En el mes de enero del 2021 Alfredo Castillo Cervantes quien fuese titular de la Conade para la segunda parte del sexenio de Enrique Peña Nieto, fue inhabilitado 10 años por la Secretaría de la Función Pública por omisión en sus declaraciones respecto a diversas cuentas bancarias a su nombre.

Dicha inhabilitación concluyó parte del ciclo en el mundo del deporte al que Castillo llegó causando una de las más grandes polémicas en el ámbito deportivo cuando en un legítimo interés de transformar y transparentar el deporte federado, decidió implementar una cruzada de mano dura contra las asociaciones civiles que representan el deporte nacional. Sin embargo, la mano dura no aplicó para su propia administración.

Al término de la administración peñanietista y bajo el discurso de la honestidad, transparencia y austeridad; el presente sexenio obradorista recibió el deporte la ex atleta olímpica Ana Gabriela Guevara quien poseía antecedentes discursivos contra la corrupción y transparencia en el deporte, suponiendo con ello que daría continuidad a los trabajos específicos respecto de la preparación, seguimiento y participación de los deportistas.

No obstante, ya pasada la primera mitad de la gestión de la 4T, la única continuidad que se ve claramente en la Conade que dirige Guevara en comparación con la administración de Castillo, es seguir con la mano dura hacia varias federaciones deportivas nacionales acusándolas en ocasiones sin fundamento y creando expedientes ficticios que terminan en largos litigios, donde al final de cuentas la Conade sale perdiendo; el negar u otorgar apoyo discrecional a deportes o deportistas de acuerdo a criterios meramente personales; dar manga ancha a algunos de sus colaboradores quienes terminan envueltos en litigios; hacer caso omiso de las verdaderas necesidades de los equipos representativos en los grandes eventos; desconocer la normativa internacional promoviendo el intervencionismo gubernamental, así como todo un gran cumulo de arrebatos y anomalías que terminan siendo negadas o tergiversadas a sus superiores y donde al final de cuentas terminan mintiendo u ocultando al presidente de la república la verdadera situación del deporte en México.

Esa es la continuidad que vive el deporte nacional, una actividad que no solo afronta la aún vigente pandemia por Covid-19, donde una correcta planeación y ejecución efectiva del recurso publico podrían hacer algo positivo por los jóvenes y deportistas quienes hoy con Guevara vuelven a recurrir a mecanismos de solidaridad ciudadana ante la vigente herencia de Alfredo Castillo, el boteo para sufragar sus gastos de preparación. Una continuidad a la que urge poner fin.

Ana ha engañado al presidente, al tergiversar situaciones deslenables de presidentes de federación, los cuales han sido desconocidos por las federaciones internacionales, Ana le miente al presidente al ocultarle la realidad en la que muchos atletas están en riesgo de perder su ciclo deportivo por la falta de apoyos, Ana generará el daño mas grande del deporte y será un sexenio marcado por la ineficacia, la ausencia de preparación y voluntad para trabajar por México.

Que no nos sorprenda que la delegación de México para los Juegos Olímpicos de París 2024 sea la de menores integrantes en los últimos 30 años. Ana navegó el barco del deporte sin rumbo, sin brújula y sin sentido, la ruta va hacia un iceberg de fracaso y de deudas para el deporte nacional. El modelo peñanietista se enquistó y lo enarbolo la ex velocista.

Ojalá el timón deportivo lo tome la capitania de la SEP o gire otra dirección el capital del país, el presidente Lopez Obrador en beneficio del deporte nacional.