“Un caos confuso de inteligencia y de pasión, de seducción y de desengaño; creado en parte para levantarse y en parte para caer; gran señor de todas las cosas, y de ellas esclavo; juez único de la verdad y víctima de infinitos errores; gloria, en fin, chacota y acertijo de este mundo.”

Alexander Pope

26 muertes y 79 heridos debieran ser las principales conclusiones de la primera fase del dictamen oficial —circulan varios otros no menos acertados— del derrumbe de la Línea 12 del Metro, mas los mexicanos nos hemos concentrado en los que al parecer son los tres responsables: un perno, Ebrard y Grupo Carso. Como si los diferentes organismos, empresas y autoridades varias a través de los años no tuvieran nada que ver en esta desgracia.

El director general de DNV, la empresa de origen noruego que realizó el peritaje que apenas dio a conocer la jefa de Gobierno de la CDMX, aclaró que aún faltan los resultados finales, pero con lo presentado la opinión pública se da vuelo, si bien el documento que circula plantea más interrogantes que respuestas.

Systra advirtió fallas en la Línea 12 del Metro

Por ejemplo, lastima mucho —especialmente a los hoy familiares de las víctimas mortales— conocer que desde el 2014 la empresa francesa Systra advirtió diversas fallas en todo lo concerniente a la Línea 12 (de diseño, trazo, construcción, mantenimiento, equipamiento, etcétera), y nadie dijo ni hizo nada al respecto. Esto es la fecha, dado que la consigna ahora es volverla a echar a andar.

Lesiona a la ciudadanía escuchar que se está dispuesto a lo anterior, cuando el mismo Colegio de Ingenieros de México recomienda no reabrir —no todavía al menos- la Línea 12. Lo cual es lógico: si hubo un derrumbe, ¿qué hace suponer que el resto de la estructura está en buenas condiciones? ¿Cómo pueden asegurar que las demás trabes no colapsarán, teniendo las mismas características en cuanto a la mala soldadura, los pernos, la supervisión y el mantenimiento? ¿Quién se haría responsable de un nuevo “incidente”? ¿Nadie, como ahora?

¿Por qué insultar a la ciudadanía incluyendo a José María Riobóo en el comité técnico para la rehabilitación de esta?

De antemano podemos escuchar que “las ballenas se repelen”. Repararla y reabrirla, ¿en qué están pensando? ¿Cómo piensan renovar toda la línea?, ¿quién lo hará?, ¿quién asegurará —ahora sí— la supervisión y el mantenimiento de la obra? ¿Por qué no detener ahora mismo los trabajos que se hacen en el Tren que corren a cargo de los que fueron los constructores de la Línea 12 ? Pero me estoy adelantando…

La tragedia del Metro es la muestra fehaciente de que la corrupción campea en la izquierda mexicana y máxime en la capital de la República, territorio gobernado por las huestes morenistas (antes con otra denominación) desde hace más de 21 años.

Al dictamen dado a conocer el miércoles también le antecedieron demasiadas filtraciones para ´no haber habido filtraciones´.

Esto es, hay suficiente para sospechar que lo de The New York Times no fue un reportaje sino una filtración en regla. Resultó una calca anticipada de dicha primera fase del dictamen y SOLO de esa primera fase, la que se dio a conocer, nada más allá de eso, si bien se sabe que vendrán otros dos documentos. ¿Por qué? Demasiada coincidencia y suficientes contradicciones entre las autoridades (Gobierno de la CDMX, Presidencia de la República, Fiscalía de la Ciudad de México) como para no dejar abierta la posibilidad de se haya tratado de meras filtraciones del dictamen oficial que ya se tenía listo días previos.

¿A quién benefician o beneficiaron estas? Ciertamente no a las víctimas. Ya no podrán hacer demanda colectivas multimillonarias como las que se trabajaban tanto en México como en los Estados Unidos. ¿Habrá sido eso lo que buscaban los distintos actores involucrados? Todo dificulta que las familias de los muertos, así como los accidentados puedan ser indemnizadas. Argumentando filtraciones en The NYT y El Financiero (un día antes del anunció oficial), quedará en entredicho el debido proceso de los demandados. Las filtraciones siempre terminan por viciarlo todo.

Estas muestran también una guerra soterrada entre los más serios aspirantes al 2024 por parte de Morena. Para zafarse la responsabilidad, unos ya dicen que se debe a la mala construcción, mientras otros señalan la falta de mantenimiento necesaria a través de los años. Una opción, otra o ambas pueden ser señaladas como negligencia, la cual en Estados Unidos hubiera implicado asesinato en segundo grado; claro está, si el proceso no hubiese sido viciado…

Marcelo Ebrard aseguró, en una carta enviada al diario neoyorkino antes referido, que las fallas detectadas en la Línea 12 durante el 2014 no ponían en riesgo la seguridad ni la estructura, Miguel Mancera establece que todo lo que se hizo durante su gobierno ha quedado debidamente documentado y Claudia Sheinbaum olvida que la directora del metro —y jefa de mantenimiento del mismo—, Florencia Serranía, sigue cobrando, sigue desaparecida y sigue dejándola sola y sin asumir su responsabilidad en esta tragedia.

Así, mientras los involucrados en el derrumbe procuran salir indemnes al ser jueces y parte en las filtraciones, en el dictamen y en el comité técnico para la reapertura, quién se supone que es la responsable, ni siquiera se preocupa en dar la cara. Total, ya hay un perno a quien culpar.