El presidente de México regresó a sus conferencias matutinas este viernes, luego de una corta, cortísima en opinión, convalecencia. El covid, aún con vacuna, no es cualquier cosa y las reinfecciones van minando la resistencia de quienes la padecen.

Aún así, AMLO regresó a tambor batiente, para suspiro de aquellos a quienes ya les urgía que el secretario de Gobernación no tuviera ese foro de alcance internacional y repartió a sus adversarios y malquerientes, incluyendo a quienes le desearon el mal por su enfermedad.

El mandatario “repartió” y les dio hasta para llevar a los fallidos “organismos autónomos”; a los senadores del PAN que están haciendo una “piyamada”, o “plantón” de protesta, comparándolos con los de FRENAA y sus casas de campaña vacías y a Felipe Calderón y a Enrique Peña Nieto por la vergonzosa compra del avión presidencial.

El presidente también tundió a los medios carroñeros que especularon miserablemente sobre su estado de salud, señalando en específico al columnista Riva Palacio, quién llegó a difundir rumores sobre un inexistente “derrame cerebral”, para después justificarse echándole la culpa a sus (¿inexistentes?) “fuentes” sobre sus mentiras.

Mientras tanto, al presidente le resta una cuarta parte de su sexenio y, sin temor a equivocarte, todos, incluyendo sus adversarios, lo van a extrañar.