La política mexicana parece estar atrapada en un bucle donde el nombre de Andrés Manuel López Obrador sigue dominando titulares y debates, incluso después de haber dejado la presidencia. Lo ocurrido esta semana lo confirma: en lugar de hablar de los retos del México de hoy, se volvió tendencia un rumor sobre la supuesta mudanza de Beatriz Gutiérrez Müller a España, noticia que fue desmentida por ella.

Beatriz lo dijo con claridad, vive en México, y el país tiene asuntos mucho más importantes que discutir. Sin embargo, algunos sectores mediáticos insisten en alimentar controversias que orbitan en torno al expresidente, en lugar de enfocar sus reflectores en lo urgente: la reducción de la pobreza, la seguridad, el desarrollo económico y el fortalecimiento de nuestras instituciones.

La obsesión con el pasado político es un lastre que impide a México avanzar. Cada minuto invertido en desmentir rumores es un minuto perdido para explicar estrategias de crecimiento, atender la desigualdad o delinear una visión de futuro. Resulta paradójico que, mientras se presume la entrada a una nueva etapa con un nuevo gobierno, gran parte del debate público siga girando alrededor de un personaje que ya cumplió su ciclo.

Beatriz Gutiérrez Müller, con razón, rechazó la narrativa que la coloca en el centro de un escándalo artificial y acusó a la oposición de recurrir al mismo desgaste de siempre. Y es que, más allá de afinidades políticas, hay algo cierto: seguir hablando de lo mismo no le aporta nada al México del presente.

Es momento de voltear la página. El pasado es pasado y debe ser evaluado en su justa dimensión histórica, pero no puede seguir siendo la medida de todas las cosas. Claudia Sheinbaum tiene un país que gobernar, desafíos reales que enfrentar y una ciudadanía que espera resultados concretos. El periodismo, la oposición y la opinión pública harían bien en exigir cuentas sobre lo que ocurre hoy, no en alimentar fantasmas de ayer.

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Si de verdad queremos un México distinto, debemos dejar de mirar por el retrovisor. El debate público debe centrarse en lo que se construye, en lo que falta por hacer y en cómo resolver los problemas que aquejan a millones de mexicanos. Seguir atados a la sombra de López Obrador no nos permite caminar hacia adelante.

El México de hoy exige que hablemos de México, no de su pasado.