Esta por cumplirse ya un año desde que 10 gobernadores de oposición se unieron para conformar un bloque que tenía como intención (por lo menos públicamente) cuidar el federalismo, proteger el equilibrio presupuestario y luchar contra cualquier abuso de parte de las autoridades federales, que pusiera en riesgo el desarrollo democrático de México.

El bloque se integró con la participación de 5 gobernadores del PAN, 2 del PRI, 1 de Movimiento Ciudadano, 1 del PRD y 1 supuestamente independiente.

En aquel momento, el proyecto prometía mucho, y estaba llamado a convertirse en el eje neurálgico de la oposición en México; con gobernadores que contaban con infraestructura, recursos y equipos; para desde ahí iniciar una lucha coordinada que tuviera como propósito principal, contener el avance de Morena en territorio nacional. Evidentemente, todo eso se fue totalmente a la basura.

La alianza no tuvo pies ni cabeza, y ante la ausencia de un verdadero liderazgo que encausara correctamente los esfuerzos, todos se terminaron dispersando en sus propios problemas, inquietudes, conveniencias, pleitos y apuestas. Los gobernadores no estuvieron a la altura de las circunstancias y terminaron exhibidos como políticos fraudulentos, que solo utilizaron un discurso lleno de promesas vacías y sin fundamento, al más puro estilo populista para ganar de manera efímera, la simpatía de sus ciudadanos.

Prácticamente ninguno de los compromisos que establecieron desde su conformación los han podido o querido cumplir, entre ellos:

- No hubo una estrategia coordinada y homogénea en cada estado para hacer frente a la pandemia, tal y como lo prometieron; pueden estar todos en semáforo rojo y sin embargo, Nuevo León cierra actividades, al tiempo que Jalisco no las restringe.

- Pidieron, exigieron y orillaron al Gobierno Federal a que les permitiera comprar vacunas para sus entidades y establecer por su cuenta un programa de vacunación propio; se les abrió la puerta a hacerlo y a la fecha, no han podido comprar una sola vacuna; ahora, ni una palabra del tema.

- Pusieron sobre la mesa y amagaron al gobierno de la República con salirse del pacto federal, amenaza que quedó en palabras y nada más.

- Prometieron que esta alianza sería un espacio de participación política y un instrumento de control ciudadano del poder. Díganme donde y cuando a los ciudadanos de esas entidades se les ha permitido opinar sobre las decisiones que en ese grupo se hayan tomado.

- Se comprometieron a ser un foro permanente de discusión sobre los temas que incluyen y afectan a los tres ordenes de gobierno; y llevan meses sin reunirse, sin sostener acuerdos y prácticamente sin existir.

Lo anterior, lo podemos todavía constatar en la página oficial de dicha alianza, que solo atestigua que los recursos públicos y el tiempo de nuestros gobernantes, es usado en ocurrencias e improvisaciones; que aunque no ajenas únicamente a ellos, si son sumamente criticables cuando se trata de mandatarios que encabezan una oposición que necesitaba legitimidad, recuperar la confianza del electorado y comenzar a construir un proyecto de alternancia que le diera un nuevo respiro democrático al país; fallaron.

Quizá parte del problema ha sido que uno por uno, cada gobernador ha ido cayendo víctima de sus malas decisiones y cálculos, como los ya salientes gobernadores de Colima o Nuevo León, otro como Javier Corral de Chihuahua, perdió su sucesión dentro de su mismo partido y ahora corre a buscar refugio en las faldas del Gobierno Federal; otros como el de Durango o Aguascalientes, están más preocupados por la elección que se les viene el año que entra; el tamaulipeco Cabeza de Vaca (quien también sale el próximo año) ha sentido las consecuencias de lo que sucede cuando se tiene la lengua larga y una cola aún más larga; mientras que los mandatarios de Jalisco, Coahuila y Guanajuato, prefieren reevaluar su posición, después de ver la dura caída y repercusiones que han sufrido sus antes aliados. Quizá el único que se ha quedado a defender el fuerte ha sido Silvano Aureoles, pero lo está haciendo solo y también a meses de su salida.

Así es como un proyecto que pretendía mucho, terminó en nada; con pura palabrería barata, sin avances, sin logros. La Alianza Federalista y sus gobernadores han sido un completo fraude; y en el camino, han terminando por dilapidar las esperanzas de un sector de la población a la que le urge que surja un proyecto político que los escuche y les de una alternativa competitiva; ante la aplanadora oficialista que con o sin buenos candidatos, marcha a paso firme y en solitario para repetir su hazaña en 2024.