Si tuviera oportunidad de conocer a Claudia Sheinbaum y hacerle unas preguntas, le diría: ‘Es una tarea titánica el gobernar a la Ciudad de México. ¿Cómo, entonces, compaginar —pretender hacerlo— jefatura de gobierno y pre pre pre campaña electoral?”

“Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro.”

MATEO 6:24

Las leyes se hicieron para cumplirse

Una tragedia más en el Metro de la CDMX. El saldo oficial al momento: más de 50 lesionados y una persona fallecida.

Mientras las preguntas se agolpan, debemos entender que esto no es un asunto aislado. Tampoco nuevo. Estos “incidentes” han ocurrido antes, durante muchas décadas.

¿Debemos aplicar entonces el dicho “mal de muchos, consuelo de tontos”? Sí y no. Este accidente en la Línea 3 del metro capitalino es parte indisoluble de lo que sucede en la Ciudad de México y la responsabilidad de este gobierno, así como de los gobiernos anteriores que, resulta, han emanado del obradorismo…

Creo firmemente, también, que las leyes —en este caso las electorales— se establecieron por algo. Tantas cabezas y tanta hechura detrás para diseñarlas no debiera despreciarse por una causa, así sea la de la “cuarta transformación”... Y entre ese “algo” al que me referí antes está lo siguiente: quien detenta un cargo público, ya sea por elección popular o por designación, no debe dedicar tiempo, energía, atención, esfuerzo, recursos en promocionarse para un siguiente cargo. Y no se trata únicamente de los dineros públicos —el posible desvío de estos— sino de que quien sirve a dos amos —ciudadanía y electores potenciales, en este caso— termina por no servir a ninguno.

Carroña

Pero vamos más allá. Dirijámonos a donde las miradas no apuntan, aunque debieran: la tragedia de la L3 potencializa los costos que surgen de una sucesión —¡tres años! adelantada— que determinó única y exclusivamente una persona: Andrés Manuel López Obrador; nadie más. Las corcholatas sufrirán un desgaste sin precedentes por el tiempo que tendrán que cuidar su trabajo y a la vez estar en la mira de la ciudadanía y de las otros contendientes. ¿La natural consecuencia de ello? Cualquier cosa que salga mal en el terreno de los pre pre pre candidatos, será —y con razón— criticado de manera sobredimensionada.

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La carroña” política que ocurre a partir de esta tragedia es consubstancial a un proceso electoral que el propio Andrés Manuel decidió adelantar. Absolutamente lógico, absolutamente humano, absolutamente natural.

López Obrador es la definición misma de un “animal político”; sabe perfectamente que cualquier funcionario público que lleve tanto tiempo en campaña (o como quieran llamarle a eso que hacen las corcholatas y otras figuras políticas de todos colores y sabores) sufrirá un desgaste brutal y, además, significa ponerle una “diana” en la frente para que, tanto oposición como los suspirantes “afines”, busquen cómo deshacerse del competidor.

La sucesión adelantada

Lo mismo se ha hecho antes con otros políticos. Así que, si alguien se va a quejar de la carroña política, por favor volteen a ver a López Obrador. Él es el culpable por adelantar una sucesión tres años. Tres largos años donde las corcholatas no aguantarán metralla. (Para quienes digan que López Obrador sí aguantó, recordemos que él anduvo de campaña de lleno todo el tiempo, violando la ley, mas ya NO ocupaba cargo público alguno.)

La reflexión anterior obliga la pregunta: ¿por qué, entonces, AMLO adelantó la carrera?

Mis respuestas van en dos sentidos. (1) Para, de ser propicio y útil, quemar a sus corcholatas cual fusibles, de uno en uno; todo antes que quemarse él. (2) Para ÉL mantenerse en campaña, en los reflectores a pesar de que ser hoy el gobernante; un gobernante, por cierto, que en teoría representa a todos los mexicanos sin excepción ni distinción…

Concluyo por tanto con un planteamiento que he plasmado antes en otras entregas en este espacio: López Obrador nunca ha pensado en su equipo, ni siquiera en su legado. AMLO está pensando solo en él mismo porque lo que busca es quedarse en el poder. Ya sea él como individuo o por interpósita persona. ¿Cuál pueda ser esta? Eso es lo de menos.

¿A quién culpar?

Si hay alguien a quien culpar de esta nueva tragedia es a AMLO. No nos distraigamos demasiado con sus corcholatas (Claudia Sheinbaum en esta ocasión). Ella, en todo caso, comienza a recorrer su ocaso.

Pero ella, como otros, son marionetas. Esa ha sido su utilidad. Concentrémonos por un momento y veamos todo el panorama: el titiritero es el titular del ejecutivo; también el que ha dictaminado la austeridad, entre otras la de la CDMX y de su Sistema de Transporte Colectivo.

Todo lo anterior no quiere decir que hay que exculpar a los títeres. No. Pero sí significa que es nuestra obligación ir más allá. Y este ver más allá invariablemente lleva a un culpable principal: el mismo López Obrador.

Tampoco culpemos a la oposición, a la prensa, a los morenistas competidores. La competencia —y en ello hacer pedazos al que en este momento está en el suelo— es parte de las reglas de la contienda. Reglas que escribió López Obrador al adelantar tanto los tiempos de la carrera.

¿Para qué te eligieron, Claudia? ¿Para ser candidata o para ser funcionaria? Las dos cosas al mismo tiempo no se pueden; tampoco, por cierto, se deben.

Claudia ha caído en la trampa de AMLO y con ello, al ser puntera en Morena, se convirtió en automático en “el eslabón” más débil del partido, no en el más fuerte.

Si queda algo por salvar es, hoy más que nunca, dedicarse exclusivamente a ser una estupenda jefa de gobierno de la Ciudad de México. Estar de tiempo completo en la ciudad que gobierna, enfrentando los problemas que surjan, las cuitas cotidianas. Estar al pie del cañón desempeñando un puesto que la exige jornadas de tiempo completo.

Claudia ganaría —habría ganado más— si en lugar de salir los fines de semana a los confines de la República para darse a conocer, se quedara gobernando y monitoreando la CDMX. Obtendría más votos si lograra componer el deteriorado Metro y si la ciudadanía comprueba que la inversión realizada empieza a resolver los múltiples problemas que arrastra (y descarrila) al mismo.

El sistema público de transporte que diariamente mueve a millones de personas requiere atención urgente. Lo cual es casi imposible de realizar cuando el presupuesto sufrió una reducción del 15% en los últimos dos años… (Por cierto, el que Sheinbaum esté en campaña electoral solo abona a las suspicacias sobre a dónde y a qué se destina la reducción en el presupuesto capitalino antes mencionada.)

La mala operación, pésima revisión, supervisión y falta de mantenimiento ha cobrado una nueva víctima que se suma a las del 3 de mayo de 2021.

Claudia Sheinbaum ganaría más /perdería menos si su actuar fuera en ESTRICTO apego a la ley. Hoy más que nunca se requieren líderes que respeten la norma (y la hagan respetar). Ya lo he dicho y lo sostengo.

Lecciones y vaticinios

Mientras la jefa de gobierno capitalino no haga ni entienda lo antes señalado; mientras sus asesores insistan en que siga de campaña y escuche los llamados a ser contendiente, los problemas de la Ciudad de México continuarán.

Mientras la Fiscalía de la Ciudad de México no finque responsabilidades sobre los responsables (Florencia Serranía del 2021 y el Ingeniero Guillermo Calderón, actual director del Metro), la impunidad que azota al país seguirá pesando en las aspiraciones de Claudia Sheinbaum. (Irónicamente, hoy que la fiscalía está inmersa en el descrédito por el manejo político del asunto Esquivel Mossa es cuando se requeriría una investigación autónoma; una dependencia que pueda deslindar responsabilidades y exigir reparaciones).

Mientras el Metro no reciba los mantenimientos debidos, mientras no se atiendan las denuncias presentadas por los usuarios, este tipo de accidentes se repetirán con mayor frecuencia y las aspiraciones de Sheinbaum se verán seriamente cuestionadas.

¿Será que CS no se han dado cuenta que la mejor manera de ganar una candidatura y luego la Presidencia es trabajando en y en pro de la capital?

¿No ha aprendido la lección: el presupuesto vital no se puede disminuir aduciendo austeridad? ¿Que el Metro requiere CRECIENTE presupuesto, mantenimiento, inversión —vagones, máquinas, rieles, conductores y tecnología—?

La otra tragedia

Desafortunadamente para la seguridad de los usuarios del Metro de la CDMX (5 millones diariamente), las prioridades de la 4T no radican en invertir en el STC sino en organizar conciertos, sean los de Grupo Firme o los Ángeles Azules…

Y la prioridad principal de López Obrador radica en quemar corcholatas cual fusibles y asirse a la Presidencia.

El Metro está desbaratando a la candidata, si bien —antes— la candidata dejó que AMLO destruyera a la jefa de gobierno...

Reitero la pregunta que la doctora Sheinbaum debe hacerse: ¿para qué se le eligió? Solo en usted está la respuesta.