Hoy, en la ciudad de Córdoba, Veracruz, la sabia frase popular “la vida da muchas vueltas” es más que una verdad de Perogrullo.

Hace poco menos de un año, en abril de 2018, la presidenta municipal de extracción panista, Leticia López Landero, dio la nota nacional[1] al negar el permiso para instalar un templete en el Parque 21 de mayo, para recibir al que el día de hoy saluda efusivamente: el Presidente Andrés Manuel López Obrador, que en aquel entonces era sólo un candidato.

Y en medio de un trato cordial, ejemplo de civilidad política, más de uno se pregunta qué hubiera pasado si AMLO no hubiera ganado la elección y otros fueran el Presidente y el Gobernador que hoy acompañan a una alcaldesa cada vez más cuestionada por sus gobernados, particularmente por los empresarios de la región, quienes han amenazado en más de una ocasión con llevarse sus empresas de la región.

Este ejercicio de imaginación vale, pues aunque el hubiera es un tiempo verbal ocioso, ni la presidenta municipal de Córdoba podría prever hace un año el descrédito que padecería actualmente ni el actual gobernador de Veracruz parece entender que no es lo mismo ser oposición que gobierno.

Cada vez es más evidente que el “efecto AMLO” -que se explica en parte por el hartazgo de la gente frente a una clase política cada vez más cínica e impune- ha sido crucial para que muchos personajes políticos que se caracterizaron por su radicalidad e inexperiencia, hoy ocupen puestos clave en medio de los mismos mítines, protestas y manifestaciones que los llevaron al poder.

       El discurso del gobernador Cuitláhuac García, cuyas poses, entonación y figura parecieran una mala copia del presidente López Obrador, se centró en retomar el discurso íntegro del Ejecutivo: “Veracruz está a favor de la guardia nacional”, dice, mientras la violencia está imparable en Coatzacoalcos, Minatitlán, Córdoba, Poza Rica y todo Veracruz, cuyo pueblo sigue a la espera de que García Jiménez haga su trabajo no solamente en este rubro, sino en el tema educativo, pues mientras aprovecha para lanzar las mismas consignas y panfletos que lo llevaron al poder, algunos servidores públicos que despachan en puestos clave en la Secretaría de Educación de Veracruz, apuestan por la grosería, el desplante, el agravio y la división para poder distraer la atención de lo verdaderamente importante: su total  inexperiencia en la tarea que les fue encomendada.

       Y justo es decir que a este nuevo gobierno se le debe dar la oportunidad de demostrar su trabajo y es deber de todos sumarnos a los esfuerzos de acuerdo a la línea de trabajo que se dicte desde la Secretaría, pero si no hay ni trabajo, ni línea ni trato digno a los docentes, es muy difícil tratar de hacer equipo con la actual administración, pues también hay que decir que la estrategia pareciera aplicar la segregación y el ostracismo a quienes no son de la misma línea política de quienes actualmente tienen el poder en la entidad, pues es evidente que en la Secretaría de Educación, a los docentes se les brinda un trato diferenciado según la afiliación política del trabajador.

   Y de repente, parece que en Veracruz se padece “el efecto Penélope”, pues el trabajo que el Presidente López Obrador construye durante el día en Cd de México y el resto del país, aquí lo deshacen por la noche, haciendo todo lo posible por demostrar que el discurso de los adversarios (no hay oposición real) de la cuarta transformación, es cierto: Los morenos no saben (y pareciera que tampoco quieren) gobernar.

El discurso de AMLO

El discurso del Presidente es el de un verdadero estadista. Tal vez por eso se acentúa más el contraste con los dichos y consignas del actual gobernador de Veracruz.

Quien escuche hablar en persona a AMLO, no puede evitar sentir que el mensajero es alguien de casa, conocido, que sabe sus necesidades, que entiende sus problemas y que las acciones que anuncia para mejorar la situación de los campesinos, de los jóvenes, de los pequeños productores, tienen el potencial de mejorar su vida.

Sólo quien presencie un mitin del Presidente López Obrador, entiende lo que Muñoz Ledo dijo (y fue tan criticado) en su toma de protesta: Hay cierta vibra que se percibe en el ambiente plagado de gente que está ahí (en el caso de Córdoba) desde una noche antes para apartar un lugar y poder escuchar al mandatario, tocarlo, darle las gracias.

“El jefe” le dicen al Presidente quienes aguardan en el sol a que aparezca. Y esa es la gran diferencia que cualquier ojo avispado puede encontrar en comparación con los mítines priístas o panistas, llenos de acarreados que circundaban a la “gente bonita” que abarrotaba las primeras filas, custodiados por guaruras que evitaban el roce de la clase política gobernante con el resto de los ahí presentes.

 AMLO prometió regresar a Córdoba y mantener informada a la gente de los trabajos del gobierno a su favor. Ojalá, señor Presidente. Y ojalá el gobernador demuestre que quiere y puede ejercer el cargo para el que la mayoría de los veracruzanos lo eligieron. Ese sí sería un verdadero milagro de la cuarta transformación.

¿Usted qué opina, estimado lector?

[1] https://www.eluniversal.com.mx/estados/impiden-instalar-mitin-de-amlo-en-cordoba-parque-estaba-ocupado-alcaldesa