Al inicio de su gestión, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, anunció que habría cambios en la política de vivienda en busca de dar respuestas a segmentos de población que nunca habían sido atendidos, fuera por sus bajos ingresos o el tipo de empleo, la lejanía o dispersión de sus lugares de residencia, o no estar afiliados a Infonavit o Fovissste, los dos grandes fondos de vivienda que operan en el país.

Al hacerlo, el Presidente reconocía el innegable valor social de la vivienda, pero reconocía también lo que podía representar como factor de ordenamiento territorial, orden urbano y desarrollo de las economías locales, llevando a la gente calidad de vida y todo tipo de oportunidades.

Y esos ajustes se fueron dando sin quitar dinamismo al sector vivienda, sin afectar el desempeño de esa importante cadena productiva, pero incorporando rápidamente esa esencia social para poner a las personas al centro de la toma de decisiones, lo que en este caso implicaba ajustes de estrategias y desarrollo de nuevos productos.

Uno de los grandes logros de esta nueva política fue alcanzar acuerdos que permitieran modelar un sistema integral de vivienda, al que además de los organismos públicos, se sumarán lo mismo la banca comercial y otros agentes del sistema financiero, que los desarrolladores inmobiliarios y sus cadenas de proveduría, lo que se tradujo en que el cambio de administración no provocó una disminución de la dinámica de esta industria.

Por difícil que pareciera, el cambio de gobierno y sus ajustes de políticas y cuadros directivos no frenaron al sector vivienda. Todo lo contrario, porque el 2019 fue un año de ajustes, sí, pero de buenos resultados, de lanzamiento de nuevos productos crediticios por parte de Infonavit y Fovissste, y de acuerdos... Muchos acuerdos.

El 2020 inició con metas ambiciosas en número y en alcance, porque al mismo tiempo que se cumplían metas cuantitativas, se planteaban avances muy importantes de índole cualitativo, que permitían suponer que se harían más y mejores viviendas, que quedaban al alcance de más sectores de la sociedad.

Pero de pronto llegó la pandemia, marcando dudas enormes para la vivienda y para todas las agendas sociales y económicas, con la salvedad, de que la vivienda es un satisfactor social indispensable y con poca dependencia de recursos públicos, y la construcción es una actividad que durante la emergencia fue considerada esencial y, en consecuencia, pudo seguir trabajando.

Hay que decir que una de las grandes decisiones económicas durante la pandemia tiene que ver con la vivienda y el sistema financiero en su conjunto, cuando tanto bancos, como organismos nacionales de vivienda, respondieron con total oportunidad al reto económico que podría traer la emergencia, lanzando potentes programas para apoyar a quienes tenían un crédito vigente o necesitaban contratar uno.

Hubo prórrogas y una amplia gama de apoyos para quienes tenían un crédito vigente y facilidades para quienes querían obtener uno nuevo, y ello mandó una señal de confianza que protegió a las familias y al sistema financiero, y permitió que siguiera activo el sector inmobiliario.

El 2021 terminó siendo un año que sin ser bueno para el sector vivienda, se puede considerar extraordinario al considerar la prueba de fuego que tuvo que superar, con una economía en retroceso y presiones enormes respecto al empleo y el ingreso de los mexicanos.

Fue un año de buenos números para los organismos financieros que otorgan crédito hipotecario, lo mismo la banca privada, que la banca de desarrollo (Sociedad Hipotecaria Federal), Infonavit y Fovissste, todos cumplieron metas de colocación de crédito y mantuvieron fortaleza de sus indicadores financieros.

No... en lo que es atípico para quienes hemos vivido otras crisis económicas, esta vez no hubo ni disparo en carteras vencías, ni en inflación, ni en tipo de cambio, ni en tasas de interés...

Un buen ejemplo de lo que han sido estos tiempos para el sector vivienda lo encontramos en el Infonavit, una de las mayores hipotecarias del mundo, que reportó que durante el 2020 otorgó 475,245 créditos para vivienda, que se traducen en una inversión de más de 213,000 millones de pesos, colocando, solo en diciembre, 59,590 financiamientos, que representan su mejor colocación decembrina en cinco años.

Ya este año, con metas que implican crecimiento y buenas noticias para sus derechohabientes y para el sector vivienda, el Instituto que dirige Carlos Martines Velazquez, registró en enero una originación de créditos que supera en 14% al resultado del mismo mes del año anterior, sí, cuando aún no había pandemia.

Y en sintonía con Infonavit y bancos, el Fovissste, que dirige Agustín Rodríguez López, no se queda atrás y apenas anunció la liberación de los más de 67,000 créditos para vivienda que complementan su programa crediticio 2021, anunciando además que no habrá fecha límite para que sus derechohabientes ejercían ese financiamiento.

Las áreas hipotecarias de los bancos y los organismos nacionales de vivienda tuvieron un buen 2020 y plantean mantener ese dinamismo este nuevo año.

La pregunta es si habrá suficientes viviendas para poder aprovechar esta abundancia de créditos para adquirirlas...

Y ese no es tema que competa a bancos u organismos nacionales de vivienda, que por más que ayuden a crear condiciones propicias para ello, dependerán de dos factores, la confianza de desarrolladores inmobiliarios y sus inversionistas, y las condiciones regulatorias que ofrezcan los municipios.

Si no hay confianza, no habrá viviendas... Si no hay permisos, menos...

Confiemos en que la vivienda siga operando a todo vamos y siga aportando soluciones sociales y económicas... el reto es grande, y confiando en la solidez de un sector productivo listo para enfrentar este gran reto, queda esperar que los gobiernos locales estén a la altura de las circunstancias.

* Horacio Urbano es fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas de desarrollo urbano, sector inmobiliario y vivienda.