El presidente AMLO se supera a sí mismo. Nuevamente salió hace un par de días en defensa del ex presidente Donald Trump, léase, el mandatario que más reiteradamente atacó a los mexicanos. Él sí que puede ser llamado “racista y clasista”, con esta vieja segura utilizada por la pseudo izquierda mexicana para descalificar, ante la falta de argumentos basados en la evidencia, a sus opositores.

El apoyo verbal de AMLO debe derivar de una simpatía personal del mandatario mexicano con el neoyorquino, o quizá, de la afinidad política en términos del mutuo desdén hacia la democracia y el respeto a las instituciones.

El lector recordará que Trump es hoy acusado de una serie de delitos. Entre ellos destacan el haber extraido información confidencial de la Casa Blanca y haber depositado esos documentos en su residencia de Mar-a- Lago, en Florida. Otro, más grave, es haber incitado a manifestantes violanetos a irrumpir en el Capitolio el 6 de enero de 2021 para detener el voto en el Senado que certificaba el triunfo definitivo de Joe Biden.

La violencia en el Congreso no tuvo precedencia en la historia de Estados Unidos, o al menos, desde el bombardeo contra la Casa Blanca perpetrado por los británicos en el siglo XIX. En todo caso, Trump, con su narrativa incendiaria, azuzó a sus intolerantes seguidores para que rompieran el orden constitucional. Estos hechos fueron posteriores a una larga campaña narrativa del ex presidente que aseguraba, sin fundamento alguno, que la elección de 2020 había sido fraudulenta y que el congreso de Georgia había contravenido la ley para asegurar el triunfo de Biden. ¡Mentiras!

Ahora, en días recientes, AMLO aseveró que la persecución contra Trump derivaba de motivaciones política y que era antidemocrática, pues busca que el anaranjado no participe en las elecciones presidenciales del próximo año. No contento con ello AMLO reviró comparando el caso con lo que ocurrió durante el intento de desafuero presentado en su contra en 2000. Nada más fuera de la realidad.

Lanzo una pregunta. ¿Cómo puede AMLO defender a un homólogo que contravino abiertamente leyes federales con la extracción de documentos confidenciales, y aun más grave, que promovió la violencia en contra del Congreso? Esta interrogante no parece tener una respuesta compleja. AMLO, al igual que Trump, son hombres insismismados cuyo desdén por la ley y el orden constitucional encajan en la definición de líderes autocráticos, y se encuentran muy lejos de compartir los valores democráticos.

AMLO y Trump, con sus propios rasgos, representan una verdadera amenaza para la democracia. Uno con su incitación a la violencia, el otro con su voluntad de reducir al mínimo a los contrapesos y destruir a la autoridad electoral, y ambos en su afán de convertirse en altezas serenísimas. Es cuanto.