Tras más de dos décadas de haber sido creado, y de funcionar como el esquema mediante el cual el gobierno mexicano garantizaba poder tener recursos para aplicar en casos de emergencia y desastres naturales, el Fonden llegó a su fin.

Entre una lluvia de críticas, reclamos e incertidumbre, AMLO y la bancada de su partido se mantuvieron firmes a su plan, y extinguieron uno de los fideicomisos públicos que se consideraban más importantes.

Es cierto, como todo en el gobierno, el Fonden estaba sujeto a malas prácticas. Los recursos bajaban habitualmente a los gobiernos de los estados afectados por algún fenómeno meteorológico, donde los aplicaban prácticamente a voluntad y de acuerdo a sus censos, alcances, prioridades y ciertos criterios. Lo anterior se prestaba para que hubiera sobreprecios, asignaciones directas o malversación de recursos, es decir, llegaban los fondos y eran metidos a la famosa licuadora, para ser utilizados en otras áreas o tareas pendientes del gobierno.

Pero sea como sea, y con todos los errores, omisiones y mañas que pudiera tener, el Fonden de algo servía; representaba una especie de seguro mediante el cuál, se podía tener la tranquilidad de que en caso de este tipo de eventualidades, alguna ayuda llegaría, aunque fuera costoso o la ayuda llegara mochada, finalmente llegaba.

Por eso es que ante el paso del huracán Grace que afectó diversas zonas del estado de Veracruz, y que provocó deslaves, inundaciones y vendavales que terminaron costando vidas y afectando planteles educativos, carreteras, servicios públicos y casas particulares; y contrario a lo que muchos críticos se apresuraron a predecir, el Presidente López Obrador se apersonó en dicha entidad para poder cerciorase de que la nueva estrategia de gobierno para la atención de este tipo de problemas resultará más efectiva.

Por eso, el día martes por la tarde sostuvo una reunión privada en Xalapa, con la presencia de varios miembros de su gabinete como Victoria Rodríguez, Subsecretaria de Hacienda; Manuel Bartlett, Director de CFE, Carlos Torres, Secretario Técnico de Presidencia y coordinador de los superdelegados, entre otros; así como miembros del gobierno estatal encabezados por el gobernador Cuitláhuac García. En dicha reunión cerrada, López Obrador fue claro y conciso: no se debían escatimar recursos ni esfuerzos para apoyar a las regiones afectadas.

Fue tan enérgico el llamado presidencial, que el día de ayer, apenas terminó su mañanera en Veracruz, el Secretario de Gobierno de dicha entidad, Eric Cisneros Burgos, abordó un helicóptero de la marina para sobrevolar las zonas afectadas y verificar que las brigadas ya estuvieran trabajando con celeridad. En dicha tarea, sufrió un percance al desplomarse la aeronave en la que viajaba, aunque afortunadamente no dejó heridos de gravedad, ni nada que lamentar.

Lo anterior, es un indicio que delata como el presidente sabe perfectamente que los resultados de su gobierno para atender esta catástrofe, serán observados bajo la lupa de sus críticos. Por eso es prioridad para el mandatario demostrar con este evento, que su gobierno y la nueva estrategia que diseñó, estarán a la altura para salvaguardar a nuestro país de este tipo de contingencias.

Es un nuevo gobierno, un régimen distinto; es un México, después del Fonden. Ya seremos testigos en las próximas semanas si la decisión ha sido o no acertada.

Cambios y más cambios

Circulan ya rumores de algunos cambios importantes al interior del gobierno federal para reforzar algunas acciones estratégicas, como el combate a la corrupción, y para empezar a perfilar la sucesión presidencial del 2024.

Uno de ellos, señala que habrá un cambio inminente en la Procuraduría Fiscal en las próximas semanas. El otro es aún más importante, y tiene que ver con la llegada al gabinete del verdadero tapado y delfín del presidente, rumbo a su sucesión presidencial, que lo podría llevar a hacer una escala previa en Bucareli.