Vamos por partes. Primero, el Joint Venture fue el nombre de la alianza comercial entre Aeroméxico y Delta que desde 2017 les permite usar mutuamente sus infraestructuras y programas, permitiendo a los clientes de cada empresa tener una mejor gestión de sus viajes.

Sin embargo, a nadie sorprenden las “rabietas” de Donald Trump, convertidas en medidas drásticas que pretenden dar cuerpo a su memorable frase corta de mercadotecnia “America First”. Una de ellas, y a la que nos referimos el día de ayer, es que el Departamento de Transporte norteamericano (DOT, por sus siglas en inglés) puso como fecha límite el 11 de agosto para decidir si deja existir el Joint Venture, o lo cancela.

Al momento de escribir estas líneas la Casa Blanca no se ha pronunciado sobre la alianza, y aunque nada es automático, todo indica que, aunque decida cancelarla, dicha medida sería revisada, y en su caso litigada, dentro del país de las barras y las estrellas.

De nuestro lado de la frontera, y hasta donde obtuvimos información, durante las últimas semanas la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA) estuvo llevando a cabo mesas de trabajo, evaluando los posibles escenarios en caso de que ordenen la cancelación de la alianza entre Aeroméxico y Delta, desde su lugar como protagonistas de la industria, y voz autorizada en el tema.

Sin embargo, la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México (ASSA) ha estado completamente ausente, y ha sido omisa (por no decir indolente), ante el caso álgido que enfrentan Aeroméxico y Delta respecto al Joint Venture.

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Con los pelos de la burra en la mano, les puedo decir que mi sindicato, ASSA, no ha hecho absolutamente nada. La dirigencia en manos de Ada Hermelinda Salazar Loza es como un pollo sin cabeza, y los compañeros en activo me confirman que la vieron llegando de viaje el día 10 de este mes, en el vuelo 181 de Aeroméxico; incluso detallan que vestía el uniforme de sobrecargo, y llevaba un pequeño portafolio.

A la ausencia de información o comprensión sobre algo se le llama “ignorancia”. También a la carencia de cultura o conocimientos en general. Me queda claro que la actual secretaria general de ASSA ignora para qué ocupa un cargo de representación sindical, y mucho menos entiende cuál es la función de un sindicato, pues estos son temas prioritarios para los agremiados a la ASSA, ya que forman parte del contrato colectivo de Aeroméxico. Sus agremiados necesitan tener certeza de qué es lo que podría ocurrir en el futuro cercano.

Imaginen el grado de desidia de Ada Salazar, que los compañeros sobrecargos de Aeroméxico llevan once días esperando sus vales de despensa para poderlos hacer efectivos. La cláusula es clarísima: “se pagarán en la primera quincena”, esto es, se deben pagar justo cuando se deposita el salario. Pero la secretaria general acepta el argumento diciendo que la empresa no está obligada a ese plazo, y que los vales se depositan “durante la quincena”; así como lo leen, el alegato de Salazar Loza defendiendo a la empresa, en perjuicio de los trabajadores.

Para mí es claro: si un caso como este, primordial para el bienestar de sus agremiados, es dejado a un lado ¿qué nos podemos esperar de ASSA ante la posible cancelación de la alianza Joint venture? En lugar de que la representación sindical se encuentre trabajando a todo vapor, analizando y evaluando los distintos escenarios a los que se enfrentarán, Ada Salazar prefiere “nadar de muertito”.

Evidentemente la decisión no depende de ella, pero nada le cuesta tener informada a la base, a manera de prevención, y así tener más claras las medidas que podrían tomar en el cortísimo plazo, como salvaguardar las fuentes de empleo, por ejemplo.

Pongo aquí algunos detalles del Joint Venture: es una alianza que le permite al usuario comprar su boleto tanto en Delta como en Aeroméxico, con la gran ventaja de acceder a las rutas de ambas aerolíneas; como pasajero no tienes que comprar dos boletos, sino que tu decides nada más a dónde quieres viajar, y las aerolíneas se encargan de que realices tus vuelos, ya sea por la red de Delta o por la de Aeroméxico.

Es del conocimiento público que las dos líneas aéreas (Delta y Aeroméxico) habían solicitado una prórroga, pero el DOT no la concedió, dejando como fecha el 11 de agosto para resolver si la alianza continúa o se termina. Desde ayer empezaron a publicarse noticias de que todo indicaba la terminación de la alianza, pero como les explicaba, hasta ahora no es oficial, y aunque la Casa Blanca lo anhela, no tiene la última palabra.

Para entender mejor este tema no podemos dejar fuera a los actores que están ejerciendo presión para la terminación del “Joint Venture”; otras aerolíneas norteamericanas: American Airlines, por ejemplo, que no tuvo una alianza de este tipo, pero sí estuvo operando con código compartido con Interjet; otra aerolínea que está presionando al gobierno norteamericano, y acusa de “monopólica” esta alianza, es United, quien de igual manera tenía un código compartido con la antigua Mexicana de Aviación y tras su salida, se quedó “bailando”.

“America First”, dicen los gringos, y con ello quieren promover los intereses nacionales de los Estados Unidos por encima de todo, incluso aplastando a sus propias empresas. Por ejemplo, el Departamento de Transporte (DOT) ha impedido el “Joint Venture” entre Viva (México) y Allegiant Air (EUA), que llevan años haciendo esta solicitud, por lo menos desde el 2022.

Finalmente, la argumentación que utiliza el DOT para negarse a estas alianzas ha sido que “no son de interés público”, ya que consideran que son prácticas “monopólicas”.

Y justo aquí es cuando la puerca tuerce el rabo, porque la aviación norteamericana es la más grande a nivel mundial, ¡de verdad! la flota aérea mexicana no le hace cosquillas, ni sumando flotas.

No es mera percepción; vamos a los números: hasta antes de la pandemia quien tenía el primer lugar en número de aviones era American Airlines. Como todas las aerolíneas del mundo tuvo que entrar a un reajuste, que sumado a la crisis de la fabricante de aviones norteamericana Boeing, hoy por hoy ocupa el tercer lugar en cuanto a número de flota. A pesar de ello, Estados Unidos sigue a la cabeza.

En primer lugar, tenemos a United Airlines con poco más de 1,040 aeronaves. Detrás se encuentra Delta con 988 aviones, y en tercer lugar American Airlines con 967 equipos. Allegiant Air, a quien le niegan a alianza con Viva, es una aerolínea de ultra bajo costo norteamericana, con apenas 127 aviones. ¿De verdad, impedir esa alianza es una medida antimonopólica?

¡Ni que fuéramos una super potencia! Ahora bien, ¿cómo está la flota en México? En Aeroméxico, incluyendo a la alimentadora Connect, tienen en total 153 aeronaves, y como lo mencioné en la columna de ayer, Viva en la actualidad tiene 96 aviones operando.

Es muy curioso que en el país del “libre mercado y la competencia”, precisamente les de miedo dejar que el mercado “se autoregule”. A pesar de estos números aseveran que existen prácticas monopólicas que ponen en desventaja a sus aerolíneas; y la queja contra del “Joint Venture” entre Aeroméxico y Delta proviene de American Airlines y United, principalmente.

Y es que, si sumamos las flotas de Delta y Aeroméxico, sube a 1,161 aeronaves, y esto, a ojos de los otros competidores, los pone en “desventaja”. Este es el mismo argumento que utilizan para impedir el Joint Venture entre Viva y Allegiant Air, pero si “juntan” sus flotas, apenas sumarían 223 aviones. Que me disculpen en el DOT, pero honestamente no serían competencia ni para United y mucho menos para American, las principales quejosas.

Dato importante: si el DOT decide revocar el Joint Venture entre Delta y Aeroméxico, podrían perderse casi 1.8 millones de asientos entre ambas aerolíneas, de acuerdo con lo declarado a medios por el secretario general de ASPA, Jesús Ortíz, en el marco de la Asamblea General Conmemorativa del sindicato de pilotos.

Por ese motivo, desde el anuncio realizado por el DOT, en ASPA han estado trabajando arduamente barajeando todas las posibilidades que tienen ante este hecho. Siendo una prioridad el salvaguardar el empleo de los pilotos.

De confirmarse, Aeroméxico se vería obligado a hacer toda una reestructura para poder enfrentar este revés que nadie quiere, con excepción de los “necios” que están al frente del DOT y que poco entienden de aviación; esto último ya no lo dijo ASPA, es mi opinión al respecto, que sale de mi ronco pecho.

Ante este panorama, en ASSA no se ha hecho ningún trabajo. Lo dije líneas arriba, si la secretaria general no puede solucionar el pago de vales en tiempo y forma, menos va a ver cómo salvaguardar las fuentes de empleo de los compañeros. Hoy la incapacidad de Ada Salazar deja desprotegidos a los sobrecargos de Aeroméxico, a quienes ni siquiera les han informado -de forma puntual- cuáles serían las repercusiones a corto plazo.

En lugar de haberse puesto a trabajar, está viendo cómo perjudicar a todo aquel representante sindical que le plante cara. Ha reintegrado a la línea (cancelado el permiso sindical) a varios representantes sindicales que le eran incómodos, y ella por su parte se la pasa viajando sin justificación y sin rendir cuentas, a pesar de que los estatutos del gremio priorizan su trabajo en tierra.

Espero que en esta ocasión los sobrecargos no se queden impávidos y reclamen la falta de trabajo a su secretaria general, así como a la Comisión de Vigilancia, que le ha permitido hacer, deshacer y “no hacer” en la mayor de las impunidades.