El absurdo de los tiempos del feminismo ha llegado. Por décadas, las mujeres duplicaron y triplicaron esfuerzos para estar presentes en las universidades. Primero como alumnas y posteriormente, como las voces que dictan cátedra. Así, el feminismo tuvo una génesis desde las calles en los movimientos de las obreras exigiendo igualdad salarial y derechos civiles, políticos y económicos, junto con el feminismo académico que fue fundamental para pensar las opresiones y desigualdades, nombrar las violencias y los fenómenos sociales para finalmente, colocar en palabras las exclusiones que ya se vivían en los cuerpos.

Era el lugar seguro y sagrado: el aula, los seminarios, los círculos de estudio, clubes de lectura, la dialéctica y la asamblea. El espacio deliberativo horizontal, escuchante y parlante. Todo eso es lo que un puñado de feministas desorbitadas pretenden romper con llamados a boicotear la conferencia programada para esta mañana de Marcela Lagarde y de los Ríos. No quieren exponer argumentos o escribirlos, aunque entre las que piden censurar la diferencia, hay escritoras. 

Quieren callar a Marcela. Quieren ejercer un golpe simbólico que deje en una esquina rezagada y silenciada a una mujer que además de ser  una académica extraordinaria, ha sido una de las activistas más sororas, que ha acuerpado a las familias de las mujeres asesinadas en Juárez, que ha acuerpado y acompañado a las víctimas de feminicidio, que ha identificado de manera sistémica las violencias y las ha nombrado. Una mujer que además de feminista, trazó las bases de la democracia paritaria en México.

Es una metáfora dolorosísima. Quién pudo abogar para identificar y construir bases para el acceso a una vida libre de violencia ahora es hostigada con violencia por parte de otras mujeres tan solo por brindar elementos epistémicos distintos y según sus detractoras, inaceptables. Como los antiguos fascistas españoles franquistas prohibían libros y perseguían intelectuales, hoy algunas feministas se erigen en “policía del pensamientoautonombrado. En representación simbólica de las dinámicas domésticas de hombres bofeteando mujeres para silenciarlas.

En esa policía hay personas trans y no binarias qué han amenazado en redes sociales con interrumpir la presentación de Lagarde, tras el anuncio de la conferencia magistral programada para esta mañana de lunes. Desde Chage.mx feministas, organizaciones de la sociedad civil de Aguascalientes y mujeres de todo el país han lanzado un pronunciamiento de respaldo a Marcela Lagarde.

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Las militantes de la policía del pensamiento llaman a la censura acusando un discurso de odio que en realidad, no existe pero lo paradójico es que el gobierno del estado de Aguascalientes, al Instituto Aguascalentense de las Mujeres y la Benemérita Universidad Autónoma de Aguascalientes han invitado a una de las feministas “más importantes de México y América Latina” para impartir la conferencia magistral por el 31 Aniversario de la Convención Belém do Pará.

Su convocatoria afortunadamente no fue amplia. Hoy durante la conferencia magistral, arribaron 5 personas que al no encontrar eco, simplemente se retiraron.

Uno de ellos, con barba y camisa color verde, porta una pancarta que dice: “Marcela Lagarde Tu feminismo nos violenta”. Una audacia casi poética.

Aún así, esa policía del pensamiento tiene especial capacidad para la cancelación. Un talento para la censura desde los espacios digitales que invitan a medios y espacios a dejar de escuchar voces con las que disienten. El pronunciamiento suscrito por miles dice que “las feministas dan la bienvenida y se suman a millones de mujeres que le damos la bienvenida en éste y en cualquier otro lugar del mundo. Reconocemos el derecho a la libertad expresión y a la diversidad de ideas, más aún en una institución de educación superior y en un estado democrático, siempre en un clima de respeto, apertura y diálogo.”

Antes de que esa policía del pensamiento tenga mayores alcance, hoy más que nunca resulta urgente  necesario leer a Marcela Lagarde. Leerla para entender la crítica en su contra y en su caso, confirmarla. Leerla para refutar la en términos democráticos, sin llamar a callarla. Leerla para que la estridencia deje de ser violencia y sea, en todo caso, crítica escrita o argumento de lo opinable. Leerla para entender el México que ella contribuyó a cambiar. Leerla para que la desinformación y las acusaciones descontextualizadas dejen de ser motor del nuevo oscurantismo de colores arcoiris.

El año pasado, Marcela Lagarde enfrentó un despliegue violento parecido en la Universidad Complutense de Madrid, donde se celebraba la adhesión de la Cátedra Internacional Marcel Lagarde y de los Ríos a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología.

Encapuchados tomaron un aula mientras que las autoridades universitarias fueron incapaces de actuar a la altura. En vez de exigir respeto a la libertad académica, semillero de la pluralidad de pensamiento, sacaron por una pequeña puerta a la Dra. Lagarde con ánimo de protegerla.

En Aguascalientes, el auditorio llenísimo impidió que aquel pequeño grupo hiciera más. Marcela Lagarde entera y digna continuó su conferencia. Su voz no dejó de resonar -ni creo que pueda hacerlo-.

Su legado rebasa los actos de odio que, extraviados, llaman a eliminarla de los espacios públicos. Su estudio para la creación de la Ley General para el Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia así como sus aportaciones a la teoría y al movimiento feminista son incancelables. Defenderlo públicamente es el mejor agradecimiento a su presencia y obra. 

Marcela Lagarde en la Universidad Autónoma de Aguascalientes