¿Un presidente autoritario, que no cumple su palabra?

Al recibir la constancia que lo acreditaba como presidente electo de México Andrés Manuel López Obrador, ofreció que, como titular del Ejecutivo federal, respetaría la soberanía de los otros poderes y no permitiría que “se ejerzan contra esas instituciones autónomas presiones ni peticiones ilegítimas”.

Un mito que raya en la tiranía, el compañero y camarada presidente dice, por una parte, que: 

“En el nuevo Gobierno, el Presidente de la República no tendrá palomas mensajeras ni halcones amenazantes. Ninguna autoridad encargada de impartir justicia será objeto de presiones ni de peticiones ilegítimas cuando esté trabajando en el análisis, elaboración o ejecución de sus dictámenes y habrá absoluto respeto por sus veredictos”.

AMLO.

Sin embargo, el análisis de su actuación a casi la mitad de su administración habla de un presidente autoritario, quien no sólo no honra su palabra, la cual dice vale mucho, sino que se empecina en destruir a las instituciones y al marco legal de la nación.

Un ejemplo de ello es que cuando envió la iniciativa preferente para la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE) ya se podían prever una infinidad de litigios y demandas por inconstitucionalidad, debido a que esta Ley no es otra cosa que la sustitución de la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN),  había declarado inconstitucional.

La invasión de los poderes por parte de AMLO empezó desde que mandó la iniciativa al Congreso con la instrucción de que no le quitaran “una sola coma”.

Las demandas de inconstitucionalidad se hicieron presentes desde el día uno y el juez encargado, en estricto apego al derecho y de respeto a la Constitución y siendo congruente con el fallo sobre la Política de Confiabilidad, declaró inconstitucional la LIE.

Entonces la respuesta de AMLO fue más que amenazante y desde su púlpito mañanero dio lectura a una carta dirigida a la SCJN y al Consejo de la Judicatura en la que se refirió sobre la actuación del juez Juan Pablo Gómez Fierro, quien autorizó la suspensión provisional de la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica.

Acusa y amenaza: “Alrededor de los amparos actúan personas, organizaciones y empresas afines al antiguo régimen que, en función de sus conocidos intereses económicos y políticos, tenían como modus operandi la corrupción y el influyentismo”.

En otras palabras, la misiva no tiene el menor sesgo de defensa juridica en apego a la Constitución, se trata, como usualmente lo hace, de amenaza y acusaciones de corrupción, en este caso, en contra del juez, sin aportar una sola prueba de ello. AMLO se convirtió en “halcón e instigador de presiones ilegitimas” en contra de un juez.

Cabe señalar que, en mayo de 2020, la propia secretaria de Energía emitió para su publicación en el diario Oficial de la Federación su Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional que tenía por objeto, entre otras cosas: Promover que las actividades de la industria eléctrica se realicen bajo criterios de sustentabilidad e impulsar la inversión y la competencia, donde ésta sea factible, en la industria eléctrica.

AMLO, su modo, conveniencia y tiranía

Otra ley fue la iniciativa de reformas a la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria que envió el Ejecutivo a la Cámara de Diputados, que en sus términos "marca la ruptura de la división de poderes" ya que, con la incorporación de un artículo 21 Ter se establece la hipótesis de “emergencia económica”, en cuyo caso podría “reorientar recursos asignados en el Presupuesto de Egresos para destinarlos a mantener la ejecución de los proyectos y acciones prioritarios de la Administración Pública Federal y fomentar la actividad económica del país, atender emergencias de salud y programas en beneficio de la sociedad”, es decir AMLO puede manejar el presupuesto a su modo y conveniencia, no importando que la Cámara de Diputados elabore un presupuesto.

El fondo de todo esto, no nos engañemos, es electorero, principalmente para dar continuidad a lo que él llama “su proyecto”, mediante la compra de voluntades a través de sus programas sociales.

AMLO ha hecho del Congreso un títere que maneja a su antojo, sin ningún respeto por la división de poderes. No entendemos por qué tiene tanto miedo de las Instituciones y de los contrapesos, en vez cumplir su responsabilidad se sirve de las instituciones, eso tiene un nombre y se llama tiranía.