“La austeridad, como el champagne, se sirve… pero solo para la foto.”
MI REFLEXIÓN
“Y con la resaca a cuestas vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas.”
JOAN MANUEL SERRAT (¿Y LOS LÍDERES SINDICALES?)
El cumpleaños de Haces en Madrid desafía la austeridad 4T. Pero no le hace… ¡Que corra el champagne! Vino, licores, todo lo que embriague… la vida es un carnaval y más vale exprimir hasta la última gota. Y claro, bajo ese razonamiento, ¿qué mejor que celebrar con los amigos en uno de los hoteles más caros de Madrid? (tal y como lo consignó el columnista Claudio Ochoa en su último artículo para El Universal). Que gocen de lo bueno y, después, cerrar con una pachanga inolvidable.
Hasta ahí, cualquiera podría decir: “ojalá yo también pudiera”. El problema comienza cuando ese dineral —que presumirán viene del “emprendimiento”— tiene como punto de partida a un líder sindical y, por lo mismo, de nuestro impuestos. Las tasas trabajando para que se beneficien unos cuantos. No olvidemos: Pedro Haces no solo es diputado federal y empresario, sino también líder sindical. Y con semejante boato, las preguntas sobre qué dineros son los que se están desviando empiezan a chamuscar a la 4T y a Morena.
En Madrid estuvieron, según parece —no confirmado— todo pagado por Haces, la ministra plagiaria Yasmín Esquivel, su esposo José María Riobóo (constructor y amigo del régimen), el diputado Enrique Vázquez (que después se fue a Ibiza a prolongar el bacanal), y Ricardo Monreal, quien se regaló un desayuno “barato” de 100 euros… más de dos mil pesos.
Insisto: hasta aquí, cualquiera soñaría con invitar a sus amistades al lujo absoluto. Pero hay un detalle, uno chiquitito llamado Ley General de Responsabilidades Administrativas (art. 7 fracción II, arts. 40, 52 y 66), que prohíbe de manera absoluta que un servidor público —sí, incluye ministros, diputados y senadores, porque supuestamente están para servir, ¿no?— reciba obsequios, viajes, estancias o regalitos de cualquier monto por motivo de su cargo.
No faltará el listillo que diga que todo fue “a título personal”, por amistad, cortesías varias. Pero como la ley no distingue entre “compadres” y “colegas en funciones”, la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno tendría que, al menos, investigar. Con mayor razón si sucede en el extranjero.
La “justa medianía” de Juárez sabemos viaja en helicóptero para llegar a reuniones, o vota desde un avión rumbo a Estados Unidos —como el diputado morenista aquel, Roberto Ángel Domínguez Rodríguez, en julio pasado—. Y de la “austeridad franciscana” mejor no hablemos, no vaya a ser que a mis lectores se les indigeste el foie gras.
No se trata de la fiesta en sí, sino del tren de vida que Haces ha mostrado, y siempre rodeado de legisladores de la 4T: la comilona en su rancho con todos los diputados en diciembre, la reunión en otro hotel de lujo para “cerrar el periodo legislativo”… y todo mientras se le identifica como el principal “facturero” y operador de outsourcing del país. Dos actividades prohibidas por ley, la segunda desde el sexenio pasado.
Por eso este exceso no puede continuar. No se trata de prohibir el outsourcing o las facturas falsas para “erradicar la corrupción”, sino de pasarlas a manos amigas. O al menos eso parece.
A la presidenta Claudia Sheinbaum ya no le queda otra más que actuar. Lo digo en serio. Y no pidiéndoles humildad o medianía —eso es como pedirle a un tiburón que sea vegano—, sino poniendo un alto definitivo: outsourcing, facturas y viajecitos incluidos. Y sí, eso empieza por QUITAR a Pedro Haces.
Esta es una de esas ocasiones en que los de la 4T dicen que el fuero no cubre actos ilícitos. Perfecto. Queremos verlo. Queremos que demuestren que son diferentes y que no se permiten estas tropelías. Apostaría a que incluso los verdaderos morenistas tampoco quieren que sus supuestos representantes se den la gran vida mientras ellos venden gelatinas para completar la quincena.
Porque la fiesta del 2018 se les subió a la cabeza como el champagne, y no han notado que —lento, pero seguro— la gente, sí, el pueblo bueno, se da cuenta del doble discurso.
Ojalá no sea la “opulenta fiesta” en sí, sino los ilícitos detrás, lo que obligue a la presidenta (o al menos al Congreso) a hacer que Haces rinda cuentas. Pero claro, en San Lázaro ya se escucha el coro del “¡No estás solo!” y, de paso, a Fernández Noroña clamando que esto es un “complot” contra un pobre inocente.
La opulenta fiesta de la 4T, como toda borrachera, terminará. Y los ciudadanos de a pie no estamos para resacas.