Lo sucedido hace unos días en Brasil con el intento fallido de los bolsoneristas por tomar la sede del Congreso brasileño, muestra la expresión más aberrante de la antidemocracia que viene ensombreciendo a una buena parte de los países de Latinoamérica y que algunos líderes como Donald Trump o Vladimir Putin apoyaron en su momento.

El populismo destruye

No es un asunto de derechas o izquierdas, el populismo es un sistema antidemocrático encabezado por un líder carismático que promete no solo resolver los problemas, sino que ofrece esperanzas, basadas en ideas mesiánicas sustentadas en creencias religiosas, principalmente en las iglesias evangélicas, que explotan las carencias de la población y en ocasiones, por estrategia, agudizan para obtener un mayor control y sometimiento.

Los gobiernos populistas buscan destruir las Instituciones partiendo de la parte más democrática de una nación, los congresos, las instituciones de procuración e impartición de justicia y mediante la invalidación o no reconocimiento de los procesos electorales, donde ven perdido o compartido el poder frente a otras corrientes de pensamiento.

Jair Bolsonaro

Es uno de los líderes populistas que surgieron con el apoyo de Trump y comparte las mismas características y estrategias que estos gobiernos han seguido.

El intento fallido en Brasilia es reprobable, pero lamentablemente no es el primer caso.

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Bolsonaro, no reconoció el triunfo de Luis Ignacio Lula Da Silva y promovió la toma del Congreso, del Palacio do Planalto, sede de la presidencia y del Supremo Tribunal Federal, donde todo fue vandalizado, en las imágenes que circularon se pueden apreciar papeles esparcidos por el suelo y obras de arte destrozadas.

Esto lo vimos en enero de 2020 cuando Donald Trump, el mayor líder del populismo, desconoció el resultado de las elecciones que perdió frente a Joe Biden y, en un acto inédito en la democracia estadounidense, convocó a sus más radicales partidarios, como la supremacía blanca, extremistas religiosos y neonazis, a la toma violenta del Capitolio, sede del Congreso y principal baluarte de la democracia en ese país.

Ya algunos analistas han advertido sobre la posibilidad de que el ataque en Brasil se fraguara en México durante la reunión de la Conferencia de Acción Política Conservadora donde el exasesor de Donald Trump, Steve Bannon, alentó al golpe de Estado en Brasil. El CPAC de México reunió a la ultraderecha de todo el mundo y entre otros, estuvieron presentes el propio expresidente de EEUU, el líder de Vox, Santiago Abascal y el hijo de Jair Bolsonaro, Eduardo Bolsonaro.

Estos dos movimientos, no se diferencian en nada a lo que pretendió hacer en Perú Pedro Castillo, otro líder populista, quien, antes de enfrentar las cuatro acusaciones por corrupción y otra por un presunto plagio realizado en su tesis de maestría, ordenó la disolución del Congreso en una maniobra que fue calificada como “golpe de Estado” por el Tribunal Constitucional, la Corte Suprema y la Defensoría del Pueblo.

Lo mismo pasó en Venezuela cuando Hugo Chávez disolvió el Congreso y luego Nicolás Maduro lo volvió a hacer cuando estaba controlado por la oposición en 2017 o el caso de Bolivia, cuando se restringió a Evo Morales ir a una cuarta reelección, por cierto, Evo habría prometido que si perdía, se iría feliz a su casa a cuidar de su plantación de coca.

La sombra de Trump

La figura del expresidente estadounidense aún pesa en toda Latinoamérica donde tiene muchos amigos y seguidores, incluyendo a nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, que no ha dudado en manifestar su apoyo hacia el exmandatario, lo hizo al no reconocer, como lo hicieron otros presidentes, el triunfo de Biden, acto con el que mostró su respaldo a las protestas impulsadas por Trump y ha seguido la dinámica populista de atacar a los Poderes de la Unión.

Afortunadamente, si la comparamos con la de otros países, México tiene una mayor solidez institucional. Esperemos en futuras elecciones no caer en los tristes espectáculos que han protagonizado personajes como Jair Bolsonaro o Pedro Castillo, cabe recordar la advertencia de Porfirio Muñoz Ledo, el exdiputado de Morena encargado de colocar la banda presidencial a Andrés Manuel, sobre el riesgo de que el presidente genere las condiciones de un Estado fallido que implicaría la desaparición de Poderes o incluso un golpe de Estado.

Twitter: @diaz_manuel

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