“Lo más indignante de este asunto no son los errores de esa gente: uno puede equivocarse; las equivocaciones conducen a la verdad. Lo que me saca de mis casillas es que, aún equivocándose, se creen infalibles.”
FIÓDOR MIJÁILOVICH DOSTOYEVSKI
Uno nunca sabe qué demonios quieren decir los políticos mexicanos cuando hablan de “barrer”. ¿Se refieren a barrer la corrupción como una escalera —de arriba para abajo, según repetía López Obrador—? ¿Será un guiño a “La Barredora”, asociación criminal a la que está amarrado el exsecretario de Gobernación federal (y hoy líder de Morena en el Senado) Adán Augusto López Hernández? ¿O acaso hablan de cómo terminarán barridos y embarrados más de uno —Morena incluida— el día que El Mayo decida abrir la boca?
Yo sostengo que quien barre con México —es decir, quien destruye al país— es la 4T. Si barrer significa desaparecer a la nación, el gobierno lo hace con una eficacia digna de exterminador profesional. Ejemplo perfecto: haber permitido —sí, permitido— que el gusano barrenador entrara a México y barriera todo a su paso.
Por lo pronto, el chistecito cuesta más de 11.4 millones de dólares diarios al sector ganadero mexicano. Mientras tanto, el gobierno de Estados Unidos hace lo que debe: proteger a su gente. Tan es así que cerró sus fronteras al comercio de ganado procedente de México, con el consiguiente desastre económico para los estados ganaderos. ¿Y podemos culparlos? El propio Consejo Nacional Agropecuario pidió cerrar la frontera sur al ganado centroamericano.
Pero lo más grave no es el dinero. La Secretaría de Salud confirmó 41 casos de miasis en humanos provocados por la mosca Cochliomyia hominivorax, la que más tarde se convierte en el gusano barrenador. Y ya hay una primera defunción: una mujer en Campeche. El SNVE (Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica) reporta que los casos infestados se extienden en Yucatán, Tabasco, Chiapas y Campeche. Del primer caso registrado en abril al día de hoy: 41.
La respuesta ha sido reabrir la fábrica de moscas estériles en Chiapas, parte de un plan binacional. Pero eso llevará tiempo, demasiado. Urge fumigar desde el aire con moscas estériles importadas desde Panamá o Texas. No hay tiempo que perder.
La plaga no distingue: además del ganado vacuno, ya se detectó en humanos, caballos, cerdos, perros, gatos, aves silvestres, venados, jaguares, conejos… hasta una aguililla. Una amenaza no solo para la economía, sino para la biodiversidad del país. Según SENASICA, al 10 de agosto había 4,735 casos de GBG en México, de los cuales 633 seguían activos. El 80.36% en bovinos, 5.09% en equinos, 4.18% en porcinos y un 0.08% en perros, gatos y aves.
Lo trágico es que el gusano barrenador había sido erradicado de México en los noventa. Pero decisiones torpes del gobierno —como cerrar en 2013 una planta productora de mosca estéril—, sumadas a la genial ocurrencia de López Obrador de abrir la frontera al ganado y carne de Centro y Sudamérica sin certificación sanitaria, y aderezado todo con el cambio climático, trajeron de vuelta la plaga con más fuerza.
Para colmo, Estados Unidos ya confirmó su primer caso humano en décadas: un residente de Maryland que contrajo el bicho en El Salvador. Se recuperó, sí, pero es un aviso: Washington no se tentará el corazón en reforzar fronteras para evitar que el mal cruce al norte.
México y Estados Unidos han acordado medidas conjuntas para combatir el gusano barrenador antes de reabrir la frontera al ganado mexicano. Pero, claro, falta lo esencial: el trabajo de campo.
Al final, “barrer con México” debería significar otra cosa. Barrer al país de lo malo, de lo inútil, de la enfermedad. Pero no: aquí barrer significa arrasar con lo que funciona, abrir la puerta a la peste y dejar que el desastre avance.
La pregunta es inevitable: ¿qué más tiene que pasar para que la gente se indigne con sus gobiernos? Porque parece que ni con gusanos comiéndose vivos a los animales —y a los humanos— alcanza.
En México la indignación se reserva para el futbol, para los reality shows o para cuando sube el precio de la cerveza. Para lo demás, silencio. Y mientras tanto, los de la 4T barren y barren, no con escoba, sino con retroexcavadora.
La diferencia es que no barren la mugre: barren al país entero.