“Árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza.”

REFRÁN

Ya lo decía hoy al respecto del fiscal general de la República: cuando los mecanismos institucionales —me refiero sobre todo a la normatividad— son lentos o de plano ausentes, la fórmula del oprobio social siempre es buena alternativa.

En este caso toca el turno —de hecho ya van tarde— la condena moral de sus pares. Me refiero —¿es necesario decirlo?— a la ni más ni menos que #MinistraPlagiaria.

Y es que hoy amanecimos con la noticia en primer plana del diario El País (edición México) al respecto del hallazgo de una de sus investigaciones: la ministra Yasmín Esquivel plagió [también] en su tesis de doctorado. Vaya, que la constitucionalista del máximo tribunal de México, la que se dice víctima de un linchamiento, la que trocó todo el aparato judicial a su favor para obtener un amparo no ante un acto consumado o una resolución, sino para evitar que su alma mater comunique algún dato sobre su caso, “la que cometió fraude ante la UNAM, falsificó su testimonio ante el Senado de la República, ante notario público y ante la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación. Usó su posición para culpar a otra persona, movilizó a la Fiscalía de la Ciudad de México para hacer otra ilegalidad, abusó de su puesto y por más de 30 años usurpó funciones que no podía desempeñar —por lo pronto no debía— al tener un título en derecho obtenido de manera ilegal”, plagió 209 de las 456 páginas de su tesis para obtener el grado de doctora en Derecho por la Universidad Anáhuac.

Lo sugerí hace exactamente dos meses en este espacio en una columna que titulé “La ética de la ministra; ¿qué debe hacer el resto de la SCJN? ¿Y el presidente?”:

“Eso deja un asunto colosal en el seno de la Suprema Corte y que empaña en demasía. Un órgano que está a punto de entrar a un proceso de determinación de quien lo presidirá durante los próximos años.”

“Se turna urgente, por lo tanto, algo que hace unas horas no se tenía contemplado: que la posible crisis al interior de la SCJN (y para el país entero) sea atajada por los ministros mismos.”

“¿A qué me refiero? ¿Cuál es la solución inmediata para que el proceso de sucesión dentro de la Corte no se descarrile? En principio sería deseable que partiera de la ministra Esquivel excusarse de participar y votar en dicho proceso. No requeriría culpabilizarse del otro asunto, sino simplemente reconocer que el escándalo en el que ella se ha visto involucrada podría afectar a la Corte, al Poder Judicial como un todo y, por consecuencia, a México. Si no parte de ella hacerlo, que el resto de los ministros decidan —y hagan del conocimiento público su decisión— esto es, si desean o no solicitarle a Esquivel excusarse (sabemos que se lo pueden pedir a su compañera, mas no forzar a hacer tal o cual cosa).”

Paso ahora a conminar —apremiar con potestad a alguien para que obedezca, RAE— a que sus pares, los restantes 10 ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, le pidan la renuncia de forma pública y TAJANTE a Esquivel Mossa. Ya no hay de otra y ya no hay más tiempo.