“El primero y peor de todos los fraudes es engañarse a si mismo.”<br>

Philip James Bailey

“Toda gran causa comienza como un movimiento, se convierte en un negocio y termina siendo un fraude.”<br>

Christopher  McDougall 

Da lo mismo. Lo hizo antes; ya lo hace ahora. Es muy curioso: que yo recuerde, López Obrador es de los pocos gobernantes de la historia moderna del orbe que, por lo que a sembrar dudas sobre la validez de los procesos electorales se refiere (y por consiguiente los que podrían ser sus resultados), igual actúa sea oposición o autoridad en funciones. Y que conste, no estoy diciendo que el presidente haya manipulado estructuras y procesos desde el Estado para favorecerse. Líderes que han hecho eso, sí hay muchos y recuerdo varios.

A un año de celebrarse los comicios federales intermedios en los que se renovará la Cámara de Diputados, 29 congresos locales y casi 2 mil ayuntamientos, además de concurrir la elección de 15 gubernaturas, el presidente AMLO, Morena, funcionarios y seguidores ya lanzan diversos comentarios descalificando a la máxima autoridad en la materia

Primero nos enteramos que supuestamente hay complicidad del Instituto Nacional Electoral en la estrategia de golpe blando. Eso de acuerdo a la chunga de la 4T —que López Obrador presentó como seria— llamada Bloque Opositor Amplio

Después circuló bastante en redes sociales que el ex presidente Felipe Calderón y la señora Margarita Zavala se reunieron con el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova. Ya solo por eso no pocas voces acusan que se cocina un fraude. Convenientemente olvidan que la pandemia del Covid detuvo el proceso para finalizar el registro de un partido que se llama México Libre, que la ex pareja presidencial dirige y que ahora se requiere formalizar.

Pero no, no me refiero ni a lo primero ni a lo segundo, sino a lo que vino luego y es más serio.

Ayer en su tradicional mañanera, que llevó a cabo en el estado de Tlaxcala, López Obrador no solo amonestó al Instituto Nacional Electoral, y sentenció que estarían vigilado, sino además lanzó la advertencia de que el poder ejecutivo asumiría sus funciones: 

√ “No se permitirá que los integrantes del gobierno federal utilicen recursos públicos para impulsar candidatos o campañas políticas”

√ “El gobierno de la república estará atento al proceso electoral del 2021, para que los gobernadores tampoco se sientan en libertad de disponer de los recursos del pueblo en apoyo a los candidatos de determinada fuerza política”.


√ “El gobierno de la república presentará demandas penales contra todo aquel que viole cualquier proceso electoral”.

√ “Habrá elecciones libres y de ninguna manera se permitirán en adelante, los fraudes electorales”

Supongo que con esto último AMLO se refiere al competido proceso electoral de 2006 y al supuesto fraude no comprobado ya transcurridos 14 años... De lo que sí estoy segura es que el titular del ejecutivo se equivoca al siquiera considerar que Presidencia será la que lleve a cabo las tareas que le competen única y exclusivamente a las autoridades electorales.

Cerca de 25 años y cientos de miles de millones de pesos para constituir órganos profesionales, independientes y autónomos que organicen, conduzcan, validen y juzguen nuestros procesos electorales, como para que de un plumazo el gobernante en funciones, electo a través de esos mismos canales democráticos, venga a cancelarlos.

El mandatario olvida que en gran medida las muy costosas y complejas estructuras electorales —empezando por las normativas— son tales precisamente producto de las denuncias que durante muchos años presentó la oposición (él incluido) y que se han erigido —con éxito— con el primordial objeto de blindar la libertad ciudadana para elegir a sus representantes.

Sin embargo, si todo lo anterior no fuera suficiente para hacernos pensar —y al presidente recapacitar en sus pronunciamientos—, lo que sí es mayormente preocupante es que estas afirmaciones y acusaciones sean proferidas desde la máxima instancia gubernamental. Ello solo para, ya desde estos momentos, sembrar entre una parte del electorado la posibilidad de argumentar fraude si los resultados no favorecen a Morena y a sus aliados políticos en el verano del 2021. 

Espero de verdad equivocarme en esta apreciación. Sobre todo porque, de un discurso de esa naturaleza —plantado de antemano desde el poder—, a no respetar los resultados que arrojen los procesos electorales, solo hay un paso. 

Un casi imperceptible movimiento que ocurre cuando un líder, no importando que haya sido democrática y libremente electo, no sabe distinguir entre beber unas copas de más y tener todas las botellas a su disposición para servir los tragos.

Hoy, al igual que antes, nuestro presidente grita fraude. Ojalá no llegue a más.