La osteoartrosis es la pérdida gradual del cartílago articular, que es el tejido que recubre al hueso en la unión con otro hueso, está bañado de líquido gelatinoso que permite el deslizamiento y la amortiguación para el adecuado funcionamiento de la articulación.

Empecemos por definir algunos términos, que comúnmente se confunden y se generalizan con el nombre de artritis.

Artritis es un signo que se presenta en varias padecimientos, NO es una enfermedad, significa simplemente inflamación de una articulación.

Artralgia es el dolor que se presenta en una articulación.

Sinovitis es inflamación de la membrana sinovial, que es parte de la articulación y es sinónimo de artritis.

Flogosis es el signo que se examina con evidencia de "derrame" del líquido sinovial en la articulación.

Artrosis, osteoartrosis o enfermedad articular degenerativa son sinónimos.

Se estima que el 30 % de los mexicanos la padecen, pero solo el 10-12 % de la población están diagnosticados. Los individuos mayores de 40 años, presentan algún síntoma de osteoartrosis; el 30% de las personas mayores de 55 años presentan Artrosis y la prevalencia aumenta con la edad. Es más común en mujeres.

Los factores más comunes implicados en el desarrollo de artrosis son: factores genéticos, sedentarismo, obesidad, menopausia, traumatismos al realizar actividades deportivas de alto impacto o pequeños traumas por movimientos repetidos, esfuerzos excesivos o posturas inadecuadas. Todo ello produce un estrés anormal en el cartílago desgastado, lo que lleva a cambios físicos y bioquímicos, resultando en fractura de la red de colágeno, desorganización de las proteínas del cartílago (proteoglicanos), aumento de enzimas proteolíticas y degradación del cartílago, convirtiéndolo en un tejido fibroso que lleva a anormalidad en la producción de líquido sinovial, con menor viscosidad, disminuyendo la amortiguación de las articulaciones. El cartílago articular es avascular, es decir, carece de riego sanguíneo, de manera que no se regenera y al estar en contacto íntimo con el hueso, puede dejar expuesta la superficie extrema de los huesos que en un intento por repararse lo hace de una manera anormal, formando quistes por debajo del hueso y engrosamiento óseo en los márgenes, a este tejido se le denomina osteofito.

Durante el proceso de formación de los osteofitos, existe discreto aumento en la producción de líquido sinovial que irrita a la articulación, produce laxitud de ligamentos, mala alineación y debilidad muscular periarticular, lo que se traduce en dolor relacionado a la actividad, debilidad y rigidez; estos síntomas aumentan con la exposición a la humedad o al frío. En el examen físico hay deformación articular, restricción del movimiento y crepitación (crujido), debido a remodelación ósea a lo largo de los bordes de la articulación.

Las articulaciones más frecuentemente comprometidas, son aquellas que están sometidas a mayor estrés o sobreuso. En el caso de individuos con sobrepeso u obesidad, se afectan las rodillas, las caderas y la región lumbar (espalda baja). Los atletas de alto rendimiento, los futbolistas y maratonistas con frecuencia sufren Artrosis en las rodillas. El trauma mínimo repetido en personas que realizan actividades manuales como las amas de casa, los artesanos, jardineros, carpinteros y albañiles se afectan las articulaciones de manos, las interfalángicas distales (IFD), interfalángicas proximales (IFP) y la primera articulación carpo-metacarpiana (la base del pulgar).

La presentación de la osteartrosis es asimétrica, es decir, puede estar afectada una rodilla más que la otra, o una mano más que la otra.

En la fotografía observamos la deformidad en varo de la rodilla derecha más prominente que en la izquierda.

Las prominencias óseas de la articulación IFP del dedo índice derecho, forman un nódulo, conocido como Nódulo de Bouchard; se acompaña de enrojecimiento periarticular y mala alineación.

Las articulaciones IFD también se afectan en la osteartrosis de forma asimétrica, las prominencias óseas se llaman Nódulos de Heberden.

Para realizar el diagnóstico de osteoartrosis no se requiere de ningún estudio de laboratorio específico. Los síntomas del paciente y el examen físico cuidadoso del especialista son suficientes para hacer el diagnóstico. Debido a que no es una enfermedad sistémica o generalizada, únicamente hay dolor y rigidez en las articulaciones afectadas, no hay otros síntomas de alarma ni anormalidades en los exámenes de laboratorio, tampoco están comprometidos otros órganos. Cuando se solicitan exámenes de laboratorio por el Reumatólogo, son con la finalidad de descartar patologías sistémicas, como artritis reumatoide o lupus eritematoso sistémico y para tranquilidad del paciente. Las radiografías son de utilidad para conocer la magnitud del daño y en caso que se requiera tratamiento quirúrgico (reemplazo articular).

El tratamiento de la artrosis va encaminado a aliviar los síntomas y prevenir mayor deterioro de la articulación, se divide en tratamiento NO farmacológico y con medicamentos.

En principio, se recomienda realizar ejercicio ligero con incremento gradual, evitar ejercicio de impacto y promover el que fortalece los músculos con un poco de resistencia y/o en el agua; la natación es de gran ayuda. Es muy importante disminuir el sobrepeso para mejorar la movilidad y reducir el dolor. En aquellos casos en que existen posturas viciosas o acortamiento de algún miembro pélvico, deben corregirse con ortesis (plantillas), calzado adecuado y fisioterapia. El uso de bastón está indicado para disminuir la sobrecarga a la rodilla o cadera contralateral a la afección.

Los medicamentos deben ajustarse a las necesidades, el estilo de vida y la salud de cada paciente. Recordemos que la artrosis está causada por deterioro de las articulaciones y que quienes la padecen, generalmente son pacientes que tienen algún otro u otros padecimientos por los cuales deben tomar medicamentos, por ello es importante que la prescripción de los fármacos esté a cargo del especialista, quien conoce las interacciones de los medicamentos, así como sus efectos benéficos y sus efectos indeseables. Se debe evitar la combinación de analgésicos o antiinflamatorios y la automedicación. El paracetamol o acetaminofén es un analgésico ampliamente utilizado para aliviar los síntomas de la Artrosis, también se han utilizado analgésicos opiáceos débiles con buenos resultados; sin embargo, en los adultos mayores en tratamiento con varios medicamentos, deben utilizarse con suma cautela. Los antiinflamatorios no esteroides del tipo del naproxeno, diclofenaco, ibuprofeno o inhibidores Cox-2 solo están indicados en pacientes con inflamación (artritis o sinovitis). Al ser una enfermedad articular degenerativa, los científicos han estudiado otras terapias para prevenir, detener o revertir el daño en las articulaciones, como vitaminas y otros suplementos con resultados controversiales y poco alentadores, que dependen más del efecto que ejercen en cada paciente, por ello no se puede generalizar su uso. Las medidas locales como aplicación de calor o frío (termoterapia), antiinflamatorios tópicos, acupuntura, pueden utilizarse cuando existe contraindicación para administración oral o sistémica de otros medicamentos. La infiltración de esteroides o aplicación de hialuronato intra-articular debe ser realizada por el especialista en caso de que las medidas anteriores no hayan sido suficientes para mejorar el dolor y la incapacidad.

Los casos de daño importante en la articulación, deben ser valorados en conjunto con el cirujano ortopedista ante la posibilidad de ameritar limpieza articular, alineación o prótesis de la articulación.

0-0-0-0-0

(La autora es internista-reumatóloga del Centro Médico ABC)