“Es un gran club y tú no estás dentro”

George Carlin

“Existe una guerra de clases, de acuerdo. Pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra y estamos ganando”

Warren Buffett

Veo a muchos simpatizantes del presidente Andrés Manuel López Obrador, de la 4T y de la izquierda, lamentar o sorprenderse de la aparición de la empresaria y conductora de radio Carmen Aristegui en la presentación del libelo de los racistas Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, titulado “La democracia (sic) no se toca”.

Cómo cualquier persona congruente, fui de los que apoyaron la andanada de censura contra Carmen cuando se intentó expulsarla de la radio ante las preguntas sobre el alcoholismo del espurio asesino Felipe Calderón. Incluso, cómo imbermbe veinteañero, me tocó cubrir la conferencia de prensa de Aristegui hace más de una década, para este portal.

Sin embargo, quiero postular una hipótesis: Carmen no es “traidora”. Carmen es una mujer blanca privilegiada, con una nada despreciable fortuna producto de su portal y su sueldo que ha sido bueno -supongo que en el contexto del “libre” “mercado” que ni es libre, ni es mercado, lo mereció- en muchas ocasiones.

De Aristegui siempre hemos conocido su amistad con figuras panistas y de la extrema derecha de México. Ahí está su eterna y anquilosada panelista Denise Eugenia Dresser Guerra, difusora constante de noticias falsas, cómo cuando señaló que AMLO se había reunido con el actor Richard Gere y no con un fallecido funcionario; su amigo el ex gobernador panista Javier Corral y su impulso mediático al supremacista blanco Lorenzo Córdova Vianello, ese que se refirió a un representante de pueblos indígenas cómo “yo gran jefe nación chichimeca” y lo comparó con “Toro”, el nativo de la serie “El Llanero Solitario”.

También debemos mencionar la “puerta giratoria” de algunos colaboradores de Carmen con el golpista junior Claudio X. González, “Mexicanos contra la Corrupción”, es financiada por USAID, rama del gobierno de los Estados Unidos especializada en golpes blandos, “revoluciones de color” y otras linduras por el estilo.

La realidad es que Carmen ha mostrado el cobre desde que tengo memoria. Antes de la creación de canales en redes sociales o de portales digitales cómo este, era de lo más rescatable que había. Pero, a estas alturas, ya sabemos de qué lado de la historia está. No hay ningún motivo por el cual decepcionarse. Ella, sus amigos y la burbuja de privilegio en la que viven, depende de seguir manteniendo sus redes de complicidades, amistades y privilegios.