancartas y pintas cerca del Castillo de Chapultepec: “El que gobierna vive aquí, pero el que manda vive enfrente”. La frase resumía la realidad política de entonces, mientras el presidente (Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez) residía en la casa oficial, Calles, desde su hogar, dirigía los hilos del poder.
Del otro lado, estaban los militares, diversas agrupaciones y partidos políticos que buscaban el poder por la vía caciquil y violenta. La salida del presidente Cárdenas fue la misma que propone Popper, convertir esto en instituciones que perduren. Así lo hizo, dando vida institucional al país. Incluso hasta el Partido Nacional Revolucionario (PNR) fue convertido en Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El segundo episodio ocurrió con el presidente Ernesto Zedillo. Cuando los caciques violentos asesinaron cobardemente al candidato reformador y Salinas, un presidente egocéntrico y narcisista quería controlar todo, arribó a la presidencia Zedillo quien, al fortalecer las instituciones de la República, dio vida institucional a la República generando estabilidad en las décadas subsecuentes.
Como lo dice Federico Arreola, Sheinbaum ya no puede actuar así. Ella debe ser anticacique y renunciar a la fábula de que todo lo que hace la 4T es correcto, porque el fin justifica los medios, para abrir paso a la recuperación de la vida institucional y democrática del país de una vez por todas.
X: @diaz_manuel




