Moscú, 29 feb (EFE).- Rusia llega a las elecciones presidenciales del 4 de marzo próximo en un clima de efervescencia política, pero con una economía estable, que de momento se muestra capaz de resistir las turbulencias mundiales.

La estabilidad económica es precisamente la gran baza del primer ministro Vladímir Putin, el favorito a la victoria en las elecciones del próximo domingo, para volver en gloria y majestad al Kremlin después de un paréntesis de cuatro años al frente del Gobierno.

Para muchos, las cifras avalan la gestión del hombre fuerte de Rusia en los últimos doce años: el año pasado la economía de Rusia se expandió el 4,2 por ciento, los ingresos reales de la población se incrementaron en el 5,9 por ciento y las estadísticas oficiales cifraron el desempleo en apenas el 6,6 por ciento.

Sin embargo, este panorama casi idílico, en comparación con algunas economías occidentales, se ve amenazado por el creciente descontento de algunos sectores de la población con el sistema político edificado por Putin desde que llegó al poder, el 31 de diciembre de 2000.

El descontento se tradujo en protestas multitudinarias, las mayores en los últimos veinte años, después de las elecciones parlamentarias de diciembre pasado, que fueron calificadas de fraudulentas por todas las fuerzas opositoras.

La magnitud de las manifestaciones opositoras llevó al presidente saliente, Dmitri Medvédev, a poner sobre el tapete un proyecto de reforma política que incluye la liberalización de las normas para la inscripción de los partidos políticos y enmiendas a las leyes electorales.

Aunque el actual jefe del Kremlin ha declarado su propósito de que los respectivos proyectos de ley sean aprobados antes de que él deje el cargo, en mayo próximo, las perspectivas de su reforma se antojan más que difusas una vez que Putin se reinstale en la jefatura del Estado.

El expresidente soviético Mijaíl Gorbachov ha aconsejado a Putin que abandone el poder y no ha vacilado en calificar de "autocracia" el sistema político imperante en el país.

"Ya cumplió tres mandatos: dos como presidente, uno como primer ministro, tres en total, ya basta", dijo Gorbachov en declaraciones a la emisora de radio "Eco de Moscú".

El cuestionamiento de los resultados electorales es una verdadera bomba de acción retardada contra la legitimidad de las instituciones del sistema político ruso, y así lo entienden en el Kremlin.

"El candidato Putin necesita que estas elecciones sean lo más limpias posible, ya que requiere un mandato para el cambio y ello es posible sólo si la gente vota realmente por él", ha recalcado el viceprimer ministro, Ígor Shuválov.

El número dos del Gobierno ruso admitió que en el país hay un "gran descontento" con los resultados de las elecciones parlamentarias de diciembre.

Los opositores, que denuncian que la campaña presidencial ha estado marcada por el predominio abrumador de Putin en los medios de comunicación, ya han solicitado los permisos para manifestarse inmediatamente después de las elecciones del día 4.

Con una retórica propia de los tiempos de la Guerra Fría, el Kremlin ha denunciado que los descontentos son financiados desde el exterior y ha apelado al patriotismo para hacer frente a los que buscan "socavar la estabilidad de Rusia".

Desde la oposición replican que el mayor peligro para la estabilidad de Rusia radica en su sistema político, diseñado a la medida de Putin, en la falta de reformas económicas estructurales y la corrupción rampante.

Bernardo Suárez Indart