México, 26 Feb. (Notimex).- Rosario Guerra Díaz es la precandidata externa a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal por el partido Nueva Alianza donde defiende la atención a la niñez, a los jóvenes y grupos vulnerables como ejes de su campaña, sumados a un uso eficiente de los recursos.

Tiene plena convicción de que no declinará en favor de otro candidato en el último momento de la contienda, pero también consciencia de que el objetivo para el partido, identificado con el magisterio, es alcanzar el porcentaje de votos suficiente para mantener el registro.

Rosario Guerra afirma categórica a Notimex que no está para defender al magisterio ni a su líder vitalicia, Elba Esther Gordillo, a quien no ha visto en años y se da tiempo para responder que el nivel educativo en el país es responsabilidad de las familias, en primer lugar, y no del sindicato magisterial.

Ya registrada por Nueva Alianza para la contienda, recuerda sus antecedentes: fue militante del PRI por 23 años y quiso presidir ese instituto político en la capital del país pero su intento fue aplacado.

Su amplia trayectoria política la llevó a ser dos veces diputada federal por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y a ocupar diversos cargos en ese instituto político y en la administración pública.

Como política de primera línea, recuerda cuando fue presidenta de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados o secretaria de Finanzas del CEN del PRI, pero eso quedó atrás.

Estuvo semi retirada del escenario político hasta que junto con el llamado grupo ?La tercera vía? quiso ser presidenta del PRI en el DF, aprovechar el impulso de Peña Nieto, reconstruir ese instituto político en la Ciudad de México y ganar algunas posiciones.

Fue entonces víctima de una agresión que la llevó al hospital por la que hubo denuncia penal en contra de Israel Betanzos, Christian Vargas ?el dipuhooligan?, Víctor Carrillo y René Muñoz.

Desde que estaba en el hospital, dice Rosario Guerra, recibió invitaciones de otros partidos, incluidos el PAN y el PRD, para sumarse a sus filas, pero la existencia de grupos e intereses creados la convencieron de hacer un alto en la lucha política electoral.

Que el PRI desistiera de sancionar a los agresores y aun los promoviera a nuevas candidaturas, dice, reafirmó su decisión de renunciar a las filas donde militó por más de dos décadas.

Poco tiempo quedó al margen. Amigos ex priístas que ahora militan y están en la dirigencia de Nueva Alianza en el Distrito Federal la animaron para aceptar la candidatura a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal.

Jorge Gaviño, presidente de ese partido en el DF, la registró como precandidata externa para ese cargo de elección, junto con Alfonso Martínez Córdoba, para que ambos puedan desarrollar su respectiva precampaña sin limitaciones legales.

Rosario Guerra rechaza que la precandidatura de su contrincante sea testimonial o simulación, puesto que el propio Luis Castro acudió a su registro. En el Panal, afirma, todo es real.

Defiende la estructura del programa de gobierno que ofrece a los capitalinos, estructurado en cuatro temas distintivos, aunque reconoce que los enfoques no pueden ser tan distintos en rubros como el transporte, el agua, la salud o el cuidado del medio ambiente.

Los ejes son: atención integral a la infancia, mediante la creación de estancias infantiles con cobertura universal, y la atención a los jóvenes como forma de combatir la inseguridad y el atraso educativo.

Además, atención a los grupos vulnerables, y la innovación administrativa mediante el uso intenso de nuevas tecnologías para hacer más eficiente la utilización de los recursos.

Sabe de las escasas probabilidades de triunfo, pero confía en fijar estos temas en la agenda de debate. Reconoce en Miguel Angel Mancera mayores posibilidades y una vía para hacer realidad algunas de sus propuestas.

Rechaza tajante cualquier viso de declinación aun cuando hubiese compromiso para retomar parte de su agenda, pues el compromiso con Nueva Alianza ?es no dejarlos abandonados y continuar hasta el final para garantizar el registro del instituto político?.

La aspirante se declara liberal y en favor de la ampliación de derechos que ya se viven en esta ciudad, como la interrupción legal del embarazo y el matrimonio entre homosexuales, aunque recibe el anatema de la Iglesia y de los grupos ultraconservadores.

En materia educativa, identifica el meollo del problema en las familias y no en los salones de clase o en los profesores, y ella misma se pone de ejemplo, como persona exitosa por los valores y enseñanzas que recibió en el seno familiar y durante su formación en escuelas públicas.

La precandidata no encuentra justificación para evitar que todos los maestros se certifiquen, y ante las críticas en medios de comunicación, cuestiona: ?¿Qué ha hecho la televisión comercial a favor de la educación; dónde están sus programas educativos o culturales que les den autoridad para criticar??

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