El Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha logrado con sus convicciones y tesón vencer (siempre con la ley en la mano y privilegiando el diálogo y la negociación) innumerables escollos, desde los amparos amañados contra sus grandes obras, a gigantes rapaces (tipo Iberdrola) y los grupos empresariales deudores de miles de millones de pesos en impuestos ilegalmente condonados; cancelación de lo que sería el robo del Siglo XXI (aeropuerto Texcoco), venta del obsceno avión presidencial, y hasta el rescate y puesta de nuevo a volar de la cónica línea aérea Mexicana de Aviación.

Hoy, el también icónico Hotel Elcano en Acapulco, que se vió sorprendido por el gigante Otis (sin un seguro y sin una cadena grande por respaldo) ha decidido cerrar sus puertas, dejando incontables fuentes de empleo a la deriva, tanto de planta como eventuales.

Los trabajadores y sus familias ya se movilizan con protestas y bloqueos, con la única petición de no perder su trabajo. El gobierno federal (léase AMLO) tiene todas las fichas (incluido el mayor presupuesto de egresos de la historia de México) en sus manos para  rescatar esa desgracia que viene, sumada a la casi total que vive Acapulco, pero que en los demás casos o los daños no son tan grandes o los hoteles tienen la manera, a diferencia de Elcano, de volverse a levantar.

Trabajadores de Elcano y sus familia protestan/Foto: Ginés Sánchez

¿Que cuáles cartas pudiera usar Andrés Manuel para tal fin?, no pocas: Desde algún crédito con condiciones bastante favorables, sin siquiera descartar un esquema de ‘fondo perdido’, por parte de la banca de desarrollo (vía Bancomext, en este caso), hasta la compra del inmueble para su reparación y posterior posible venta... O, por qué no, otorgarle su manejo a las Fuerzas Armadas, que ya tienen bajo su control casi todo tipo de instalaciones y empresas paraestatales (AIFA, Tren Maya, Aeropuerto de Tulum, Mexicana de Aviación, etc.).

Bien, pero puedo estar casi seguro de que AMLO no obrará en consecuencia, otra historia muy distinta sería si dicho hotel estuviera en el sureste, que el asunto iría en vías de franca solución. Pero no. Resulta que está en Guerrero, estado al que la 4T, en su primer sexenio, le ha hecho el feo y gacho, y sí, los apoyos del gobierno federal ante el desastre son innegables, pero no pasan de ser las obligaciones inherentes al Estado mexicano, y muchas de estas, ante la magnitud de la destrucción en el Puerto, no van más allá de paliativos al inmediato y corto plazos.

Vaya tamaño de problema que heredará la doctora Claudia Sheinbaum con el caso Acapulco, uno de seguridad nacional, y que puede devenir en un levantamiento popular incluso (checa la historia del estado), así se envíen contingentes del ejercito tipo Rambo, armados hasta los dientes y con el velado fin de amedrentar al pueblo acapulqueño ante una potencial eventualidad de ese tipo.

Hotel Elcano/Foto: Ginés Sánchez