“Vamos Chander” es un grito que se escucha cada tanto y que interrumpe los sollozos al darle el último adiós a Alexander Martínez en su funeral. Varias voces se unen así como lo hacían en las canchas cuando estaba a punto de anotar un gol. Ahora no podrá hacerlo más.

El estruendo de las revoluciones de los motores de decenas de motocicletas interrumpió por un segundo los llantos en casa de Alexander; son sus amigos, compañeros y conocidos que compartían con él el gusto por los vehículos de dos ruedas.

En sus manos portan cartulinas con fotos del adolescente de 16 años de edad que soñaba con ser futbolista. Ese que fue ejecutado con balas de armas policiales le arrancaron la vida en Oaxaca. Piden, exigen justicia.

Funeral de Alexander

No es la primera vez que la policía agrede de alguna forma a los jóvenes de Vicente Camalote, según cuentan el acoso de los uniformados era algo constante en el pueblo sin que el alcalde de Acatlán de Pérez Figueroa hiciera algo al respecto.

El llanto de los amigos de Alexander se acompaña de las anécdotas en las que la policía municipal los perseguía o aquellas personas a quienes golpearon. “Estamos inseguros, nos va a dar miedo salir a la calle y nos confundan y nos quieran agredir”, dice uno de los amigos de Alexander, quien lo acompañaba por refrescos y que a tan solo unos metros lo vio morir.

Después de dos días el calor comienza a hacer estragos en la conservación del cuerpo, pero la familia se niega a enterrarlo hasta la llegada de su padre, proveniente de Carolina del Norte, Estados Unidos. Cuando por fin llega ese hombre fuerte de manos gruesas todos se quiebran en llanto. Su gorra azul marino tapa su rostro que se llena de lagrimas ante el ataúd de su hijo menor, se culpa, sin razón, por la muerte de su hijo adolescente.

Alexander nació en el país de arriba, ese que llena de ilusiones a los migrantes, por ello su padre asegura que la embajada de Estados Unidos ya está al tanto de la situación y que intervendrán para aclarar la muerte del mexicoamericano.

“Qué región es esta, se están matando todos, es una vergüenza (…) miedo no tengo, simplemente las cosas van a ser como son, la embajada ya está tras la pista de todo esto, no voy a descansar”

Padre de Alexander
Familia de Alexander

Alexander mete su último gol 

Cerca de las seis de la tarde el cortejo fúnebre se abrió camino entre las carpas y sillas de plástico, primero rumbo a “la jaula” ese lugar de concreto y lámina que vio las mejores jugadas Alexander.

Allí, sus mejores amigos lo esperan, con un balón entre los pies; primero un pase y luego otro, impacta el ataúd adornado con la imagen del la Virgen del Tepeyac, así logra su último gol, ese que todos recordaran con una mezcla de tristeza e ilusión.

En el panteón de ataúd se cubre de flores, como marca la tradición, pero también de las playeras de sus equipos de futbol favoritos.

El pueblo se despide con música ranchera, de esas que hablan de muerte y de recuerdo, pero que nunca alcanzan para describir el dolor de perder a un hijo, un amigo o un hermano y menos aun a describir el hartazgo de un pueblo entero de las injusticias de la policía, quien debería protegerlos.