Hace casi 30 años que banqueros, políticos y empresarios estaban de plácemes tras la aprobación del Fobaproa, tema que se ha resucitado a raíz de la reaparición (¿o intromisión?) del ex presidente Ernesto Zedillo, quien se fue con todo para criticar la reforma al poder judicial y al gobierno de Claudia Sheinbaum.

Los millennials o los centennials, que son generaciones hiperconectadas pero que no les tocó vivir ese trancazo financiero en carne propia, o quizá sintieron solo un rozón por herencia de los padres, pueden irse con la finta de que, lo que dice el expresidente Zedillo es verdad y por ende, lo que ha dicho la presidenta de México es mentira, pese a la cantidad de información que circula en el ciberespacio y que la misma presidenta ha procurado desempolvar en su conferencia mañanera.

Zedillo Ponce de León no fue un buen presidente. Quizá no el peor, pero bueno no fue.

Siempre tuve la idea de que el no quería llegar al poder pero que tuvo que salir al quite tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio.

Su desagrado era evidente, quizá tenía temor y no era para menos. Sabía que el enemigo lo tenía en casa y no podía contradecirlo en nada pues era un monstruo capaz de todo.

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Quiero dejar muy claro que Zedillo no era ni ignorante de la situación que vivíamos en México y mucho menos víctima de nadie. El Fondo Bancario de Protección al Ahorro es un tema complejo y sigue generando polémica en México y del cual don Ernesto es uno de los protagonistas principales.

Como presidente de México en 1995 tomó la decisión de crear el Fobaproa para rescatar a los bancos en dificultades, evitando así un supuesto colapso del sistema financiero. Al menos ese fue el pretexto. Para hacerlo se utilizó dinero público, de los impuestos de la gente. Con manzanitas: se salvaron a los bancos y a los hombres y mujeres poderosos, pero a los ciudadanos de a pie nos cargó el carajo.

Recordemos que nuestro país estaba recuperándose de los terremotos de 1985 donde, además de las miles de pérdidas humanas, hubo cuantiosos daños materiales. En la capital, entonces Distrito Federal, cientos de familias lo perdieron todo. Había que comprar casa, carros, ropa, muebles, pero se habían perdido muchas fuentes de empleo. Sencillo no era; aunque los mexicanos somos únicos y de todo nos levantamos.

Justo en esas estábamos cuando a Zedillo y su pandilla (priistas, empresarios, banqueros) se les ocurrió que lo idóneo era rescatar los bancos y a muchos particulares, con cargo al erario. Mientras en la Cámara de Diputados se aprobaba esta atrocidad, en las calles y colonias de clase media había quienes no iban a poder pagar los altísimos intereses derivados de tener un crédito de una casa, de un auto o de una tarjeta de crédito.

Ellos, los poderosos, celebraban que su pellejo estaba a salvo; nosotros, los simples mortales, teníamos que apechugar y pasarla bastante mal. Entre los nombres de algunos de esos ganones (¿gandallas? ) está por ejemplo, Claudio X González Laporte (padre de Claudio X. González Guajardo) Carlos Hank Rhon, y hasta parientes de Carlos Loret de Mola.

Si alguien se ha preguntado por qué el afán de tratar de impedir que continuara la cuarta transformación y por qué algunos de estos apellidos se oponían furiosos a que Claudia Sheinbaum llegara a la presidencia, aquí está una de las respuestas.

La deuda que heredamos de todo ese desastre ha sido prácticamente impagable, según nos dijo Pablo Gómez hace unos días en la Mañanera del Pueblo, donde exhibió cifras: $73,775 millones de pesos (unos 7 mil millones de dólares).

Mientras los priistas, comandados por Zedillo, participaron en este desastre, la actual presidenta en 1995 hacía un doctorado en la Facultad de Ciencias de la UNAM y poco después se iría becada a realizar investigaciones y estudiar en California. Sheinbaum fue ajena a lo que habían hecho en el partido tricolor, pero hoy, casi 30 años después, reaparece el doctor Zedillo a quejarse del gobierno de la presidenta y la acusa, entre otras cosas, de acabar con la democracia por la reforma al poder judicial.

¿Qué motiva en realidad al expresidente a armar tanto show? A Zedillo no podemos disociarlo de una pandilla de rufianes, incluidos periodistas y representantes de medios de comunicación, que tuvieron durante el priato y después con los panistas sus tiempos de gloria. Y muchos de sus cuates le han dado reflectores.

No creo que nadie lo haya aconsejado a darse tremendo balazo en el pie, pero sí me queda claro que a varios les urge que el gobierno de Sheinbaum tropiece o de plano fracase.

Hay varios millones de dólares que los hace babear.

El problema es que mientras ellos están en el basurero de la historia, la aprobación y popularidad de nuestra presidenta está por las nubes. Qué cosas, ¿no?