Una persona de experiencia me recomendó, alguna vez, no practicar la psiquiatría en el periodismo. Más allá del concepto facilón de esquematizar a personajes como Javier Milei y Donald Trump desde el concepto de la “locura”, es prudente analizar las actitudes contradictorias de personajes que llevan a los países que gobiernan al borde de un colapso, así como del “impulso de la muerte” que lleva a alguna parte del electorado a votarles.

Tal y como era previsible, las políticas arancelarias de Donald Trump han llevado a su país al borde de un colapso económico. Su guerra económica contra China ha llevado a la potencia asiática a dejar de comprar soya a los agricultores estadounidenses y a diversificarse hacia otros mercados como Brasil. Mientras tanto, la apuesta a la burbuja económica de la mal llamada Inteligencia Artificial está cobrando nuevas víctimas: 30 mil empleados tecnológicos y administrativos en Amazon, el mayor despido masivo de la historia. UPS, el gigante internacional de paquetería y envíos, anunció más de 48 mil ceses de personal.

Y así, de un simple plumazo, decenas de miles de familias se quedan sin un sustento en medio de la peor crisis de costo de vida en lo que va del siglo en los Estados Unidos. Reemplazados por algoritmos mediocres que no pueden evitar cometer errores constantes y “alucinaciones”.

Poca tranquilidad pueden tener los estadounidenses de la respuesta de Trump ante estas crisis múltiples. El presidente, en medio de un total hermetismo por parte de quienes le rodean, admitió haber recibido un estudio de resonancia magnética hace unos días, mismo que se aplica para personas con principios de demencia, Alzheimer o que han sufrido de eventos cerebrovasculares.

Se viene un colapso y Estados Unidos “no tiene las cartas”.