Es común que el arte tome se inspire en una tragedia histórica o en una causa social, pero pocas veces es realizado exactamente en el lugar donde ocurrieron los hechos.  

Un grupo de jóvenes estudiantes de arte se armaron de valor para acudir a un punto que ha quedado en ruinas a causa de la guerra; llegaron ahí para crear a partir de la realidad.  

A solo 100 metros de su casa en ruinas, Abdalá el Hareth coloca el caballete delante de un paisaje apocalíptico, en un paraje devastado por años de combates en pleno corazón del barrio de Yarmuk, Damasco. 

Los 12 estudiante de Bellas Artes trataron durante una semana de plasmar en sus obras años de sufrimiento causado por la violencia y un asedio implacable.

Foto: AL MOUNES / AFP

Un destello de vida entre la muerte

En mayo, las fuerzas del régimen del presidente Bashar al Asad arrebataron a los yihadistas Yarmuk, el campo de refugiados palestinos más grande de Siria. Otrora controlado por los rebeldes, el que ahora se ha convertido en un barrio de Damasco había caído en 2015 en manos del grupo Estado Islámico (EI).

"Se me hizo un nudo en la garganta cuando volví al campamento", declara Hareth, oriundo de Yarmuk como otros estudiantes que participan en esta iniciativa organizada a mediados de agosto por una ONG local.

"Al comienzo, no conseguía dibujar. Pero me di cuenta de que cualquier destello de vida entre tanta muerte era una victoria", dijo. 

En medio de edificios derruidos, los jóvenes pintan con colores y lápices.La desolación, la incertidumbre y el dolor generan toda clase de expresiones sobre los lienzos. 

"Es en alusión a la vida que renace. Presencié una escena en la que unos niños que llevaban manzanas jugaban en antiguos terrenos de guerra", explica Hareth, en cuyo cuadro un niño parece salir de la tierra con una manzana roja en las manos.

Desde 2011, la guerra en Siria ha causado más de 350 mil muertos y millones de desplazados.

Hinaya Kebabi, de 22 años, decidió pintar a un niño que perdió un ojo y disimula su herida con una hoja en la que hay un ojo dibujado. Otro de los cuadros representa a un hombre esquelético, acurrucado, en alusión al sufrimiento físico y psicológico de los habitantes.

"La vida renace en medio de los escombros, como la hierba que crece entre las rocas", afirma un responsable de la oenegé, Mustafá Abu al Jad.

Foto: AL MOUNES / AFP

Todos tenemos casa aquí

Los lienzos creados con la iniciativa están expuestos desde el 18 de agosto en la entrada de este barrio completamente desértico.

El proyecto ha causado gran controversia pues algunos usuarios de redes sociales lo consideran "provocador". 

"El campamento no es un lugar romántico o un espacio para el dibujo. Es un lugar de dolor y sufrimiento", protesta Abir Abasiye, de 28 años.

Mohamad Jalbut, oriundo del campamento y uno de los responsables del proyecto, defiende la iniciativa. "Todos tenemos casa aquí", responde. "Personalmente, no he vuelto a ella y ni siquiera he podido ver cómo está. Pero a través del arte intentamos al menos infundir un poco de vida a este lugar". 

Foto: AL MOUNES / AFP

Con información de AFP.