Cada año, el informe de gobierno se convierte en una puesta en escena política. En el Congreso, los llamados al gobernador para “rendir cuentas” suenan más a circo político que a un interés genuino por el reporte de avances y resultados. Es la vieja política aferrada a las formas. Énfasis en la silla vacía más que en el contenido del informe. Lo curioso es que mientras se discute quién debe subir al estrado, que por cierto lo hace un representante del poder ejecutivo como marca la ley, la información ya estaba disponible para todos, de manera abierta, pública y verificable. El balance de este cuarto año del gobierno de Samuel García no se mide por aplausos en el pleno, sino por cifras y obras que la gente ve, recorre y usa todos los días.

Y ahí está el verdadero contraste, el más evidente con el pasado. En los años de discursos interminables, el progreso se anunciaba y se pactaba en la opacidad del recinto; hoy se muestra. Nuevo León cerró el cuarto año con más de 105 mil millones de pesos en obra pública, el mayor monto en su historia. Las Líneas 4 y 6 del Metro avanzan al mismo tiempo —algo que ningún otro estado ha hecho en el mismo periodo— y la Carretera Interserrana busca unir regiones que antes estaban fuera del mapa del desarrollo del Estado. En seguridad, los homicidios dolosos bajaron 70%, y la Fuerza Civil es hoy la policía estatal con mayor confianza ciudadana, de acuerdo con el INEGI. Son datos que por un lado pueden ser duros y fríos, pero que son también perceptibles. Los números coinciden y sustentan una sensación de mayor estabilidad y credibilidad.

El impulso económico tampoco pasa desapercibido. Con más de 90 mil millones de dólares en inversión extranjera directa y un crecimiento industrial del 7% anual, Nuevo León se ha consolidado como el epicentro del nearshoring en México. El ingreso promedio por hogar alcanzó 39 mil pesos mensuales, el más alto del país, mientras la pobreza extrema cayó de 2.1% a 0.5%, según cifras del Coneval.

La diferencia con la vieja política es de fondo, no de forma. La rendición de cuentas ya no depende del escenario, sino del acceso a la información. El acierto de haber desplegado un micrositio del Cuarto Informe permite a la ciudadanía revisar cada obra, cada indicador, cada programa social sin intermediarios ni politiquerías. La ciudadanía puede verificar si lo que se dice coincide con lo que se hace. En tiempos donde la desconfianza es la moneda corriente, esa transparencia se convierte en el capital más valioso de un gobierno.

Al respecto, la oposición puede debatir protocolos, pero la rendición de cuentas real ocurre en otro terreno: en la calle, en el transporte que mejora, en las obras que avanzan y en la gente que, con justa cautela, empieza a reconocer que las cosas están cambiando. Nuevo León no es un estado perfecto, pero hoy es un referente nacional en resultados y gobernanza. Y en política, cuando los hechos respaldan la palabra, no hace falta decir mucho más.