Millie Small murió el martes 5 de mayo en un hospital londinense a causa de un derrame cerebral. La cantante jamaicana es reconocida por impulsar mundialmente el ska.

La muerte de la artista reconocida por su tema My Boy Lollipop, se dio a conocer por el productor Chris Blackwell, quien grabó en su compañía disquera algunos de los éxitos de la intérprete.

En entrevista para The Guardian, el productor recordó que My Boy Lolllipop se convirtió en un éxito y agregó “fue increíble cómo lo manejó”.

“Era una persona tan dulce. Muy divertida, gran sentido del humor”, así describió Blackwell a Millie Small, puntualizando que era un ser humano original y maravilloso, una mujer especial.

Small comenzó su carrera musical con 12 años, al ganar un concurso de talentos en Montego Bay.

Millicent Small era una de tantas niñas jamaicanas que se movían por los concursos radiofónicos de nuevos talentos. Grabó generalmente en formato de dúo en diferentes sellos, incluyendo el legendario Studio One.

Sin embargo, la personalidad de la cantante llamó la atención de Chris Blackwell, al ser menor de edad el productor se responsabilizó legalmente de ella. De esa manera se llevó a Small de Jamaica a Inglaterra en 1963 para lanzar su carrera musical.

Millie Small grabó los álbumes More Millie, en 1964; The Most of Millie (And The Boys), LP lanzado en 1964; Sing Fats Domino, en 1965 y Time Will Tell, de 1970. En los géneros en los que destacó fue el reggae, ska, rocksteady.

Sin embargo, su canción más popular es My Boy Lollipop, se colocó en los primeros lugares en la radio del Reino Unido y Estados Unidos, además de vender 600 mil copias y colocarse en la lista de los Billboard Hot 100.

La canción sonó en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Este tema fue replicado por varios artistas del género, entre ellos Bad Manners, en 1982; Kosmonova, en 2004; Dionnne Bromfield, en 2009 y Akatz, en 2010.

Hoy en día, este tema sigue siendo una de las canciones de música ska más exitosas de todos los tiempos.

En los ochenta Millie Small se alejó del negocio para dedicarse a su familia. En los últimos años vivió en Singapur y Nueva Zelanda antes de regresar a Londres, donde se concentró en escribir, pintar y dedicarse a cuidar a su hija, que también se dedica a la música.