Regiones del Maule/Biobío (Chile), 24 feb (EFE).- El balance que el Gobierno chileno hizo hoy de la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto de 2010 contrasta con la realidad de miles de damnificados que se preparan para vivir un nuevo invierno en cabañas de madera sin alcantarillado ni agua potable.

El proceso de reconstrucción tras el terremoto y el tsunami "continúa a paso raudo", aseguró el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, tras participar en una reunión del comité de reconstrucción encabezada por el presidente Sebastián Piñera en Talcahuano, a 530 kilómetros al sur de Santiago.

El presidente Piñera inició esta semana una gira por cinco regiones del centro y sur del país que resultaron afectadas por el sismo del 27 de febrero de 2010.

Un estudio móvil de televisión, transmisión de imágenes vía satélite y una cuidada producción garantizan una puesta en escena que resalta los logros de la reconstrucción.

Pero de la gira presidencial han quedado excluidos lugares como Constitución y Dichato, dos de las localidades costeras que fueron arrasadas por el tsunami que trajo consigo el terremoto.

A punto de cumplirse dos años de la tragedia, estos pueblos se han convertido en el ejemplo visible de la falta de ayuda oficial a las víctimas, que siguen viviendo en cabañas de emergencia.

Según el Gobierno, el avance en materia de vivienda supera el 47 por ciento, con 222.000 casas reconstruidas o reparadas, pero la oposición y algunos estudios académicos sitúan la cifra real en poco más del 11 por ciento.

El discurso oficial no coincide con la apreciación de los ciudadanos, declaró a Efe Sara Ampuero, una de las dirigentes del campamento El Molino, en Dichato, con más de 500 familias.

El Movimiento Asamblea Dichato está organizando una protesta para el día 25 a la que se van a sumar pobladores de otras localidades y organizaciones sociales.

"Le vamos a dejar claro al Gobierno que no nos engaña", dijo Sara.

Miguel Barra, otro dirigente vecinal, denunció que en los planes para Dichato no está la construcción de viviendas sociales.

"Aquí no hay reconstrucción, aquí lo que hay es engaño. No se ha construido nada de nada. Y cuanto más tiempo pasa, más depresión y rabia tenemos", afirmó.

A Sara, Miguel y los otros 2.000 pobladores de El Molino las autoridades les están ofreciendo hasta 180.000 pesos (unos 375 dólares) para que se vayan a vivir de alquiler.

Pero el problema es que en Dichato no hay donde alojarse, porque el tsunami arrasó con las casas del borde costero y a día de hoy no se han construido nuevas viviendas.

A 300 kilómetros al norte de Dichato, está Constitución, un pueblo situado en la desembocadura del río Maule donde Marco Bianchi tenía una barcaza con la que transportaba a turistas.

El tsunami se llevó la barca y las ilusiones. Su casa, a dos cuadras del embarcadero, se llenó de agua y pescado. Ahora conduce una motonave de otra persona y se queja de que casi no hay turistas.

"Poca gente cruza a la isla (Orrego). Le tienen pánico. Ya nadie quiere acampar, por el miedo a otro tsunami. Y como no hay infraestructura hotelera, los turistas vienen por el día y se marchan".

Morelia Contardo, una mujer jubilada que vivía de recoger gusanos junto al río, perdió la casa que había construido con su compañero, Carlos Andrade. Tras la tragedia no les quedó nada, sólo el miedo.

Morelia no era propietaria del terreno que ocupaba. Ahora las autoridades le han prometido un pequeño departamento en un edificio que está por construirse, pero ella dice que lejos del río, su fuente de trabajo y su forma de vida, terminará deprimiéndose.

En Talca, la capital de la región del Maule, el panorama no es tan desalentador.

A los pocos días de la tragedia, los comerciantes se pusieron en pie y ya están trabajando con normalidad, aseguró Juan Tejeda, un taxista que trabaja en esa zona. El problema, agregó, es la lentitud en la construcción de viviendas.

Juan lanzó sus dardos contra el gobierno anterior, encabezado por Michelle Bachelet, por su desempeño en los primeros días de la tragedia.

"Aquí hubo mucha negligencia. Los responsables tienen que ser juzgados", sentencia.

Manuel Fuentes