Sídney (Australia), 26 feb (EFE).- El gobierno de Australia se decidirá mañana en una votación del comité ejecutivo del Partido Laborista, que debe arbitrar si renueva su confianza a la primera ministra del país, Julia Gillard, o si la entrega a Kevin Rudd.

Rudd, titular de la cartera de Asuntos Exteriores hasta hace cuatro días, ha pagado a Gillard con la misma moneda que ella utilizó para arrebatarle el liderazgo de los laboristas primero y la jefatura del Gobierno después, en 2010.

El analista político Geoffrey Hawker explicó a Efe que aunque todo apunta a que la mandataria retendrá el apoyo de los 103 miembros del comité ejecutivo, pesará mucho en el voto cuál de los dos políticos tiene más posibilidades de ganar las elecciones generales que se han de convocar el año que viene.

No obstante, hasta que se produzca la votación no se sabrá con certeza el ganador, porque pueden producirse movimiento de última hora que desnivelen la balanza en favor de uno o de otro, como el tomado por el ministro de Transporte, Anthony Albanese, que anoche anunció en rueda de prensa que votará a Rudd.

Gillard ha perdido gran parte de la popularidad que disfrutaba en junio de 2010, cuando ganó el liderazgo del laborismo, y al comienzo de su mandato, tres meses después, a través de iniciativas polémicas, como la propuesta de tasar las emisiones de gases contaminantes de las grandes empresas o el impuesto al superávit de las mineras.

Otra incógnita a tener en consideración es qué harán los aliados parlamentarios que permiten a los laboristas gobernar pese a tener solo 73 de los 150 escaños de la Cámara Baja, tres menos de los necesarios.

Si gana Gillard, pocas cosas cambiarán y Rudd ha prometido que se replegará a sus funciones como legislador sin cargo en el Ejecutivo, aunque también aseguró públicamente el pasado día 20 que nunca "traicionaría" a la primera ministra y unos días después anunció que retaba su liderazgo.

Si pierde Gillard, Rudd necesitará convencer al Parlamento y la gobernadora general de Australia, Quentin Bryce, que es apto para dirigir el país.

En el caso de que alguno de los diputados que ahora secundan el laborismo cambie de parecer, Rudd tendrá que notificar a la gobernadora general su incapacidad para gobernar.

El experto en derecho constitucional Greg Craven apuntó que, en este último supuesto, lo apropiado sería que la gobernadora general ofreciera al líder de la oposición, el conservador Tony Abbott, la oportunidad de formar un Gobierno.

Abbott ha adelantado que, de presentarse este escenario, pedirá que se convoquen elecciones "inmediatamente".

El profesor Hawker explicó que la crisis actual deriva de la necesidad que tuvo el Partido Laborista de formar una coalición para gobernar en minoría, una situación que el analista calificó de atípica en el sistema británico en el que hay dos partidos principales.

Según el entendido, la alianza política con los Verdes ha obligado al Gobierno a impulsar la propuesta de ley que grava las emisiones de dióxido de carbono de las mayores empresas contaminantes, sin tener la posibilidad de postergarlo para un eventual segundo mandato.

Venza Gillard o Rudd mañana, los observadores políticos creen improbable que estos impuestos y otras medidas polémicas se retiren, pero la lucha entre los dos pesos pesados del laborismo puede desembocar en la convocatoria de elecciones anticipadas y en una eventual victoria de la coalición Liberal-Nacional de Abbott, quien apunto estuvo de ganar en 2010.

Rocío Otoya