Hoy, como nunca, la labor que realiza Claudia Sheinbaum es digna de reconocerse. A ella, en muchas ocasiones, le hemos reconocido estar a la altura de las circunstancias de lo que significa ser presidenta de México, especialmente cuando el 82% de la población, en la antesala de cumplir el primer año de trabajo, le reconoce su eficiencia y su lado humanista. Es un orgullo y una plena satisfacción que nuestra representante en el poder, con esa humildad, se mueva ante la población civil. Sheinbaum, efectivamente, camina sin cerco de seguridad. Se acabaron aquellos tiempos donde el Estado Mayor presidencial acaparaba los reflectores en ese tránsito de alguna gira o evento de carácter público. Eso, que era la parafernalia de los gobiernos neoliberales, se borró por completo. De hecho, anhelamos siempre un gobierno cercano a la gente que, en ese intercambio de saludos, se pare a recibir una solicitud, o tomarse una fotografía.
Hay casos, como el del propio Andrés Manuel López Obrador, que nos hacen recordar lo importante que fue girar hacia la izquierda. Algo que nos quedó en la memoria, sin lugar a dudas, fue el grado de sensibilidad que siempre tuvo con las causas. A todos los rincones del país, sea cual sea el camino para llegar a las localidades, AMLO lo recorrió. De hecho, padeció contratiempos con alguna llanta o, de plano, algún imponderable por el difícil acceso de las brechas o las terracerías. Pese a ello, jamás lo vi quejándose de ello. Enérgico y fortalecido con el ánimo de los sectores sociales, más bien, eso lo hizo ser más empático. Más que ningún otro, en efecto.
Desde que se dio a conocer el resultado del 2 de junio del 2024, supimos que tendríamos la continuidad del proyecto de transformación. Claudia Sheinbaum, al igual que lo hizo AMLO, camina y transita por toda la geografía del país. Es, sin exagerar, un fenómeno social que ha superado cualquier expectativa. La gente se amontona para saludarla; no hay forma de pasar cuando llega la caravana de avanzada. Supongo que eso, como muchas otras cosas más, le molestan a la oposición. Ellos, sin empacho, dirán que son acarreados o movilizados por los programas sociales. Después de ver la magnitud, de plano, podemos decir que se trata de un hecho sin precedentes en la vida pública de México. Dada la naturaleza de las circunstancias, sobra decir, podemos decir que son testimonios conmovedores de quienes se esfuerzan por ver que el proceso de transformación siga echando raíces.
Constantemente doy seguimiento a las actividades de Claudia Sheinbaum. Me considero parte de ese 82% que aprueba la gestión de la presidenta constitucional. Ella, por méritos propios, ha logrado hacerse merecedora de ese cariño de la gente. Le entregan un presente; la abrazan con fervor; la siguen corriendo en el flujo del avance. Se nota el amor. Exactamente, pasa lo mismo en cualquier municipio o entidad que haga acto de presencia. He visto, por ejemplo, giras intensas de dos días por el sur del país. Eso, desde luego, provoca un poder de convocatoria inmenso. Lo que atestiguamos en Guerrero, que además fue histórico, fue la manifestación más clara del tema que estamos abordando en los fragmentos de esta columna. En efecto, jamás había ocurrido una visita tan duradera de un jefe de Estado a una entidad federativa. Eso no es producto de la casualidad, sino de los buenos oficios de la gobernadora de ese enclave.
Recorrer tres días, Guerrero, de parte de la presidenta constitucional, rompe cualquier paradigma político. Incansable, así podemos calificar esta visita al sur del país, en especial en un proceso de transformación donde se han concretado obras e infraestructura con la coordinación eficiente de las autoridades. Guerrero, de hecho, es el territorio que más apoyo le ha brindado a Claudia Sheinbaum. Nos referimos a que supera los 84%. En lo político, desde luego, hablamos de que hay condiciones suficientes para que Morena, sin problema, arrase en la elección intermedia del 2027. Es más, me atrevo a decir que es algo que necesita la gente, sobre todo al ver el cariño que le muestran a la mismísima Sheinbaum, durante los tres días de visita. Para ello, evidentemente, se requiere una buena logística y planeación, específicamente para los traslados.
El punto es que, con ello, vimos una visita memorable que, a lo largo de tres días, se nota, disfrutó la presidenta constitucional, sobre todo porque puso en marcha algunas acciones. Todo esto, para nosotros, resulta muy sustancial, en especial porque vemos al pueblo salir de sus casas, eso sí, con una reacción emotiva y de gran efervescencia al ver la imagen de quien hoy carga con el bastón de mando. Eso tiene una explicación muy sencilla: confiamos ciegamente en el proyecto de nación que se está multiplicando por toda la geografía. Y así, la ciudadanía, masivamente, se asoma ante la imagen histórica de Claudia Sheinbaum. Tienen razones suficientes para llevarlo a cabo. Una de ellas, sin duda, las promesas de campaña que, desde luego, se cumplen a cabalidad. Eso es, en la administración de Sheinbaum, un síntoma de que las cosas se concretarán.