Apenas han pasado meses desde que dejaste la presidencia y ya anuncias una gira nacional con el pretexto de presentar tu nuevo libro. Dices que es un proyecto cultural, sin embargo, todo indica que se trata de una operación política. ¿De verdad, extrañas tanto los reflectores o simplemente no puedes vivir sin poder?

Claudia Sheinbaum, tu sucesora, a quien tú elegiste, gobierna entre fracturas internas, caída de popularidad y el desgaste natural de un movimiento que gira todavía a tu alrededor. Tu regreso, lejos de ayudarla, amenaza con debilitarla más. ¿Vas a dejar que gobierne o volverás a marcar la línea?

El propósito de Andrés

La gira, se dice, empezaría después de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, aunque —como ironizan muchos— es improbable que asistas, nunca has sido afecto a compartir reflectores.

Pero, no se trata de un simple libro. Es una estrategia calculada para reposicionarte como líder moral, controlar el relato histórico y mantener tu influencia dentro de Morena. Algo que también tiene un costo: el riesgo de convertir tu movimiento en un Maximato moderno. ¿Es ese el propósito de la Cuarta Transformación?

Tu sexenio dejó demasiadas heridas abiertas. Prometiste acabar con la corrupción, pero Segalmex, los contratos de Felipa Obrador, los sobres con efectivo entregados a tus hermanos y la “casa gris” de tu hijo siguen sin explicación. La impunidad no acaba y los conflictos internos de tu partido, se agravan. Entonces, ¿qué fue del “no somos iguales”?

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Los pendientes que heredaste

México salió de tu gobierno más violento y más endeudado. La política de “abrazos, no balazos” dejó cifras récord de homicidios que entre malabares matemáticos intentan disfrazar. Pemex y CFE están en crisis y tus proyectos emblemáticos se convirtieron en costosos elefantes blancos llenos de fallas, corrupción y negocios en lo oscurito. Entonces, ¿dónde quedó la transformación?

Tu partido vive hoy la peor fractura desde su creación en 2014, producto del deterioro de la imagen y las cuentas pendientes de tus más cercanos. Los escándalos del “huachicol fiscal” y el desvío de diésel que salpican a figuras clave de tu movimiento como Adán Augusto López y Mario Delgado; la corrupción de Manuel Bartlett; las acusaciones de lavado de dinero de Alfonso Durazo; los señalamientos que pesan sobre Alejandro Esquer, Manuel Velasco y hasta de tus hijos.

En estos momentos, tu regreso se parece demasiado al de Carlos Salinas en los noventa. Él también escribió un libro para intentar limpiar su imagen. También heredó las culpas a su sucesor. También quiso seguir mandando desde fuera. Tú lo condenaste entonces. Sin embargo, hoy repites ese mismo libreto.

Aunque lo tuyo más parece el reflejo de la necesidad de un reajuste político a mitad del camino. Parece tu negativa a abandonar una posición de poder simbólico dentro del régimen. Pareces empecinado en que tu partido, el gabinete y tu sucesora política continúen orbitando a tu alrededor.

Por ello, esta gira no será un acto cultural ni editorial: sino una maniobra política. La expresión más clara del colapso político de un movimiento que, a doce años de que lo fundaste, comienza a desmoronarse bajo el peso de tu propia imagen.

¿De verdad no puedes soltar el poder, Andrés?

¿Te cuesta tanto aceptar que el país sigue sin ti?

¿O temes que, sin tu voz, el movimiento se desmorone?

Si tu intención es “defender tu legado”, hazlo con hechos, no con giras. Porque México no necesita un expresidente en campaña. Necesita a un ciudadano dispuesto a dejar que otros, los que fueron votados, gobiernen.

El país no te debe silencio. Pero tú tampoco le debes una eternidad.

Así que vuelvo a preguntarte, Andrés:

¿A qué regresas?

X: @diaz_manuel